
Se necesitaría más de una vida (y una buena fortuna) para conocer apenas los más atractivos, célebres e interesantes rincones del mundo. Hasta el más generoso diario de viaje tiene siempre páginas en blanco. Qué mejor, entonces, que el cambio de año, ese quiebre en el que se imponen los balances y las proyecciones, para pasar revista a lo conocido, evaluar las posibilidades concretas de contemplar nuevos atardeceres y también soñar, por qué no, con alternativas aparentemente más remotas.
Enumerar las mayores bellezas de este planeta es un juego arbitrario, pero con cierto potencial práctico. Proponemos así una selección de veinticinco lugares imperdibles, incluyendo maravillas naturales y culturales de todos los continentes, que podría al menos resultar un punto de partida inspirador de listas más personales.
Llegar a estos sitios en algunos casos consumirá muchas energías, todos los ahorros de un año o los sacrificios de una vida. En otros, no tanto. Para conocer muchos de esos atractivos habrá que atravesar varios husos horarios y escollos culturales. Otros quedan casi de paso. Varios hitos (la catedral de Santa Sofía, las Torres Petronas, Machu Picchu) demuestran el ingenio del hombre y otros lugares (el Amazonas, en peligro), que su ambición puede destruir lo que toca. La naturaleza sabia (el Gran Cañón, los glaciares argentinos, el Sahara?) siempre que la dejaron también ha demostrado quién es la que manda, como se vio tan dramáticamente por estos días.
A continuación, algunos de estos sitios, contundentes pruebas de la capacidad creadora del hombre.
- La Gran Muralla China. Aunque comenzó a levantarse en el siglo VII antes de Cristo, la construcción actualmente en pie data sobre todo del siglo XVI y XVII. Todas sus dimensiones son impresionantes: 6400 kilómetros de extensión atravesando llanuras, desiertos y montañas. En promedio, mide 6 metros de ancho, 8 de altura, más los 4 metros que suman los miradores. Parte de un puerto en la costa oriental y llega a la ciudad de Xinjiang, en el noroeste del país. Siempre cargó con el mito de ser la única construcción terrestre visible desde el espacio, algo prácticamente imposible sin telescopio. Tres puntos son los más visitados por los turistas: Badaling, Mutianya y Simatai, respectivamente a dos, tres y cuatro horas al norte de Pekín. En todos los accesos se suele cobrar una entrada de unos cuatro dólares. Algunos cuentan con cablecarriles para ascender. Y para los espíritus más lúdicos, en otros puntos se puede descender por un tobogán.
- La Ciudad Prohibida, China. En pleno centro de Pekín, este coloso de 720.000 metros cuadrados es el mayor palacio del mundo. Lo mandó construir el emperador Yung-Le, en 1408, para que fuera la sede del gobierno imperial. Se lo llamó Ciudad Prohibida porque nadie podía ingresar en él, ni siquiera la familia imperial. Allí vivieron los últimos 24 seres de sangre azul que dieron las dinastías Ming y Quing, hasta 1911, cuando la revolución abrió al pueblo las puertas de esta jaula de oro. Todo el palacio se distribuye a lo largo de un eje central y los edificios laterales son simétricos, con llenos y vacíos que tienen un valor simbólico. Por ejemplo, la entrada principal mira al Sur, para honrar al sol, la fuerza y la vida, es decir al principio masculino del yang.
- La Ciudad Vieja de Jerusalén, Israel. Destino del turismo religioso por definición, encorsetada en muros de piedra amarillenta del siglo XVI y con ocho puertas históricas, esta vieja ciudad,de apenas un kilómetro cuadrado, es sagrada para judíos, cristianos y musulmanes. Para los cristianos, porque aloja el Santo Sepulcro y es el sitio desde donde Jesús ascendió al Cielo. Para los judíos, porque alberga el famoso Muro de los Lamentos. Para los musulmanes, porque bajo la Cúpula de la Roca el profeta Mahoma ascendió al cielo. En hebreo, Jerusalén significa Ciudad de Paz. Sin embargo fue campo de batalla de romanos, bizantinos y cruzados, y desde el siglo XX se la disputan árabes e israelíes.
- Machu Picchu, Perú. Meta de miles de mochileros, la Ciudad Perdida de los Incas, descubierta en 1911 por Hiran Bingham, es una maravilla arquitectónica bien conservada. Muchos turistas llegan desde Cuzco en un tren de lujo. Otros se animan al trekking más famoso de América del Sur: el antiguo Camino del Inca, poco más de 40 kilómetros a pie por el medio de las montañas y selvas de altura, llegando a los 4000 metros sobre el nivel del mar. El circuito por la Ciudadela se puede hacer en un día, pero el que se quede dos lo difrutará más, sin prisa. Eso sí, piense en alojarse en el pueblito de Aguas Calientes, porque el único hotel que hay en Machu Picchu cuesta 500 dólares.
Por Mónica Martin
Para LA NACION
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Verde entre rascacielos
El Central Park en Manhattan, Nueva York. Es el pulmón verde más filmado del mundo y cada año 25 millones de personas lo visitan. Este oasis en la jungla de asfalto neoyorquina ocupa el 6% de la superficie de la isla de Manhattan con 6 hectáreas de agua, 101 de césped y 55 de bosques poblados por 275 especies de aves migratorias. Si se caminaran todos sus senderos se recorrerían casi 94 kilómetros. Los turistas prefieren conocerlo en mateo o bicicleta, pero muchos norteamericanos inician el día corriendo los 2,5 kilómetros alrededor de las aguas del lago Jacqueline Kennedy Onassis. De sus siete fuentes ornamentales, la de Bethesda es la más popular. La cita obligada de los chicos es en el Wildlife Center, un Zoo que recrea el hábitat natural de los animales.
Símbolo del amor eterno
Taj Mahal, India. Es la tumba funeraria más famosa de la historia e integra un conjunto de cinco edificios que ocupan 17 hectáreas sobre el río Yamuna. Construida en Agra, entre 1632 y 1647 por el emperador Shah Jahan para su esposa preferida, Mumtaz Mahal -que murió en el parto de su décimocuarto hijo-, es el ejemplo más acabado de la armónica arquitectura mudéjar. Tiene una cúpula sensual, tres espejos de agua que reflejan todo el edificio en el jardín, e interiores decorados con mármoles y piedras preciosas. Esta obra le costó la cárcel al emperador, pero dicen que se consolaba viendo desde su celda esta prueba de amor eterno. Por primera vez, y hasta marzo, los turistas podrán visitarlo a la luz de la luna, por una entrada de 22 dólares.
Obras majestuosas para devotos
La Sagrada Familia, el Vaticano y la catedral de Santa Sofía
- El Vaticano. Este Estado dentro de otro Estado nace en la Plaza San Pedro, a pocos metros del río Tíber, en Roma. En el 324, el emperador Constantino hizo levantar una basílica sobre los restos de San Pedro y en su reconstrucción, en el siglo XVI, participaron los artistas más cotizados de la época. A pasos de la entrada está La Piedad, de Miguel Angel. A 132 m de altura, la cúpula, también diseñada por él en 1546 (junto con el ábside y los transeptos), se lleva todas las interjecciones de los turistas. Este Estado soberano es una reserva artística de la humanidad. Allí están los Museos Vaticanos, un submundo increíble de 14 museos; una biblioteca con 1.500.000 volúmenes de un valor incalculable; la Estancia del papa Julio II, decorada por Rafael Sanzio, y la Capilla Sixtina, con los frescos pintados por Miguel Angel y las paredes, por Botticelli y Perusino.
- La Sagrada Familia, Barcelona. En la ciudad más vanguardista de España, el arquitecto Antonio Gaudí levantó su obra más ambiciosa, el monumental Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Comenzó en 1883 y vivió dentro de la obra, pero murió en un accidente antes de concluirla. En 1936, durante la Guerra Civil Española, se quemaron los planos, pero un grupo logró reconstruirlos. El estilo modernista cambia el academicismo y la supuesta fealdad de la arquitectura industrial del siglo XIX por formas y materiales más próximos a la naturaleza. Está abierta al turismo, con una entrada de 8 euros (11, con visita guiada).
- La catedral de Santa Sofía, Estambul. Varios cruceros que navegan el mar Egeo, cruzan el estrecho del Bósforo y hacen puerto en la ciudad turca de Estambul, donde se yergue el mayor monumento que dejó la era bizantina, el Aya Sofía, sagrada sabiduría. Fue construido sobre otras dos reliquias sacras, en el año 537, por el emperador Justiniano, que quiso inmortalizarlo como iglesia cristiana. Sin embargo, en 1453, cuando los turcos recuperaron Constantinopla, pasó a ser mezquita. Su destino volvió a cambiar en 1934, al fundarse la República Turca y transformarse en museo. Además de su cúpula central de 56 metros de altura, lo que más sorprende es la convivencia pacífica de elementos musulmanes y cristianos.
Un legado faraónico
- Las pirámides de Giza, Egipto. Sobre la margen occidental del Nilo y a pocos minutos de El Cairo, las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino se construyeron hace 4600 años y constituyen la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que aún está en pie. Fueron consagradas Patrimonio de la Humanidad en 1979. Para erigir el conjunto de 5.750.000 toneladas, los egipcios cortaron, transportaron y ensamblaron 2,3 millones de piedras. Tanto fascinaron a la humanidad que muchas teorías se barajaron -incluso la extraterrestre- sobre el modo en que una civilización tan primitiva erigió semejante coloso.
Se las puede visitar y caminar por galerías y pasadizos hasta la cámara funeraria (no recomendable para personas con claustrofobia o asma). Al atardecer se realizan shows de luces y sonidos, con las pirámides de fondo.
Grandes construcciones que van hacia arriba
Eiffel, Petronas y la Torre de Londres
- La Torre de Londres. Es la más antigua fortaleza de Inglaterra y bajo sus cimientos yacen los restos de la antigua Londinium construida por el emperador romano Claudio. El complejo que hoy visitamos fue pensado por Guillermo el Conquistador para demostrar el poderío de los normandos, pero no sólo fue castillo, sino también una célebre prisión y la última morada de muchos seres de sangre azul, como Ana Bolena y Catalina Howard, esposas de Enrique VIII. Los turistas pueden apreciar allí una curiosa colección de armaduras, una tremebunda sala de torturas y las joyas de la corona británica, custodiadas por los Guardianes de la Torre, que aún se visten con el emperifollado traje azul y dorado que la reina Victoria pensó para ellos en 1858.
- La Torre Eiffel, París. Custodiando los Campos de Marte, a pocos metros del Sena, no sólo París, sino toda Francia son inimaginables sin ella. Fue obra del ingeniero Gustave Eiffel, para la Exposición Universal de 1889, como un desafío de la arquitectura metálica a las reglas tradicionales de la construcción. Alrededor de 12.000 piezas de hierro elegantemente ajustadas por 2.500.000 remaches son el contundente homenaje a la era industrial. La obra, que necesitó dos años de trabajo, está dividida en tres pisos: a los 57 metros, 115 y, el último, a los 276, pero una antena de la radiotelevisión francesa eleva su altura a los 333 metros. La última plataforma ofrece una visión de 360º de toda la ciudad. La entrada, que da acceso a los tres pisos, cuesta 10,70 euros. Hasta el 23 de este mes, los que suban tendrán derecho a patinar sobre una pista de hielo de 200 metros cuadrados con préstamo de patines incluido.
- Torres Petronas, Kuala Lumpur, Malasia. En la capital de Malasia se inauguró en 1997 esta obra del argentino César Pelli, que pronto se convirtió en un símbolo de la pujanza del sudeste asiático. Sus 452 metros la convirtieron en el edificio más alto del mundo, pero perdió esa corona en 2001, frente a los 460 metros del Centro Financiero Mundial de Shanghai. Estas torres gemelas están unidas a la altura del piso 41 por un puente doble de 58,4 metros de extensión. La mayoría de las oficinas están ocupadas por Petronas, la corporación petrolera estatal, y varias empresas multinacionales. También es la sede de la Orquesta Filarmónica de Malasia.
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