
48 horas en Praga
Un itinerario tan ajustado como esencial para explorar en poco tiempo el casco antiguo de la capital de la República Checa, una de las ciudades más románticas de Europa
14 de abril de 2013

Aires medievales, callecitas barrocas y un extenso muestrario de estilos arquitectónicos. Praga nació como asentamiento de los reyes de Bohemia, fue sede del gobierno de Checoslovaquia y hoy es la capital de la República Checa, un país constituido en 1993 tras dos guerras mundiales, la ocupación nazi, el dominio soviético y su separación de Eslovaquia.
Desde 1992, el casco histórico de la Perla de las Cien Torres está inscripto en la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Visitarlo permite conocer la esencia de esta ciudad. Entre colinas y el río Moldava, el Camino Real -la ruta de los desfiles de coronación realizado por primera vez en 1438 por Alberto de Habsburgo es el paseo ideal para admirar edificios y monumentos que identifican a los barrios de esta capital dorada, impregnada de historia. No hay estadía (turística) que alcance para explorarla completamente, pero aquí va un itinerario posible para aprovechar al máximo dos días en una de las ciudades más lindas de Europa.
DÍA 1
Por la mañana, Hradcany
La mejor opción es comenzar por lo alto para continuar el día cuesta abajo. Los tranvías 22 y 23 llegan hasta el Barrio del Castillo Hradcany, el más antiguo de Praga. Allí, el monasterio barroco de Strahov es la primera parada y aunque todavía la nieve cubre el comienzo de la primavera, los 5 grados al sol no se sienten tan fríos. "Fundado en 1143 y restaurado en el siglo XVII, Strahov ahora funciona como monasterio y museo. En su interior, la basílica de la Asunción de Nuestra Señora aún conserva el órgano que tocó Mozart durante una visita al convento en 1787", cuenta Jitka Jirátová, una guía turística que conoce a su ciudad como pocos.

Un centro histórico que ya es Patrimonio de la Humanidad
El camino que sigue hasta llegar al palacio Czernin -actual Ministerio de Asuntos Exteriores se abre a una vista general sobre la imponente iglesia de Loreto. Éste es el centro de peregrinación más importante de Praga y alberga una réplica de la Santa Casa donde vivió la Virgen María en la ciudad italiana de Loreto. Muy cerca, el palacio Schwarzenberg es un buen ejemplo del estilo renacentista checo, con sus paredes esgrafiadas. Hoy pertenece a la Galería Nacional de Praga y conserva las obras más importantes del barroco checo.
Pocos pasos más adelante, siempre en el mismo circuito, el mítico castillo gótico que da nombre a este barrio recibe a cientos de turistas que se amontonan a las 12 del mediodía para presenciar el cambio de guardia. Con una superficie de 70.000 metros cuadrados, figura en el libro de récords Guinness como el castillo medieval más grande del mundo y es uno de los puntos más fotografiados de Praga.
Al cruzar las rejas, una construcción que llevó más de mil años de trabajo, interrumpido por las sucesivas guerras, es la Catedral de Vito, inspirada en la arquitectura gótica francesa y finalizada en 1929 con un estilo neogótico. En su interior, una puerta de siete llaves atesora las joyas de coronación de los reyes de Bohemia. Los portadores de cada una de esas llaves son el presidente de la República, el primer ministro, el arzobispo de Praga, los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, el diácono de la Catedral y el alcalde de Praga, quienes las juntan cada cinco años para abrir la puerta al público, ávido de admirar los tesoros reales.

El ingreso al castillo de la ciudad - Créditos: F. Lago
Hacia el norte de la fortaleza, el Callejón de Oro es el recorte de una ciudad detenida en el tiempo. Desde hace pocos años dejó de ser un paseo gratuito y hoy su acceso está incluido con el boleto para visitar la catedral. A través del legendario caminito checo de alquimistas y orfebres se puede espiar una decena de casas para conocer cómo vivía la gente durante los últimos cinco siglos y entrar, por ejemplo, a la más concurrida la número 22-, hogar de la hermana del escritor Franz Kafka, quien también vivió y escribió allí. A partir de marzo y después de las 16, se puede dar una vuelta sin pagar entrada sólo para fotografiar el atardecer sobre sus adoquines, porque a partir de ese horario las puertas de las casas se cierran.
Mediodía y tarde: Mala Strana
La primera calle para apuntar es Nerudova, que se aleja de Hradcany para acercarse a Mala Strana o el Barrio Pequeño. Jitka, la guía, explica que hay otras tres calles a tener en cuenta: Mostecka, Celetna y Karlova, que entre desvíos es bueno recordarlas porque ordenan el recorrido. Por Nerudova las coloridas fachadas atraen la atención y los portales de las casas que antiguamente no utilizaban el sistema de numeración todavía conservan los símbolos que las identificaban. Por ejemplo, el sitio donde vivió gran parte de su vida Jan Neruda escritor checo de quien el poeta chileno Ricardo Neftalí Reyes tomó su apellido como seudónimo es la casa de los dos soles.
El Barrio Pequeño es la zona barroca por excelencia. Allí se encuentra la tan visitada iglesia de Santa María de la Victoria, a la que cada día cientos de creyentes concurren para adorar a la estatuilla de 45 centímetros del Niño Jesús, quien bendice con una mano, mientras con la otra sostiene el mundo.
Para almorzar comida típica y cerveza checa, una opción interesante es Lokal (Mísenská 66/12). Allí se puede probar pecena kachna (pato asado) o svickova (salsa agridulce con crema y carne vacuna), cada plato por unas 120 coronas checas, que equivalen a 30 pesos argentinos.
Para la sobremesa, ideal caminar por U Luzickeho Seminare, la calle más estrecha del mundo. En realidad se trata de un pasaje peatonal con semáforo incluido y muchos turistas sacando fotos graciosas. El paseo continúa por la plaza Velkoprevorske, un poco para hacer una pausa y descansar y otro poco para ver un famoso muro escrito en todos los colores e idiomas. Esta pared fue pintada por primera vez en 1980 tras el asesinato de John Lennon, cuando los comunistas de la época borraron sus escritos y las pintadas volvieron a pesar de las cámaras de vigilancia. Hoy el memorial es conocido como el Muro de Lennon.

El Muro de Lennon - Créditos: F. Lago
Muy cerca, el Puente de los Enamorados lleva a una isla artificial para caminar la tarde sin prisa. Y a orillas del río Moldava tres bebes gigantes -obra del escultor checo David Cerny sorprenden, junto a una fila de pingüinos amarillos sobre el agua, e indican la entrada al Museo de Arte Moderno.
No se puede abandonar esta zona sin antes pasar por el Museo de Kafka. Abierto en 2005, este año celebra el aniversario 130° del nacimiento del célebre escritor checo con una interesante muestra sobre su vida y trabajo. Al salir de esta exposición que en su entrada tiene otra provocadora escultura de David Cerny con dos hombres haciendo pis sobre el contorno de la República Checa-, la calle Mostecka retoma el camino hacia el Puente de Carlos. Justo a tiempo para ver cómo de a poco y al llegar la noche las luces lo iluminan y lo reflejan en el río, en una de las postales más románticas de la ciudad.
DÍA 2
Staré Mesto y Josefov
Después de un buen desayuno, hoy el punto de partida es el segundo puente más antiguo del país, que cruza el río Moldava y llega al barrio viejo o Staré Mesto. Al pie de la Torre de Praga, que sirve de acceso al cruce, Jitka, nuestra inseparable guía, señala el número 135797531 escrito sobre la torre y también en un museo vecino. Y explica: "Aquí se documenta el inicio, cuando el rey Carlos IV consultó a numerólogos y astrólogos, quienes le aseguraron que si la piedra fundamental del puente se colocaba según una línea de números impares éste jamás sería derribado". Así sucedió: desde el comienzo de su construcción en el año 1357, el 9 del mes 7 a las 5 horas 31 minutos, hasta hoy, nunca fue destruido.
Es bueno ir temprano para verlo en sus horas solitarias, antes de que cientos de personas transiten por los 515 metros, sin dejar de observar las treinta estatuas de santos que completan un cruce a paso lento. La mayor concentración de turistas se da ante la imagen de Juan Nepomuceno, confesor de la reina de Bohemia, quien fue ajusticiado por Wenceslao IV al negarse a romper el secreto de confesión. Una placa con cinco estrellas indica el punto desde donde lo arrojaron al río luego del martirio y se dice que las mismas estrellas habrían aparecido en el agua al hundirse San Juan. Los restos del religioso descansan en una tumba hecha con dos mil kilos de plata en la catedral de San Vito.

El Museo de Kafka - Créditos: F. Lago
Del otro lado del puente, callecitas típicas y negocios de recuerdos abren camino por Karlova, que lleva al orgulloso reloj astronómico del año 1410, uno de los puntos que atraen todas las miradas cuando sus figuras realizan su pequeño show mecánico. El ayuntamiento y los salones oficiales de la alcaldía son los edificios que acompañan esta esquina, que luego se abre a la plaza Staromestske. Con tanta distracción alrededor del reloj es fácil perder el instante en el que comienza la ceremonia que se repite a cada hora entre las 9 y las 21. Según explica Jitka, "las dos puertas se abren y desfilan los doce apóstoles. Más abajo la lujuria, la avaricia y la vanidad niegan con la cabeza queriendo decir que no encuentran sentido a la vida, mientras el esqueleto afirma porque sabe que el sentido es él. Un gallo dorado canta y finaliza con las campanadas que indican las horas".
Cruzar la plaza Staromestske, junto a la iglesia de Nuestra Señora de Týn, lleva a dos sitios. En el número 5 de la calle U Radnice se conserva el portal de lo que fue la casa donde nació Kafka en 1883. Otro desvío sube por la avenida París, un paseo comercial con todas las marcas de lujo que introduce a Josefov, el barrio judío. Seis sinagogas, el ayuntamiento, el antiguo cementerio y un museo rememoran la historia del antiguo gueto.
Una tarde en Vysehrad y Nové Mesto
Desde la plaza central del barrio viejo hasta Josefov hay cinco minutos a pie. Un segundo paréntesis al antiguo camino de los reyes se puede tomar en dirección al Sur. En la calle Staromestska el tranvía 17 tarda quince minutos hasta la parada Vyton del barrio Vysehrad.

La Casa Danzante
Es un poco más alejado y menos turístico, pero encantador. Su castillo medieval, del siglo X, con un extenso parque, brinda desde lo alto de la colina una extraordinaria vista sobre el resto del casco histórico. Los jardines de Vysehrad, con sus esculturas rodeadas de naturaleza, son ideales para recorrer y, cuando el clima lo permite, organizar o improvisar un picnic.
De vuelta en la plaza Staromestske, el camino se aleja del reloj astronómico para seguir por la calle Celetna. En la esquina que cruza con Ovocný Trh, una obra maestra del cubismo es conocida como la Casa de la Virgen Negra y es la más antigua realizada en este estilo arquitectónico. Esta construcción, identificada por una virgen negra con un bebe, alberga un café y una galería cubista con una interesante muestra de esta corriente artística.
Por fin, el trayecto real se completa con la Puerta de la Pólvora, que indica el límite. Se trata de una torre gótica y renegrida que era el punto de partida hacia la coronación en la catedral San Vito. Ir en la dirección opuesta a los antiguos cortejos reales es una manera de evitar a los grandes contingentes de turistas, y al desandar la historia desde los orígenes de Praga hacia su presente, la ciudad nueva -Nové Mesto se convierte en una armoniosa convivencia entre el pasado y los flamantes complejos de oficinas.
Esta zona es ideal para sentarse a tomar algo. La Taberna U fleku Kremencova 11 es una de las cervecerías más antiguas de Europa, con un ambiente típico y relajado ofrece música en vivo, buenas sopas y su propia cerveza, que elabora desde 1499. Cerca de este bar, la plaza Wenceslao es el núcleo rodeado por el Museo Nacional, con su imponente edificio neorrenacentista, que se encuentra cerrado por reformas; la Ópera estatal; entre tiendas de moda y cafés; el Hotel Europa como una perla del art nouveau.
Y de a poco lo moderno comienza a tomar el espacio con su arquitectura que redefine las formas hacia el deconstructivismo, representado con la Casa Danzante -también conocida como Ginger y Fred por asemejarse a una pareja de bailarines o el modernismo del Lekarna Zlaty Andel, obra del francés Jean Nouvel que también realizó la torre Agbar en Barcelona-, que sigue las formas de un ángel. Y al llegar la noche desde este lado de la ciudad, una mirada hacia atrás muestra al castillo en lo alto e iluminado y el puente de Carlos con sus faroles encendidos a lo lejos, como la última impresión que nos deja Praga antes de emprender la vuelta.
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
