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Qué pasa cuando tu hijo te plantea que quiere migrar: algunas claves para acompañarlo en la decisión

Hacer un viaje a otro país para estudiar o trabajar durante la adolescencia o juventud es una oportunidad muy valiosa de aprendizaje y crecimiento personal. También representa un desafío para toda la familia. ¿Cómo afrontarlo?


Qué pasa cuando tu hijo te plantea que quiere migrar.

Qué pasa cuando tu hijo te plantea que quiere migrar. - Créditos: Getty



Hacer un viaje a otro país para estudiar o trabajar durante la adolescencia o juventud es una oportunidad muy valiosa de aprendizaje y crecimiento personal. Sin embargo, también representa un desafío para toda la familia.

Para que la experiencia sea positiva y se convierta en un buen recuerdo, siempre es recomendable tener la información necesaria y prepararnos (nosotros mismos y a nuestros hijos) para lo que vendrá.

Hoy existen diferentes propuestas a la hora de ir a estudiar a otro país, y cada una de ellas tiene características diferentes que ameritan ser tenidas en cuenta.

Para quienes estudian en la escuela secundaria, los viajes educativos de dos o tres semanas son una buena opción para tener un primer acercamiento a una experiencia intercultural.

Para los más osados está la alternativa de cursar un cuatrimestre o un curso completo durante un año en un colegio secundario de otro país. Los estudiantes universitarios, por su parte, tienen la posibilidad de hacer un viaje de estudio o de trabajo durante tres o seis meses, al tiempo que hacen una pausa en la cursada de la carrera en Argentina. Mientras que otras personas optan por cursar directamente toda una carrera en otro país, o viajar con el título universitario para cursar afuera estudios de posgrado. 

En todas estas opciones existen diferentes alternativas de estadía. Las más frecuentes son alojarse en el seno de una familia o en una residencia universitaria. 

“Uno de los temores más grandes de las madres y padres es la vivienda familiar en la que se van a alojar sus hijos”, explica Laura Pucacco, profesora de Lengua y Literatura Inglesa que realiza viajes educativos desde hace más de 15 años. Saber quién y con qué criterios elige a las familias, cómo se van a tener que manejar sus hijos, qué van a poder usar y para qué van a tener que pedir permiso son algunas de las preocupaciones más frecuentes en estos casos.

En segundo lugar aparecen las dudas con respecto a la comunicación: ¿Se podrá comunicar? ¿Podrá expresar lo que siente y pedir lo que necesita? ¿O será el lenguaje una barrera difícil de pasar? 

Es bueno saber que las familias son cuidadosamente seleccionadas por la institución educativa del país al que se viaja, mediante un programa especial que cuenta con un coordinador. Además de estar calificadas para recibir estudiantes, cada familia es evaluada, así como los estudiantes, para seleccionar la mejor combinación posible. Es que tanto unas como otros deben completar un cuestionario con sus características y preferencias.

Así, hay familias que prefieren recibir adolescentes mientras que otras valorarán alojar a personas adultas. Los estudiantes, en tanto, deberán especificar si quieren ir a una casa donde haya otros adolescentes o no, presencia de mascotas o no, personas que fumen o con determinados requisitos en cuanto a la alimentación.

El idioma siempre es una barrera, que con tiempo y paciencia logra superarse. Cuanto más conocimiento se tenga, mejores serán las posibilidades. Pero a veces, por muy bien que se domine el otro lenguaje, las diferencias culturales dificultan la comunicación. Tranquiliza saber que las familias participan en estos programas con la condición de tener una predisposición a integrar a los estudiantes en sus rutinas diarias y socializar con ellos mientras comparten las comidas.

En el caso de quienes deciden alojarse en una residencia universitaria, también cuentan con un referente del programa implementado por el colegio o universidad que los recibe. En estos casos, deben firmar un compromiso de aceptación de las reglas (que no se pueden infringir) y del código de convivencia.

La seguridad y el transporte son otras de las preocupaciones que suelen tener las madres y padres cuando sus hijos viajan a estudiar afuera. La buena noticia es que la mayoría de las ciudades que ofrecen estas propuestas son lugares bastante tranquilos y seguros. Y en cuanto al transporte, hoy contamos con aplicaciones móviles que nos permiten saber cuáles son los medios disponibles en cada lugar, sus recorridos y frecuencias.

En síntesis, hay mucho que podemos hacer para que un viaje de estudio al exterior se desarrolle de la mejor manera posible. Contemplar el entorno que tendrán nuestros hijos es fundamental, ya sea que viajen con un programa desde Argentina o que los reciban directamente en el destino elegido. Dialogar previamente sobre la responsabilidad que conlleva insertarse en otra familia, con costumbres diferentes, también los prepara para que tengan más posibilidades de adaptarse.

Por el otro lado, también nosotros debemos prepararnos para esta experiencia. Hoy las redes sociales facilitan la comunicación y nos brindan una sensación de cercanía que antes no existía. Pero es necesario consensuar y regular este flujo, para que no abrume ni a quienes viajan ni a quienes se quedan en casa. 

De la misma manera, es imprescindible asumir que nuestros hijos crecieron y confiar en todo lo que les enseñamos, para que puedan disfrutar y capitalizar esta oportunidad de crecimiento sin que esto se convierta para nosotros en una experiencia disruptiva emocionalmente. 

Experta consultada: Laura Pucacco. Profesora de Lengua y Literatura Inglesa. Propietaria de The Nooks, viajes interculturales. IG: @thenooksok 

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