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Como Matilda, pero en la vida real: fue su maestra y ahora es su mamá

Joaquín proviene de una familia china y le costaba adaptarse al idioma y la enseñanza argentina, por eso la contactaron a Fabiana. La historia va mucho más allá que unas clases de apoyo escolar y terminó modificando para siempre un puñado de vidas.


Joaquín y Fabiana unidos por el destino y el amor

Joaquín y Fabiana unidos por el destino y el amor



Fabiana de Olaso nació hace 56 años en Lobos, una pequeña ciudad en el centro de la llanura bonaerense. Fue maestra de escuela primaria y profesora de música por más de tres décadas. Tiene tres hijas y tuvo miles de alumnos. Pero hace tres años recibió un llamado para que diera unas clases particulares; nunca imaginó que ese nuevo alumno le cambiaría la vida.

Joaquín nació hace 10 en la ciudad de Buenos Aires, pero a los dos años se fue a vivir a Fuzhou (provincia de Fujian), en China. Su familia nació y se formó en ese país, al otro lado del globo. Su padre se llama Jinhua, pero en Argentina le dicen Luis. Él fue quien llamó a Fabiana. No solo le pidió que le diera un apoyo escolar, sino algo más, que le mejorara su español y que lo hiciera “socializar”.

Joaquín Qiu

Joaquín Qiu - Créditos: Álbum familiar

Vamos a ese momento en la vida de Fabiana, para entender por qué ese pedido cambió todo. Fabiana estaba separada hacía cinco años. Su hija más grande, Ana Clara, era obstetra en Mar del Plata, la del medio, María José, vivía en Capital Federal, así que estaba sola en su casa con Malena, de 14 años. Fabiana se acaba de jubilar como docente y se encontraba de viaje en las cataratas de Iguazú, celebrando su nueva vida. Allí recibe el llamado de Luis.

Los cita para encontrarse a su regreso. Era el año 2019, la pandemia aún no existía. Luis va con Joaquín a la casa de Fabiana. La mamá de Joaquín vivía en China y ya no tenía contacto con ellos. Sin saber todo lo que vendría, a Fabiana ese encuentro ya le llamó la atención: “Joaquín entró a casa como si hubiera estado siempre, o al menos a mí me dio esa impresión”. Joaquín tenía entonces 7 años.

Anita, Fabiana, Malena y Maru

Anita, Fabiana, Malena y Maru - Créditos: Álbum familiar

Luis le pide a Fabiana que le dé clases de apoyo, pero también que lo vaya a buscar a la salida de la escuela, se lo lleve a la casa de ella y pasen un poco de tiempo juntos. Joaquín empieza a tomar las clases, pero también se queda a tomar meriendas, a ver las clases que Fabiana les da a otros chicos, mira tele, habla con Malena, la hija de Fabiana. La pasa bien.

Al poco tiempo, Joaquín se empieza a despertar por las mañanas con la cama mojada, Luis lo lleva al médico. Luego de analizarlo y charlar con Joaquín, el pediatra le dice que el trastorno es emocional, que mejor hable con su hijo a ver qué le pasa. Luis habla, lo escucha y Joaquín le dice que a él le gusta estar en lo de Fabi, que no se siente solo. Luis entiende, él trabaja muchas horas a cargo del supermercado donde viven. Joaquín se tiene que quedar en la vivienda arriba del comercio, no tiene hermanos, no hay tele, no usa el celular. Quiere estar más en la casa de Fabiana. Luis lo comprende, y quiere verlo mejor.

Joaquín y Fabiana estudiando

Joaquín y Fabiana estudiando - Créditos: Álbum familiar

Empiezan a compartir más tiempo, Joaquín le pide a Fabiana acompañarla al gimnasio, van juntos, él espera mientras ella hace su rutina. Pero a los pocos meses Luis recibe otra propuesta. Su trabajo es montar supermercados desde cero hasta que funcionan por completo. Su tarea ahí había terminado y tenía un nuevo proyecto en Spegazzini, Ezeiza, a 70 km de Lobos. Son muchas horas por días, desde antes que habrá el local, recibiendo a los proveedores, hasta bastante más tarde del cierre, preparando los pedidos. De lunes a lunes, sin feriados. Luis entiende que le es difícil ocuparse de Joaquín, y también que él no quiere separarse de Fabiana. Y acá es donde la historia se hace distinta.

Luis le pregunta a Fabiana si podía tener a Joaquín todos los días, todo el día. “Me agarró por sorpresa”, reconoce Fabiana. “¿Y qué hago si se enferma?”, fue la primera duda de la maestra. En ese caso, llame al médico, le respondió Luis.

“Nos tomamos dos semanas para pensarlo. A Malena le chocaba al principio, pero aceptamos”, recuerda Fabiana: “Joaquín estaba chocho con el cambio… él quería vivir acá”.

Joaquín y su nueva familia

Joaquín y su nueva familia - Créditos: Álbum familiar

Luis ya había anticipado que solo sería hasta fin de año. Así que en diciembre del 2019 Joaquín se fue. “Lloraba, se agarraba de las paredes, no sabés lo que fue… yo le decía que nos íbamos a seguir viendo”, se emociona Fabiana.

Llegó el 2020, llegó la pandemia. Ellos seguían en contacto, aunque no había forma de verse. “Pero en mayo me llama Luis y me dice que lo vaya a buscar porque Joaquín pedía por mí”, confiesa Fabiana. Desde ahí no se separaron más.

“Al principio Joaquín tenía mucho miedo, dormía con la luz prendida, Malena fue su pilar”. Malena tiene 17 años y es la hija más chica de Fabiana: “Al principio me costó mucho adaptarme a él, porque llegó de la nada. Es muy energético. Pero también es muy sociable y respetuoso. Ahora Joaquín es uno más en nuestra familia”.

“Maru”, la del medio, coincide: “para nosotros es un hermano, desde el primer día yo sabía que mamá iba a poder criar a Joaco, porque puede con eso y mucho más”. Y Ana Clara, la más grande agrega: “cuando me preguntan por mi familia yo siempre digo que tengo un hermano chinito. Él me enseñó a valorar más lo que ya valoraba la familia. Entre nosotros se estila mucho que alguien de afuera se considere familia”.

Algunos aseguran que las historias son cíclicas, que cada cierto tiempo se repiten. La abuela materna de Fabiana, María, tuvo tres hijos biológicos. Pero también adoptó tres nenas más. A todos ellas Fabiana aún llama tías: Celia, Delia y Raquel. “Ellas son tan tías como las otras”.

Joaquín ya tiene 10 y va todos los meses, solo en un remís, a visitar a su papá. Así notó Fabiana su crecimiento este tiempo: “Ha madurado muchísimo en estos dos años, era un nene más caprichoso al principio. Pero es bueno, coherente, adulto, sabe manejarse con sus compañeros. Es muy competitivo, no le gusta perder a nada, se recalienta si pierde, jaja. Y principalmente es un chico querible, a Joaquín lo quiere todo el mundo”.

En la iglesia Nuestra señora del Carmen, en Lobos, para un momento especial

En la iglesia Nuestra señora del Carmen, en Lobos, para un momento especial - Créditos: Álbum familiar

Estudia chino, habla con su abuela por video llamada, aunque no le entiende tanto porque es un chino mandarín un tanto diferente, pero igual se conectan. Ahora empezó a jugar al básquet, está muy contento. Hace poco lo bautizaron, con fiesta y todo, ya que Joaquín asiste a una escuela católica y debía cumplir con ese sacramento si quería tomar la comunión. “Estaba chocho porque hizo mucha plata dando las estampitas”, cuenta Fabi.

Invitación al bautismo

Invitación al bautismo - Créditos: Álbum familiar

Ella es la tutora. “A finales del 2020, había que firmar el boletín, también en el club… acá me conoce todo el mundo, pero teníamos que tener un papel. Por lo que firmamos en una escribanía un documento que dice que soy tutora. Para hacerlo realmente ante el Estado, lo tengo que adoptar, y Luis no quiere. Yo, si Joaquín quiere, lo adoptaría”.

Este verano se fueron, Joaquín, Fabiana y Malena a Mar del Plata, él no conocía el mar. “En China no está bien visto broncearse, los discriminan si se ponen morochos”, cuenta Fabiana. “Pero Joaco se metía en el agua hasta los días de lluvia, estaba fascinado con la playa”.

Joaquín tomando color en la playa

Joaquín tomando color en la playa - Créditos: Álbum familiar

Luis trabaja mucho en Argentina, pero asegura que su vejez la va a pasar en China. “Yo creo que Joaquín no se iría, pero el papá es Luis”, aclara Fabiana. “Aunque no creo que se vaya, si es de acá, de nuestra familia”.

Por lo pronto, aún siguen juntos. En una relación que conectó dos culturas separadas por un mundo de distancia, pero se unió en un idioma que va más allá de los dialectos y las costumbres, a través de un lenguaje más humano y profundo. Mientras tanto sus vidas transcurren, ya celebraron tres cumpleaños juntos, ahora esperan el cuarto. Sonríe Fabiana: “Pobre, cumple el 29 el febrero, cruzado hasta para nacer, mi hijo”.

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El último cumpleaños, mostrando de qué club es hincha - Créditos: Álbum familiar

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