Salud sexual y reproductiva: ¿cuáles son los chequeos médicos que no podés postergar y por qué?
En pandemia muchos postergaron estudios de rutina por miedo o por razones de fuerza mayor. No obstante, hay algunos que no deberías dejar pasar.
23 de julio de 2021 • 11:46
Salud femenina. - Créditos: Katemangostar en Freepik.es
Es importante que cada año consultemos a los especialistas para conocer nuestro estado de salud y prevenir patologías. A eso se suma que la ciencia actual nos permite contar con herramientas para estudiar nuestro perfil reproductivo y tomar decisiones con información confiable de cara al deseo de cursar un embarazo. Para tener un pantallazo general de cómo está nuestro cuerpo, le pedimos a una experta, la ginecóloga, obstetra y especialista en medicina reproductiva Dra. Pamela Nicotra, que nos contara cuáles son los estudios que no deberíamos dejar de hacernos, sobre todo si queremos tomar decisiones a conciencia.
Mamografía
La mamografía es un tipo de imagen médica especializada que utiliza un sistema de dosis baja de rayos X para visualizar el interior de las mamas. Es un examen que ayuda en la detección temprana y el diagnóstico de las enfermedades mamarias. La edad estimada en que deberíamos empezar a hacernos una mamografía es a partir de los 40 años, o antes, si hay antecedentes familiares. Se trata de un procedimiento rápido (alrededor de 20 minutos), y la incomodidad es mínima para la mayoría de las mujeres.
Papanicolaou
El papanicolaou es un procedimiento para el que se usa un cepillo pequeño o una espátula para extraer células del cuello uterino. Una vez extraídas se examinan en el microscopio y se determina si hay cáncer de cuello uterino o cambios en las células que puedan producirlo. Es posible que algunas de las células obtenidas durante una prueba de Papanicolaou se analicen para detectar el virus del papiloma humano, también denominado HPV. Esta infección es un factor de riesgo de cáncer de cuello uterino y se transmite mayormente durante las relaciones sexuales. La frecuencia con la que debe realizarse una prueba de Papanicolaou depende de la edad de la mujer, los resultados de pruebas anteriores y otros factores.
Conteo de reserva ovárica
El retraso de la maternidad es el nuevo paradigma de una sociedad moderna, por lo tanto, contar con herramientas accesibles para conocer el perfil reproductivo de cada mujer es clave para poder planificar un embarazo adecuadamente. Con ese fin podés realizarte un estudio de reserva ovárica, muy simple y accesible, que solo implica la realización de una ecografía transvaginal y un perfil de hormonas por sangre. En este sentido tenés que saber que los ovarios, que son órganos maravillosos y complejos, se pueden ver afectados por tres factores:
La genética. Existen ciertas mutaciones genéticas heredadas de nuestras madres o abuelas que pueden tener impacto directo en la salud de nuestros ovarios y su correcto funcionamiento. Esto puede desencadenar una pérdida acelerada de folículos y con ello una dificultad para lograr un embarazo, una menopausia precoz o, en casos raros, un cáncer de ovario. En los últimos años hay un auge de los estudios genéticos que nos permiten conocer y predecir este tipo de daño.
Los hábitos alimenticios. El tejido adiposo juega un rol importante en la producción, almacenamiento y liberación de hormonas. La producción de estrógenos y sus niveles circulantes dependen de la presencia de grasa y su distribución corporal. El exceso de tejido adiposo afecta al sistema endocrino, pudiendo haber cambios en la menstruación, ovarios poliquísticos y hasta tumores, lo que impacta directamente en la fertilidad. La función reproductiva y el estado nutricional están estrechamente relacionados, tanto la obesidad como la extrema delgadez pueden generar infertilidad. La disponibilidad de energía es crítica para la reproducción. Todo aquello que limite la energía, los nutrientes esenciales, que la paciente haga ejercicio excesivo o realice una ingesta limitada, puede ser contraproducente para el mantenimiento de las células, la síntesis de hormonas, para la ovulación para la fertilización o inclusive para el crecimiento óptimo del feto. Con el bajo peso, lo que se produce a nivel hormonal es una disminución de la leptina, una activación de las glándulas suprarrenales y una alteración de la función tiroidea que generan un ahorro energético masivo y hay una anovulación como consecuencia final. Es decir, la paciente no ovula y por eso es muy difícil que se embarace. El organismo genera un ahorro energético y considera que el embarazo sería un gasto energía muy grande y que ese cuerpo no está apto para realizar.
La edad. La ciencia ha demostrado que los embarazos después de los 38 años pueden tener un impacto negativo en la salud de los ovarios. Esto en general se asocia a un mayor número de ovulaciones ininterrumpidas, la exposición sostenida a estrógenos y el riesgo de sufrir una enfermedad tumoral asociada a los ovarios. A esto se suma el deterioro de la calidad de los óvulos, lo que aumenta el riesgo de infertilidad y aborto. En ese sentido existe una técnica experimental (llamada “rejuvenecimiento ovárico”) que se aplica en mujeres con baja reserva ovárica que van a realizar un tratamiento de fertilidad. Consiste en aplicar plasma rico en plaquetas (PRP) directamente en los ovarios, a través de una punción. ¿El objetivo? Favorecer la activación de “folículos dormidos”.
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Las mujeres nacemos con un stock de óvulos ya determinados en nuestros ovarios. Esos óvulos son células biológicas que no se renuevan. Al contrario, con nuestra primera menstruación todos los meses los ovarios exponen un grupo de folículos de los cuales solo uno se ovula y el resto se pierde. Y así mes a mes, y sin freno, una cantidad de folículos se pierde, hasta que los ovarios se agotan, liberan el ultimo óvulo y la mujer entra en menopausia. Es decir, la menopausia ocurre cuando no existen mas óvulos en los ovarios.
Con la edad, existe la dificultad real para lograr el embarazo. Lo que ocurre es que estas células, los óvulos, al no renovarse comienzan a acumular daño en su ADN. Esta alteración en la calidad ovocitaria se observa a partir de los 35 años, con una declinación más fuerte a partir de los 38 y mucho más marcada luego de los 40. El ADN dañado va interferir en la formación de un embrión sano. En estos casos existen porciones de ADN que se duplican y otras que se pierden en el momento de la fertilización, dando lugar a un embrión aneuploide (anormal). Este tipo de embriones en general no logran implantarse, o se pierden tempranamente (abortos), pero también pueden dar lugar al nacimiento de un bebé afectado. Es decir, con el correr de los años, tanto la cantidad como la calidad de los óvulos declina dificultando la llegada de un embarazo espontáneo.
La alimentación en la salud ginecológica general
Una buena práctica al momento de estudiar la salud ginecológica es tener una perspectiva multifactorial, considerando no solo factores hormonales, genéticos y bioquímicos, sino la interrelación de estos con la alimentación y el ambiente, es decir, pensando en lo que se conoce como epigenética. Específicamente, es la capacidad que tienen los alimentos para moldear nuestro ADN, que puede afectar no solo a la fertilidad, sino también ser transmitido a la descendencia mediante lo que se llama herencia transgeneracional. Así, llevar una alimentación saludable, junto con un estilo de vida activo, puede desactivar los genes responsables de la inflamación crónica y otras tantas afecciones ginecológicas. En ese sentido tenés que saber que los genes predisponen, pero la alimentación y el ambiente determinan y modifican su expresión. Una dieta saludable y equilibrada es clave para mantener la salud de los ovarios.
* Pamela Nicotra Perassi es especialista en Medicina Reproductiva MN123756. @dra.pamelanicotra