La trampa de las matrimillas: ¿estás a favor o en contra?
Las matrimillas consisten en una cuantificación de los “aportes parentales”, que se lleva a cabo a partir del registro de lo que otro/a hace y cuánto tiempo le insume, para entonces recuperar y hacer uso de un crédito a favor. Pero, ¿es favor de quién/quiénes?
18 de junio de 2024
Matrimillas: ¿suman o restan esos acuerdos en una pareja? - Créditos: Getty
Hace un tiempo ya, se instaló en muchas parejas y fundamentalmente en las que tienen hijos, un sistema de conteo de “puntos" donde uno y el otro “acumulan y gastan” días, horas, tiempo. Eso se denominó matrimillas. Una cuantificación de los “aportes parentales” que se lleva a cabo a partir del registro de lo que otro/a hace y cuánto tiempo le insume, para entonces recuperar y hacer uso de un crédito a favor. Pero, ¿es favor de quién/quiénes?
Un sistema que, si bien se presenta en un principio como equilibrado e igualitario, podemos repensarlo, enfocándonos en sus efectos entrampantes y porque estimula y se basa en la rivalidad y competencia donde se piensa en clave de “uno u otro” y no de “uno y otro”.
El relevo, contabilizar cuántas salidas mensuales por fuera de la pareja ha tenido el otro o la otra, entrar en la lógica del debe y el haber puede ser motivo de muchas tensiones, angustia, enojo y frustraciones en el vínculo de pareja.
Un modelo de estar y no estar en el vínculo que se tiñe de especulaciones, falta de espontaneidad y que se enfoca más en las polaridades de hacer/no-hacer y no tanto en el ser-no ser.
El sistema de atrimillas está construido sobre la fantasía, con algo de humor y mucho de realidad, de que el otro debe algo, o que tiene que devolver algo. Una deuda impagable y eterna, porque , ¿qué es lo que se llevó?
Una creencia que difícilmente en la práctica sea posible, donde además uno de los dos siempre queda ubicado en la espera. Un lugar que frustra y genera sensación de soledad, dejando de lado algo tan importante como recordar que la ganancia vincular se logra en lo que sucede, se piensa y desean juntos y no en lo que se arma separados.
Es frecuente escuchar entre parejas que crían y cuidan hijos juntos que la “sábana es corta”, que no hay “plan C”, y eso, muchas veces, es cierto porque en la actualidad las redes de cuidados son escasas, o limitadas o tercerizadas y pagas. Pero el desafío es pensar desde lo vincular, no profundizar una rivalidad basada en la idea de lo que el otro puede y hace es o será en perjuicio de uno de los dos.
Lo que para uno de los integrantes de la pareja puede ser descanso, disfrute y despeje no lo es necesariamente para el otro y en esa diferencia hay riqueza y posibilidad siempre y en la medida que no se instalen modalidades competitivas que enfrentan, lo cual aleja y lastima.
¿Cómo hacer entonces para construir y pensar con el otro?
1
Trabajar en la idea de que no todo lo que el otro hace es en relación a mi : No me debe nada. No le debo nada.
2
Pensar CON y no POR ni SIN el otro: Preguntarse, comunicar y conversar sobre qué quieren, que pueden, que necesitan, que desean.
3
Ubicar límites y medidas: cómo, cuándo y cuántas veces. Un acuerdo dinámico y flexible, con etapas y evaluando posibilidades reales.
4
Pensar desde quienes son sabiendo que la diferencia es parte y que no se trata solo de crear sistemas sino de acompañarse.
5
Propiciar encuentros, espacios, charlas, salidas de un hacer/pensar conjunto.
No todo es retribuible y muchas veces el desafío de habitar un vínculo de pareja es la co-construcción, donde se pivotea entre dar espacios para sostener el ser individual mientras se fortalece un “nosotros” que necesita ser ejercitado.