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Sofi Morandi, entre la comedia musical y el streaming: "Intento no encasillarme"

Dice que bajó mil cambios, pero su potencia y su energía siguen contagiando. Antes de estrenar el musical Heathers y a poco de debutar con su programa de streaming en Olga en Vivo, charlamos con ella sobre el humor, la amistad, la salud mental y las redes sociales.


Fotos de Inés Auquer

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Producción deVirginia Gandola

CHALECO Y PANTALÓN (AMPI VERA, $59.900 Y $38.700), REMERA (LULU MARTINS, $17.650).

CHALECO Y PANTALÓN (AMPI VERA, $59.900 Y $38.700), REMERA (LULU MARTINS, $17.650).  - Créditos: Inés Auquer



Sofi Morandi llegó a Buenos Aires desde Neuquén a los 18 años, pero recién ahora, a sus 26, termina de creerse todo lo que logró. Hoy mira los videítos de Instagram por los que se hizo conocida hace siete u ocho años y no puede creer todo lo que pasó en el medio. “Pasa muy rápido el tiempo. Me sale decirte ´recién estoy arrancando´, pero es cierto que estoy creciendo y ya no soy una principiante”, dice Sofi que está en plena mudanza a su primer departamento y asegura que moverse de espacio también la movilizó por dentro.

Le dio nostalgia dejar la casa de su familia en Buenos Aires, pero también le dio perspectiva y la empoderó. Hoy Sofi no solo está en un gran momento de crecimiento personal; además, acaba de estrenar Heathers, la obra que dirige Fernando Dente en el Teatro Opera, y debutó con su propio programa de streaming de la mano de Migue Granados por Olga en Vivo. “Estoy en un momento re lindo. Me gustan los 26”. 

¿Qué sentís que cambió?
Antes sentía que tenía más la energía de pendeja de ir por todo y ahora estoy como “una cosa a la vez”. Estoy menos ansiosa, más tranquila.  Un poco fue la pandemia, lo que vivimos todos. Pero después estuve en Nueva York cuatro meses, que también fui en modo exploradora, buscando... Estaba perdida, desmotivada. Fueron muchos años de estar muy al palo y sin entender lo que pasaba. Allá me seguía sintiendo igual así que dije: “Bueno, no es el lugar. Tengo que hacerme cargo de esto”. Cuando volví, empecé terapia, con mis cosas, mis rutinas, y ahí bajé, bajé mil cambios. 

Con esto que te vino de “una cosa por vez”, ¿tenés claro el camino que querés construir? ¿Siempre comedia o pensás en otras cosas? 
Re pienso en otras cosas. Al principio decía: “No quiero encasillarme en esto”, pero me encanta hacer comedia, me encanta este auge que está habiendo de comedias de acá, de Argentina, tipo División Palermo, Porno y helado. Está habiendo una nueva generación de actores y de gente que lo consume. Ese era el miedo también al ser medio absurdo, o de “no sé si esto va a funcionar acá”. Me encantaría hacer un drama igual. Intento no encasillarme.  

Está bueno probarte en lugares nuevos...  
Claro. Intenté siempre hacer eso y no quedarme solo en redes. Yo intento poder estar en todos lados a la vez. Es como dedicarte a redes y tenés que tener YouTube, Instagram, TikTok, Twitter, todas. Como con la vida, lo mismo, siento. A mí me gusta la ficción, el cine, el teatro, y mientras pueda, me gustaría probar todo.  


Esto de querer estar en todos lados, ¿te genera ansiedad o lo manejás? 
Lo que más me genera ansiedad son las redes. Una entra en una negociación. Los números son importantes, porque yo vivo en gran parte de eso. En un momento me había re enojado, decía: “Cerraría Instagram”, y después dije: “Bueno, Sofi –hablando de ser más madura–, es tu trabajo, lo tenés que hacer”. Y después, ir viendo en qué te sentís cómoda. Si ya no quiero hacer videos, veo qué otra cosa le digo a mi público, cómo le hablo, cómo cambio mi contenido. Cambia mucho la forma, hasta de editar. Antes una persona se bancaba un video de un minuto, y hoy en día no se lo banca. Ir prestando atención a qué es lo nuevo, qué es lo que está siendo más viralizado y cosas así, te tenés que adaptar. Pero cuando ya empezás a encontrarte en lo que te gusta y tu público va creciendo con vos y ya te conoce, fluye.  

 

En otra entrevista decías: “Estoy recién arrancando”, me gustó esa sensación de sentirte siempre principiante... 
Eso lo analicé estos días. Me estoy mudando, y con ese tema me puse nostálgica y me puse a pensar que desde que llegué acá –yo soy neuquina– estuve siempre en el mismo departamento. Este año es el noveno que estoy acá y, por ende, hace ocho que trabajo, es un montón. Entonces dije: “¿Por qué a veces me siento así?”. Es como que me gusta hacer las cosas como si no supiera, en modo esponja, modo aprendiz. Ahora, por ejemplo, que voy a hacer Heathers, yo ya hice teatro, pero es otro elenco, es trabajar con Fer (Dente), pero como director. Es otra experiencia y está bueno pararse desde otro lugar, pero no de falsa humildad, sino porque realmente me sirve. Pero a la vez está bueno decir “ya tengo todo este camino recorrido” y plantarme de cierta forma también como profesional en ese sentido. 

POLERA DE TUL y REMERÓN (AMPI VERA, $12.900 Y $20.700).

POLERA DE TUL y REMERÓN (AMPI VERA, $12.900 Y $20.700).  - Créditos: Inés Auquer

“Cuando llegué a Buenos Aires desde Neuquén estaba mucho más confiada que ahora. Una se va poniendo más presiones a medida que va creciendo”.

¿En qué sentís que te desafía Heathers
Primero, en interpretar un rol supericónico, que no me había pasado. Heathers tiene un nicho de fans que bancan mucho el musical, eso me da un toque de miedo. El desafío ahora es que nunca había interpretado un personaje de mala, muy cínica. Eso me divierte, porque venía de personajes más naíf, tipo el de Kinky Boots o la de Porno y helado, que en el fondo era buena. Este personaje siento que es mucho más siniestro, es la típica mean girl y eso me divierte.  

¿Qué recordás de esos años cuando llegaste a Buenos Aires? ¿Confiada? ¿Con miedo? ¿Qué te pasaba? 
Cuando llegué a Buenos Aires estaba mucho más confiada que ahora. Una se va poniendo más presiones a medida que va creciendo. A cualquiera le debe pasar. Cuando una más conoce o más sabe, se pone más presiones. Siento que los primeros años fueron muy de jugar. Con los videos en mi cuarto, vistiéndome, haciendo siete cambios, haciendo personajes distintos, me encantaba. No tengo recuerdos de haber dicho: “Qué embole, hoy tengo que grabar un video”. Tenía una idea, la guionaba, la grababa, la subía, respondía todos los comentarios. Un re laburo. Las redes no eran lo de ahora y me habían dicho: “Che, nunca se sabe quién te está viendo”. Empecé tipo ventana, para que me conozcan.  

Dijiste que llegaste a Buenos Aires muy confiada, ¿esa confianza venía de tu casa? ¿Te sostuvieron una infancia creída en que podías? 
Re. De hecho, ahora estoy en el proceso de diferenciar qué es lo que me dijeron que soy y lo que soy. Cuando pasan los años, decís: “¿Por qué me tienen tanta confianza?”.  

¿Vos a veces dudás todavía? 
Tengo re confianza. El primer año dudé, porque llegás acá de otra ciudad y es como fuerte, encima sola. Y les dije: “Voy a hacer algo aparte”, como para tener una segunda opción. Me acuerdo de que me anoté en periodismo en TEA. Y mi vieja me dijo: “Bueno, hacé lo que quieras, igual vos ya sabés qué es lo tuyo”. Sí, ya sé, pero por las dudas, quería tener un plan B. Yo decía: “¿Quién me asegura que me va a ir bien?”. Por momentos tuve desconfianza. No llegué a terminar la carrera porque empecé a laburar. En mi familia siempre me apoyaron muchísimo. Mi viejo, en Neuquén, era el que me llevaba a todos los ensayos hasta tarde. Siempre –no sé por qué– tenía grupos de gente más grande, que por ahí laburaban, y mis ensayos terminaban a las dos de la mañana. Me iban a buscar, mi papá me llevaba la tarta de choclo en un tupper y cenaba mientras iba a ensayar. Siempre eran los que me llevaban, me hacían los vestuarios, mi abuela me cosía la ropa, siempre tuve esa contención. Mi mamá es coach, muy de la escuela de darme confianza en mí misma. Pero hay veces que le digo: “Capaz no puedo, dejame ver si lo puedo hacer”. No siempre podés y está bueno transitar eso.
 

VESTIDO (WEARELSE, $16.990).

VESTIDO (WEARELSE, $16.990).  - Créditos: Sofi Morandi

“Mi mamá es coach, muy de la escuela de darme mucha confianza en mí misma. Pero a veces le digo: “Capaz no puedo, dejame ver si lo puedo hacer”. 

¿Cuándo sentís que nació en vos esa cosa de hacer reír? 
Siempre estuvo. Mi papá es muy gracioso. Siempre era como el tío gracioso en los asados los domingos, el payasito. Y mamé mucho de eso. Después suelo llevarme bien con la gente más grande. Tengo recuerdos de estar en una mesa jugando al póker, a la canasta o al rummy con mis tíos, que hacían chistes muy barderos, y yo siendo pendeja, esas cosas te quedan. Después siento que el teatro musical tiene mucho de eso, o Disney, tiene muchas cosas de comedia que me quedaron, el timing, hay una cosa musical en hacer reír. Me gustaba, no sé si ser el payaso del grupo, pero mi personalidad era así por naturaleza. Siempre me acompañó el humor, es parte de mí.

¿Te ayuda a transitar momentos que no están tan buenos?  
Re. Yo soy la típica a la que le dicen: “Che, pará, no tires el chiste ahora”. Siempre que puedo, te tiro un chiste, hasta en un velorio. Pero porque me sale, capaz hasta por nervios. En confianza, tampoco soy desubicada, pero soy de esas. Me sale. No finjo demencia, cuando estoy mal hablo, pero el humor es algo que me encanta. Si yo estoy mal, vení y tirame el chiste que quieras, que me va a hacer bien.  

¿Qué otras cosas hacés cuando estás mal? Porque los “veinti” tienen algunas crisis. 
Estoy en una etapa de análisis y noto que fueron años muy movidos y no podía analizar. Ahora lo que me hace bien es darme cuenta de qué me hace bien y hacerlo. Así de simple, pero antes no lo sabía. Quizá es llegar, hacerme una merienda y estar diez minutos preparándola, eso es como hacer yoga para mí. Es un momentito que me doy para el proceso. La terapia me hizo re bien también.  

¿Hacés terapia convencional o alguna más alternativa? 
Hago terapia freudiana, muy convencional. Recién hace un año que voy, así que me falta, soy nueva en esto, pero siento que me hizo re bien. Ahora estoy recomendándole ir a terapia a todo el mundo. Estar con mi perro también me hace muy bien. Me parece clave tener esos momentitos de bajar y estar para mí. Muchas veces, se hace muy difícil en este trabajo no tener una rutina fija y yo, desde que llegué de Neuquén, me la fui construyendo sola. Hay veces en las que tenés que tener tus horarios fijos, te ordena. Entonces, volcarme en la rutina también me hace bien y me organiza. Porque cuando me despeloto, se me despelota todo: también las ideas y las emociones. 

Las mudanzas movilizan muchas cosas. ¿Qué sentís que se estuvo moviendo con esta mudanza? 
Eso de decir “mirá lo que lograste”. Mirá para atrás, hiciste mucho. Porque a veces una se pone presiones y exigencias. Igual, yo soy re agradecida, tengo esos momentos de frenar, pero por ahí se te olvida. Y la mudanza, tener el departamento, es como muy físico, muy concreto. 

Es un logro material muy grande. ¿Te compraste la casa? 
Sí. Fue como “dejate de joder, hiciste todo esto, te ganaste todo esto, ahora fijate qué viene”. Es un cambio. Me estoy yendo del departamento familiar. Es un antes y un después para mí.

Hablás mucho de tu abuela... ¿Qué te trae su figura? 
¡Mi abuela es lo más! También me conecta mucho con el humor. Por ella arranqué danza, que fue lo primero, después vino el teatro. Ella baila flamenco, y esa pasión que tienen tanto mi abuela como mi abuelo por el tango me la re inculcaron. Es una segunda mamá para mí. Por ejemplo, he estado formándome en Estados Unidos y me fue a ver a la muestra. Mi abuelo también, ese nivel de apoyo. Son muy incondicionales. Y mi abuela me dice: “Mirá, mientras yo tenga patas, voy a bailar; mientras tenga energía, voy a bailar...”. Tiene una forma de disfrutar la vida que es admirable.  

¿Heredaste eso de ella, ese disfrute? 
Sí. Re. A veces digo que ella lo disfruta más que yo, pero con 45 años más. Pero re soy así también. 

¿Sos más de salir de joda o más puertas adentro con una serie? 
Re salí, pero ahora no. Ahora elijo cuándo salir, no es que estoy abuela. Elijo cuándo salir, cuándo irme. Eso es lo mejor de ir creciendo. Además, mis amigos ya saben, capaz a las 12.30 me voy y es como “bueno, dale, avisá cuando llegues”. ¡Qué hermoso, y nadie me insiste! Soy muy de la bomba de humo y en el grupo ya se sabe. 

CAMISA Y PANTALÓN (WEARELSE, $23.990 Y $25.990), ABOTINADOS (DERA, $35.900).

CAMISA Y PANTALÓN (WEARELSE, $23.990 Y $25.990), ABOTINADOS (DERA, $35.900).  - Créditos: Sofi Morandi

¿Qué amigos de esos que se sienten familia te hiciste en el medio? 
Del medio, Momi Giardina, que ahora también está en Heathers. Momi es lo más, está loquísima. Yo la empecé a seguir porque me daban risa sus videos, teníamos una amiga en común, y en los últimos años nos hicimos muy amigas. A ella también le pasaron un montón de cosas en el último tiempo: pasó una separación, todo el duelo, nos hicimos muy cercanas. Con Lucas Spadafora, también por sus videos. El humor me acercó mucho a ellos, es parte de mi vida, en cuanto a relaciones también. No puedo tener un grupo de amigos que no comparta el mismo humor, siento que es lo que te une con las personas. A Kevsho también lo quiero mucho. Cuando nos conocimos éramos muy niños. Nachito Saralegui, también lo re quiero. En este tiempo también me dije: “¡Uf, cuánta gente que conocí!”.  

¿Con los chicos de Porno y helado te metiste en el proceso de crear el guion o solo actuás? 
No, fue solo actuar. Igual, Martín Piroyansky, como director, nos re dejaba. Tuvimos ensayos antes de grabar, fue en Uruguay porque había pandemia acá en Argentina, teníamos ensayos por Zoom en toda esa época. Ahí nos decía: “Ustedes saben porque guionan cosas, tiren”. Cuando llegamos a Uruguay, había mucha cuestión de tiempos, hicimos todo a las corridas, no había mucho tiempo para improvisar, entonces había que ir al guion directamente. Queríamos improvisar más, pero en ese momento fue imposible. Grabamos 15 escenas por día. El año que viene, se viene la segunda temporada, pero todavía no empezamos a grabar. 

TRENCH, TOP Y PANTALÓN (LAS PEPAS, $99.000, $12.900 y $29.900), BORCEGOS (DERA, $52.900).

TRENCH, TOP Y PANTALÓN (LAS PEPAS, $99.000, $12.900 y $29.900), BORCEGOS (DERA, $52.900).  - Créditos: Inés Auquer

Y contanos de Olga en Vivo, tu nuevo proyecto...
Arranqué radio con Migue Granados y Julián Lucero en Olga en Vivo, por You Tube. Vamos de lunes a viernes, de 10 a 13 y arrancamos con todo. Justo que estábamos hablando de las rutinas, esto es algo que nunca hice, es un desafío. Pero no lo quería dejar pasar.

¿Y cómo te tiene la aventura?
Estoy chocha. Que sea Migue el que me llamó para decirme la idea del programa también me cebó porque es alguien a quien sigo y admiro mucho. Me parece un talentoso en todo lo que hace, me hace reír, me copaba la idea de laburar con él.

¿Ya lo conocías? 
De la vida, del ambiente, de redes. Teníamos buena onda pero real, nos estamos conociendo en el aire. 

¿Te dio algún consejo para stremear?
El consejo que nos dio para la radio fue que estemos tranqui, que nos escuchemos, que no hay que hacer mucho más que eso. Nos dijo que hacer un programa juntos y entenderse y conocernos, lleva su tiempo, pero que lo íbamos a ir encontrando. Eso me calmo la ansiedad.

Tres horas de radio por día, vas a hablar mucho de vos. ¡Ya no va a quedar ningún secreto!  
Sí, y no lo podés controlar mucho..., pero bueno… (risas). Ahora me cuido más con eso, fui aprendiendo. Igual, nunca me importó mucho. Siempre estuve consciente de que hay que tener cuidado con lo que una dice. Me fui poniendo filtros, pero el que busca encuentra. Por eso dejé de leer comentarios. Una siempre tiene en claro que los demás van a hablar y que es parte de esta profesión. Pero si estás en un momento medio medio y leés algo estando en una, es como “ay, ¿¡por qué lo leí!?”. Prefiero no leer. Si no estoy empoderada, no leo.  

¿Y verte te gusta? 
¡Odio también! Pero igual aprendo mucho de verme. Digo: “Qué dolor”, pero me encariñé un poco con la idea de verme. Veo escenas de Porno y helado, por ejemplo, que le encantaron a mucha gente, me hicieron comentarios re lindos y me abrió muchas puertas, y por ahí digo: “¡Qué horror esto!”, pero ya está, es lo que quedó y fue eso en ese momento. Eso me pasa con verme. Son decisiones que tomé en ese momento que por ahí ahora cambiaría. Y no, ya está.

¿Qué aprendizajes te trae el cuerpo para la vida? 
Muchos más de los que yo creía. Además, yo soy muy mental y el cuerpo me baja a tierra. Me pasó sobre todo con la voz. El canto es algo con lo que yo era más insegura. Lo sigo siendo, pero en cuarentena empecé a entrenar mucho más. Heathers ahora me encuentra en un lugar mucho más consciente de mi voz, que es mi instrumento ya sea para cantar o para hacer esta entrevista. Pero fue un proceso darme cuenta de eso, trabajé con una fonoudióloga la voz y todo el cuerpo, cómo me paro, cómo proyecto. Yo laburaba la corporalidad para la voz y me di cuenta de que para lo actoral también me sirve. Pasarlo al cuerpo te ayuda a bajar un cambio, a relajar, a actuar más liviana. Pasarlo al cuerpo te saca de la cabeza, que puede ser tu peor enemigo. 

¿Extrañás algo de la efervescencia que dijiste que tenías antes? 
Soy muy mental, reveo todo y analizo, pero no me arrepiento. Soy muy segura. Si lo hice así fue por algo, no tengo remordimientos con cosas. No volvería a esas épocas porque ya las viví. Me pasa de añorar. Va por el lado del paso del tiempo.  

¿Te pega el crecer? 
Sí..., me pega el paso del tiempo en la gente que quiero. La gente cambia mucho con el tiempo y en eso hay algo que me da un no sé qué... Pero no de “antes éramos más felices”. Me da nostalgia que pase el tiempo, ver a mi perro más grande, por ejemplo...  

“Soy muy mental, reveo todo y analizo, pero no me arrepiento. Soy muy segura. Si lo hice así fue por algo, no tengo remordimientos con cosas”.

Tenés tatuado a Mickey. Tenés algo con el mundo Disney... 
Sí, pero me lo hice re borracha. Estábamos en una fiesta, en mis épocas de salidas, y había una movida de streamers tatuándose en vivo y yo entré a buscar una Coca para prepararme un Fernet y le dije a Lucas, mi amigo: “¡Están tatuando! ¿Nos tatuamos?”, y Lucas me dijo: “Bueno”. Y fue así. Él es muy gracioso. Y nos terminamos tatuando un Mickey los dos.  

¿Es el único que tenés? 
No, tengo otro que me hice con mi familia. Una frase que significa “esto también pasará”.  Nos gustó la frase. Estábamos viviendo un momento bajón a nivel familiar. Es como una leyenda: lo bueno disfrutalo porque pasa y lo malo, tranqui porque también pasa. Y soy bastante así en la vida. Y el Mickey era eso. No me arrepiento, es una buena anécdota.  

Tu mamá es coach y decías que te crió muy confiada. ¿Te crió en el mundo de la ilusión y la fantasía o no tanto? 
Me criaron más de un lado –y yo soy Capricornio– de que si te rompés el culo, lo vas a lograr. Tenés que estudiar, tenés que formarte, tengo esa escuela. Hay gente que en el hacer va a aprendiendo. Yo era más de “primero me formo y hago esto”, me preparo y si trabajo mucho, se me va a dar. Como la ilusión de que se cumplen los sueños, sí, pero trabajando. Este año fui a una astróloga... 

¿Sos fan de la astrología? 
No entiendo mucho, pero me gusta cada tanto ir a tirarme las cartas. Me divierte. Soy re terrenal, pero me divierte que me lean la mano, el tarot. Y si algo me resuena buenísimo, y si no, lo dejo pasar. Fui con una astróloga para que me tire las cartas y organizar el año. Como cumplo en enero, me recomendaron que vaya cerca de mi cumple. Apenas arrancó, me dijo: “Te tenés que sacar la idea de que todo te va a costar un ojo de la cara. Porque capaz no te cuesta tanto como vos creés...”.

¿Sentís que a veces te cuesta eso, la liviandad? 
Tengo momentos, no soy tan relajada. Pero me gusta ser como soy. En el orden me siento cómoda. 

¿Qué te asombra y qué te gustaría que te siga asombrando? 
Los vínculos me asombran mucho. Me asombra cómo no tengo que forzar ciertos vínculos. Siento que aparecen cuando tienen que aparecer y que van a durar lo que tengan que durar. Eso no lo controla nadie. Me re flashea cuando tu entorno se acomoda a vos.  

¿Cuál es la última persona que llegó a tu vida en el momento justo en que tenía que llegar? 
Mi terapeuta, por un lado, y la otra... ¡me la reservo! (risas).  

¿Por qué le recomendarías a todo el mundo hacer terapia? 
Para revolver la caca. Busco todo lo que me sirva, para intentar conocerme más, y voy a intentar ir por todos lados. A mí la terapia me re sirvió. Siento que hay que pasar por eso una vez en la vida. •

MAQUILLÓ LORE NAVARRINE Y PEINÓ MAGGIE DOMÍNGUEZ.

AGRADECEMOS A THE NIGHT MARKET POR SU COLABORACIÓN EN ESTA NOTA.  

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