La casa de Jennifer Aniston en Bel Air: moderna, sensorial y hollywoodense

La propiedad fue adquirida por la estrella de Friends y The Morning Show a comienzos de los 2010, tras su mediática separación de Brad Pitt. Allí vivió también durante su matrimonio con Justin Theroux, y hoy la habita mientras avanza con las reformas de su última (y también multimillonaria) adquisición arquitectónica en Montecito.

Aunque hace unos meses la mansión fue mencionada en los medios por un hecho policial menor, lo que realmente la mantiene en boca de todos es la serie de publicaciones que Shadley viene haciendo en su cuenta de Instagram (@stephenshadley), donde muestra el detrás de escena del rediseño que hizo junto a Aniston.

Esos posteos, con imágenes y comentarios detallados, permiten asomarse a una casa que combina sofisticación arquitectónica, calidez estética y una fuerte impronta emocional.

La casa fue originalmente diseñada por Hal Levitt, uno de los arquitectos más importantes de la costa oeste durante los años 60 y 70, cuya estética minimalista marcó un antes y un después en las mansiones de Los Ángeles. Cuando Aniston compró la propiedad, decidió darle su impronta y modernizarla por completo, con una atención especial en lo sensorial que atravesó toda la remodelación.

"Quitamos la piedra para impermeabilizar la estructura y luego la reinstalamos. Añadimos aleros extendidos revestidos de madera noble y reutilizamos las mosquiteras originales de Levitt en la entrada", detalla Stephen sobre el trabajo de convertir en realidad el sueño de Jennifer.

No hay rincón que no sea impresionante, pero sin dudas uno de los elementos más destacados del rediseño es la piscina de travertino, que fue repensada completamente para incluir una cascada que la recorre de lado a lado. En el perfil de Shadley puede verse una imagen del espejo de agua iluminado de noche, con el reflejo de las palmeras y el cielo de Los Ángeles: es una postal que parece sacada de una película, pero que es también un espacio cotidiano para la querida actriz.

En varias entrevistas Jennifer ha contado que le apasiona el diseño y que suele involucrarse activamente en las elecciones de cada proyecto, y esta casa de Bel Air no fue la excepción. En la sala familiar, por ejemplo, eligieron una pieza central sorprendente: un sillón colgante diseñado por Blackman Cruz, que hoy cuesta alrededor de 5.500 dólares. Dicha estructura suspendida funciona como sofá para admirar las imponentes vistas, isla de conversación o pieza escultórica según se la mire.

Otra joya es la barra de tragos, que fue literalmente tallada en una de las paredes del lugar. El aplique que la acompaña fue diseñado por Shadley usando vidrio industrial encontrado, un ejemplo de cómo el reciclaje puede convertirse en lujo.

En el dormitorio principal, la cama se eleva sobre una plataforma de nogal, siendo acompañada por lámparas monumentales diseñadas por James Mont.

Hay espacio para una mesa de billar encontrada por la propia Aniston en eBay y entrada digna de una premiere al estilo Hollywood.

Jennifer Aniston bautizó la propiedad como “Ohana”, una palabra hawaiana que significa familia, comunidad, pertenencia. Nada más apropiado para una casa que se convirtió en refugio, escenario y expresión personal.