
Derecho a desconectar: cómo usar WhatsApp, preservando tu tiempo
Miles de mensajes sin leer a cualquier hora y con exigencias detrás de cada uno, nos hacen reflexionar sobre cómo podemos preservar mejor nuestros espacios digitales.
8 de septiembre de 2022

Derecho a desconectar - Créditos: Getty
Está claro que aplicaciones como WhatsApp ya son parte de nuestra vida cotidiana. Pero también es cierto que en muchas situaciones, se torna desgastante estar disponible para leer, pensar y responder las 24 horas.
Estamos muy acostumbrados a interrumpir una cena, una conversación con amigas, una reunión para contestar un mensaje. Tal vez no lo interpretes como que efectivamente estés interrumpiendo algo, pero la realidad es que en el momento en el que definís enfocarte en el teléfono le estás restando atención al interlocutor que tenés enfrente. Ahora, imaginate que mientras estás durmiendo todos tus contactos tuvieran la posibilidad de tocarte el hombro y despertarte. ¿Te parece normal? ¿Creés que eso es factible? Posiblemente la respuesta sea que no, porque a nadie se le ocurriría ir por la vida despertando de madrugada a un cliente, proveedor, jefe o colaborador.
Entonces, ¿por qué sucede con los mensajes en nuestros celulares? Las interacciones digitales son miles por día, y la clave está en apropiarnos de los beneficios pero aprender a poner un límite para que haya un equilibrio y podamos descansar de esa conectividad open 24. Y aunque parezca super difícil, ese límite es una decisión que tenemos en nuestras manos.
Aprender a poner límites digitales
Hoy en día, la mayoría de los sistemas operativos de los teléfonos inteligentes te dan la posibilidad de asignarle una cantidad de tiempo a cada app, por ejemplo, de redes sociales. De esta forma nos aseguramos de tener una alerta cuando estamos inmersos de más en el mundo digital. Pero con WhatsApp se vuelve más complicado, porque el temor a perdernos de un mensaje importante hace que terminemos leyendo toneladas de otros mensajes que podrían haber esperado.
En principio, hicimos un listado de posibles soluciones:
1
Explicar. ¿Qué dice tu estado de WhatsApp? ¿Usaste una frase inspiradora, tu nombre o apellido o le diste una verdadera utilidad? A veces, lo mejor es ser concreto y dejar en claro de ante mano qué uso le das a la aplicación, por ejemplo escribiendo en este espacio “Solo respondo mensajes de trabajo de 9 a 18h. Si es realmente urgente, podés enviarme un mail”. Puede ser que te suene frío, pero la realidad es que si alguien lee esto, no podrá después decir que “me clavaste el visto”, sino que pasó por alto la advertencia: posiblemente no respondas. Lo mismo sirve para calmar las ansiedades si elegís escribir “No respondo en el acto, quizás demore un poquito.”
2
Silenciar. Si hay grupos en los que realmente no es importante la urgencia, entonces optá por silenciarlos. Quizás no para siempre pero al menos los fines de semana, o antes de irte a dormir. El estrés que genera despertarse y tener 250 mensajes sin leer va a decaer.
3
Elegir. Vos podés elegir cuándo contestar. El doble check azul es el culpable de que a veces nos señalen con el dedo por haber leído y no respondido. Lo que el interlocutor no sabe (ni debería tener porqué saber) es qué estás haciendo vos cuando lees el mensaje, y en muchas ocasiones no examinan la posibilidad de que, en serio, en ése instante, no puedas darle respuesta. Si te animás, desactivá la opción de comprobación de lectura.
4
Ser clara y equitativa ¿No querés que te manden audios? Decilo. Cuando lo recibas podés amablemente aclarar: prefiero que me escribas, no puedo escuchar. Y obviamente, respondé de la misma forma. ¿Preferís que te contacten por mail? Explicalo: prefiero, para no olvidarme, que me envíes esta info por mail.
Lo más difícil va a ser lidiar con tus propias ansiedades: pero tenés que saber que si es urgente, el teléfono va a sonar. Hay una frase que repetían las abuelas que dice “si hubiera pasado algo malo, te habrías enterado”. Y aplica a este exceso de comunicación también. Sobre todo, no te sientas en falta. El tiempo es propio y tenemos que poder elegir cómo utilizarlo.
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