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Actuar o dejar que pase el tiempo




Dicen que para que las cosas cambien, tenemos que actuar en forma diferente.
Hace unos días reaccioné ante una situación que no me estaba haciendo bien de una manera nueva. Pude sentir, al tiempo que se sucedían los hechos, como todo el escenario estaba cambiando. Pasada la tormenta me puse triste y enseguida extrañé lo que había dejado ir, pero sabía que las cosas, así como estaban, eran insostenibles.
Supongo que por eso también nos cuesta cambiar; cada acción inusual nos abre nuevas puertas, lo que implica que también dejemos hábitos y personas atrás. Eso lo hace más difícil, sobre todo en el amor, pero sabemos que es imposible avanzar sin dejar ir ciertos mundos.
Después de ese suceso, y más tranquila, pude comprender por qué había podido torcer el camino y cambiar esa realidad que me tenía atrapada en una red de esperanza eterna: cada día me siento más segura de lo que quiero, más confiada y con un amor propio restaurado. Si no pudiera reconocer lo que necesito y quiero para mi vida hoy, lo más probable es que habría sido capaz de sostener ese estado que me estaba resultando dañino por mucho tiempo más.
Unos días después me invitaron a un evento. Apenas llegué al espacio, pasé al baño. Al entrar, lo primero que atrajo mi atención fue un cuadrito de esos muy Pinterest que decía “Hay cosas que llevan tiempo”. Reí para mis adentros y le saqué una foto. Ya integrada en la escena del lugar, y mientras escuchaba a un chico con voz de chica cantar estupendamente “Change” de Blind Melon, otro cuadrito captó mi atención. En este caso la leyenda decía “Menos pensar, más actuar”. De nuevo, risas en mi cabeza.
Observé lo que me rodeaba. Un lugar rústico que parecía de esos monoambientes con semipiso que se comparten en épocas de estudiante; una barra que evocaba alguna playa caribeña, madera, acero, piso de cemento y jóvenes relacionistas públicos entusiastas. Todas personas con sueños y frustraciones, todos seres que ríen y lloran, todos muy humanos y contradictorios como esos dos cuadritos que captaron mi mirada. “Hay cosas que llevan tiempo”, “Menos pensar, más actuar”. Dos verdades, sin dudas. Bastante opuestas, evidentemente. Paradójico como todos los que estaban ahí, al menos en algún punto de sus vidas. Como la sensación que había tenido días atrás al actuar de manera diferente ante una persona que quiero.
Tantas veces escuché decir que a veces es sólo cuestión de tiempo y simplemente no hay que hacer nada. Hay que quedarse quieto, tranquilo, dejar de perseguir, presionar, forzar y que entonces lo correcto llegará a uno de manera clara; la caída de un velo que nos vestía sin verlo. Pero también nos dicen que para que las cosas pasen, hay que hacer, hay que accionar porque el tiempo es tirano, es lo único que no vuelve; que la vida es una y es hoy. Que la vida no está en el tiempo, sino en el presente.

Sumida en esos pensamientos, de pronto alguien nos invitó al entrepiso a hacer un ejercicio artístico. En las mesas había tijera, estopa, lápices, plasticola, recortes de revistas con caras, letras y diversas fotografías que evocaban todo tipo de pasiones, desde la música hasta el deporte de riesgo. La consigna era, sin pensarlo demasiado, agarrar aquellos fragmentos, letras, fotos, imágenes que nos identifican y, con diversas técnicas, hacer un cuadro que transmita quiénes somos. Y en este ejercicio descubrí algo maravilloso: yo sabía quién era. No siempre lo supe realmente, pero hoy sí.
Pegué arriba una frase que decía “Preludio” y en el centro generé una especie de caos ordenado en el cual superpuse imágenes que me representaban. Ahí, delante de mí, estaba exhibido mi amor por los libros, por la música, por viajar, por lo gótico. También estaba el globo terráqueo en representación de mi familia esparcida por el mundo, una pareja, el romance, la independencia y cierta melancolía.

Un par de días después de esa experiencia, pude cerrar el círculo de todo lo que había vivido en la última semana. Entrelacé mi reacción nueva que derivó en un cambio brusco, con los cuadritos en el camino y con esa creación artística espontánea. Creo que el día del evento, en el fondo, sabía que esas frases que había leído no se contradecían realmente, pero no tenía la explicación clara de la razón. Ésta llegó más tarde al unir todas las piezas y fue la siguiente:
A veces, lo que necesita tiempo es descubrir quiénes somos y qué queremos, recién ahí podremos actuar con seguridad, sin pensar tanto.
Según los momentos y experiencias que estemos atravesando, las dos frases de los cuadritos pueden significar otra cosa. Para ustedes ¿cuál es su lectura?
Beso,
Cari

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