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En medio del furor por Cris Miró, se publicó "Cuerpos para odiar", editado por Mariana Enríquez 

Barrett publicó Cuerpos para odiar, de la escritora y activista travesti chilena Claudia Rodríguez. Mariana Enríquez editó el libro. Según Camila Sosa Villada, “Claudia Rodríguez es la mejor escritora travesti”.  


Portada del libro "Cuerpos para odiar" y una foto de Claudia Rodríguez en una marcha.

Portada del libro "Cuerpos para odiar", el libro en el que Claudia Rodríguez cuenta su propia historia. - Créditos: Gentileza Prensa



En medio del furor por la serie Cris Miró (Ella) en Argentina, que recorre la vida de la vedette trans Cris Miró, se publicó Cuerpos para odiar (Barrett), un retrato en primera persona de la vida de las travestis, que Claudia Rodríguez expone con total franqueza: la sordidez de la calle, la brutalidad policial, el hambre y el rechazo de la sociedad. La crónica es desgarradora y poética, al mismo tiempo. 

Mariana Enríquez, la escritora invitada por Barrett para editar y prologar este libro, cuenta que conoció a Claudia hace tan solo unos años en un viaje a Chile. Dice que lo primero que leyó de ella fueron unos fanzines. “Enseguida quedé fascinada con su humor, su inteligencia, su agudeza, su uso del habla oral, su honestidad desgarrada”, escribe Enríquez.   

Claudia Rodríguez, escritora chilena.

Claudia Rodríguez, escritora chilena. - Créditos: Prensa Barrett

 

Tal como señala la promoción editorial de este libro, en un claro gesto político, la autora desafía las normas ortográficas como símbolo de resistencia y reivindicación de aquellas que no tienen voz. Es una obra que emociona y permite descubrir a una autora impregnada de la vida marginal. Como un gesto de esto, el libro está dedicado, entre otras, a su mamá y a sus “amigas travestis que no han escrito cartas de amor”. 

Enríquez se ocupó de aportar su mirada en la recopilación de los potentes textos de Claudia Rodríguez, que hasta ahora sólo estaban autopublicados en sus fanzines. Bajo el título “Todas íbamos a ser reinas”, la maestra del género policial, experta en el mundo fanzinero, escribió un prólogo en el que presenta a Claudia a partir de una entrevista que permite ir descubriendo la vida y la obra de esta autora que necesitamos conocer. Su vida de militancia, ahora publicada, es un modo de acercarnos como sociedad a las experiencias de personas travestis, trans, lesbianas en un tiempo de ausencia total de derechos.  

La valía del libro se incrementa en esta bellísima edción de Barrett, cuya portada es una verdadera obra de arte: convocaron al artista y activista histórico LGBTIQ+ Nazario Luque para que se ocupe de los dibujos. 

 

  

Portada de Cuerpos para odiar, de Claudia Rodríguez.

Portada de Cuerpos para odiar, de Claudia Rodríguez. - Créditos: Prensa Barrett

Quién es Claudia Rodríguez 

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Claudia Rodríguez, autora chilena, se define y, en ese acto, esboza con toda crudeza la idea de una ausencia: "Soy así, aunque no lo crean. Haber nacido aquí, me incluye, aunque sea travesti, aunque no nos nombren en la historia de Chile. Somos de aquí, de este territorio. Aunque no nos nombren en la lucha de los pobres, todo el tiempo hemos estado aquí”. 

Claudia es referente del movimiento trans latinoamericano. Comenzó su activismo, en 1991, una vez que terminó el gobierno militar de Chile, en la primera organización homosexual del país. Su trayectoria abarca formación en derechos humanos, historia de la sexualidad y prevención del SIDA. En 2007 se diplomó en estudios de Género en la facultad de Filosofía y Humanidades en Chile para posteriormente iniciar la carrera de Trabajo Social. En 2011 formó la primera compañía teatral travesti con la obra Historias travestis. 

  

Fragmentos de Cuerpos para odiar: 

Claudia Rodríguez, en un montaje para una obra de teatro.

Claudia Rodríguez, en un montaje para una obra de teatro. - Créditos: Prensa Barrett

  • “Con mi hermana habíamos nacido a kilómetros de aquí, al sur de un país sin decir, sospechoso, que decían que en algún momento iba a existir. Éramos perversas como las hormigas y los perros, como las libélulas y como el barro, oscuras. No teníamos reflejo de nosotras mismas. Mi hermana era mi hermana con todas sus mechas tiesas. Por mucho tiempo yo fui la sombra de ella, hasta que me dijeron que tenía que ir al colegio. Antes nunca me lo pregunté. En la manada todas éramos igualmente chasconas, malas, tercas, desobedientes, chijeteras y llegadas del sur, de muy lejos”.  

  • “Todas en la manada no éramos más que hermanas y hormigas. Siempre todas fuimos niñas hasta que escuché que un viejo al pasar por el camino me dijo: 

    —Tú no eres niña porque eres fea. ¿Cómo me iba a imaginar que yo no era linda?”. 

  • “Un día sin aviso llegó de visita a la casa una señora y tuve que dejar de jugar para sentarme tiesa, a su lado, en la silla. La mujer me dejó caer agua fría en la pelo y sacó unas tijeras, me desenredo y empezó a cortar mechón por mechón como si el pelo no fuera cuerpo, me dejó tan desnuda que en las semanas siguientes casi me morí de la fiebre y de pena. Yo no entendí nada y la maere enojosa reñía: 

    —Tení que cortarte el pelo pa ir al colegio. 

  • "Si niñas como yo no existen, es porque nuestras vidas no han sido cuentos infantiles".

  • “Otras veces, quienes te dicen cómo es una travesti de verdad son los hombres. Son los clientes los que nos van diciendo lo que les gusta y se meten en nuestra cabeza. ¿Tú tomái hormonas? ¿Por qué no te poní hormonas? Así que no pasa ni medio mes y una empieza a tomar anticonceptivos y después a inyectarse, para cambiar, para que algo cambie. A mí me gustan las rubias. ¿Por qué no te teñí rubia? Y una aparece platiná, con el pelo hecho mierda para darle gusto a los hombres. ¡A ti te queda bien un perfume dulce, los tacos más altos y un poco de silicona en las tetas! Y terminái convertía en algo que jamás te imaginaste”.   

  • “Para las travestis reales, el estado no puede existir. Mis amigas me dicen la Marilyn, pero me llamo Claudio, así me puso mi mamá cuando nací. Nací niño en el hospital San Joaquín. No nací ni en Hollywood, ni en estados unidos, nací aquí, pobre, en una familia de campesinos pobres, que llegaron aquí para hacerse invisibles y obreros. Mi mamá dice que eso no es lo peor, que lo peor es ser analfabeta y vivir de sueños. Para mi mamá soñar no tiene nada que ver con nunca dejar de ser pobre. Yo sueño con perder ese miedo fatal que tengo al hambre”. 

  • “Fui feliz hasta que debí perder los recuerdos”. 

  • “Todas las letras que aprendí hablaban del fin del mundo. Crecí con miedo a caerme del mundo, a que el mundo en cualquier momento se acabara”. 

  • "Hubo una vez un niño que se transformó y fue feliz para siempre".

Según la escritora Camila Sosa Villada, “Claudia Rodríguez es la mejor escritora travesti”.

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