Silvio les contó que se iba y dijo que él me extrañará. Eventualmente. El comentario fue criticado, incluso por mí. Aunque su explicación me resultó convincente, sobre todo viniendo de una persona como Silvio, que hace alarde de cierta frialdad en su actitud. Ya estoy acostumbrada. Él recurre al humor y a la distancia como primera reacción, pero estoy casi convencida (a ver qué opina él) de que es mucho más romántico que yo. Y también más demandante.
Justamente hablando de su viaje, ya el fin de semana estuvo planificando cuándo íbamos a poder hablar por teléfono, considerando las diferencias horarias, y me dijo que iba a reservar un lugar especial y sorpresa para la última cena antes de su partida. Divino.
Yo ya sé que lo voy a extrañar, aunque dos semanas no parece tanto. También va a ser un desafío para nuestra relación, y aquí hago una confesión: la conversación telefónica no es nuestro fuerte. Cuando hablamos por teléfono siempre uno está medio disperso, el otro medio callado... es como que no fluye la conversación, todo lo contrario a lo que nos pasa personalmente.
Creo que la respuesta es que Silvio odia hablar por teléfono pero le gusta mucho llamarme.
Entonces quizás me llama unas cuatro veces en mi horario laboral, pero no me dice mucho, se queda medio callado... y simplemente reitera la pregunta "¿Y qué más?", para luego, cuando yo inevitablemente me pongo a hacer algo laboral con él al teléfono, caer en su muletilla: "Dame bola Silvi".
No sé cómo será nuestra relación a la distancia vía telefónica, ya les contaré. Eso y en qué ocupo mi tiempo.
Hoy, la verdad, tengo un poco de nostalgia anticipada.