Fue víctima de violencia de género y creó un taller terapéutico con espíritu de sororidad

Durante su vida, Mariela Coppola logró imitar al Ave Fénix: morir para resurgir de las cenizas. Nos cuenta que en su etapa de juventud se vio envuelta en una relación tóxica marcada por la violencia de género sistemática. Fueron años de acoso, maltrato y abusos.

Una vez puso fin a esa relación, Mariela logró formar una nueva pareja y, luego, tener un hijo. Sin embargo, los fantasmas de la violencia la persiguieron durante años: relata que su victimario persistió acosándola de manera virtual. Eso no fue un motivo para que Mariela bajara los brazos. Trabajó y estudió incansablemente para que esa situación abusiva llegara a su fin.   

Su pasión por los libros y, sobre todo, por la Psicología fueron el motor de su vida. Tuvo claro desde chica que quería entregarse al Psicoanálisis, pero jamás imaginó hasta adónde la llevaría su ímpetu por el estudio: es Doctora en violencia familiar (UBA), Psicoterapeuta Grupal (UBA), Psicóloga Existencial (UBA), entre algunos de sus títulos.

Para Mariela, su experiencia de vida, que hoy comparte con sus pacientes, generó una terapia disruptiva alejada del psicoanálisis convencional. Mariela estructura sus terapias y talleres dedicados a reinterpretar las propias historias, enfocadas en mujeres que atravesaron situaciones de violencia de género y abuso, entre otras cuestiones.   

Hoy, la especialista realiza procesos terapéuticos existenciales a nivel individual, vincular y familiar. Desde un abordaje que pone énfasis en la coherencia emocional interna y la lealtad de nuestro ser, coordina retiros para mujeres, talleres de escritura terapéutica mixtos y procesos de escritura en el seno de una psicoterapia individual y personal.