
Acuarios: un mundo bien transparente
En algunos lugares de la Argentina es posible asomarse a peceras gigantes y contemplar tranquilamente animales y especies vegetales como si se estuviera en el fondo del mar o del río tomando una lección de la naturaleza
22 de junio de 2003

Las aguas de mar y de río son el medio que alberga el mayor número de animales, y en el que pululan innumerables especies; por eso, en los acuarios se descubren aspectos de esas maravillosas formas de vida.
Para dar con estas peceras gigantes hay opciones cercanas, como las de Temaikén, en Escobar, y Mundo Marino, en San Clemente del Tuyú. Un poco más lejanos, pero siempre dentro de las grandes atracciones turísticas del país vale la pena visitar el Ecocentro, en Puerto Madryn, y el Acuario Municipal de Mendoza. A continuación, un recorrido para ver tras los vidrios.
Temaikén
Un montón de chicos atormentan ocho pantallas sensibles al tacto y le arranca respuestas a sus dudas sobre los ríos y el mar. En otro ángulo, un planisferio interactivo se opera con un panel de pictogramas que, a gusto del consumidor, revela por cuáles océanos están nadando 21 especies marinas.
Casi escondidos, varias pantallas-ojos de buey cuentan con dibujos animados algunos capítulos de la larga saga del hombre y el mar. Esto es el Centro Interactivo del Acuario de Temaikén, en Escobar, a 30 minutos de Capital Federal. Un lugar donde se desentrañan algunos de los secretos que el agua del planeta nos oculta desde tiempos inmemoriales.
El primer aprendizaje comienza en el umbral: los peces carecen de párpados y los flashes fotográficos los dejan ciegos o los ponen nerviosos. Como se sabe, convivir con los hombres no es sencillo, pero lograron convencerlos y allí están esperándonos.
En la entrada, una escenografía de rocas portentosas, rosadas estrellas de mar, mejillones y anémonas reproduce un acantilado de Península Valdés. Una pared de acrílico de unos 13 centímetros de espesor separa el mundo terrestre del marítimo y, dentro de esa mise en scéne, se distribuyen los animales y las algas tal como podría haberlas dejado el ascenso o descenso del agua en la última pleamar y bajamar.
Un panel didáctico -están por todas partes, igual que los divulgadores científicos vestidos de guardaparques- explica, por ejemplo, que un cangrejo seguiría vivito y coleando donde un caracol perdería el aliento por falta de agua.
La muestra sigue con la recreación de un río de la mesopotamia argentina, un cilindro que entuba 300.000 litros de agua dulce. El visitante puede rodearlo con sus pasos. Primero se representa la barranca costera y luego el cauce profundo. Unos dorados de 70 centímetros avanzan como los dueños de casa, ignorando completamente a los chicos que se desviven por atraerlos contra el vidrio. Los siguen unos cuantos surubíes bigotudos; otros de mayor linaje, con rayas de tigre en el cuerpo; muchos pacúes panzones, y otras 20 especies que frecuentan el agua dulce argentina.
A la salida, contra la pared de un pasillo, una foto reconstruye en tamaño real una ballena azul que nada junto a su cría. Hay un hueso craneano de una ballena franca, centollas, cangrejos y anémonas. Para apreciarlos bien no sucumba a la tentación de pegarse a la mampara, porque el grosor del vidrio crea un efecto lupa y logrará lo contrario.
A continuación, en un pequeño pasillo, un montón de peces y tiburones desfila como en un carrusel a pocos centímetros de nuestra cabeza, sobre un techo de vidrio. Sin perder el rumbo, los siguen muchas rayas de todos los tamaños. Es la antesala de otro sector que encauza 1.100.000 litros de agua salada en la recreación del océano.
Como debajo del agua, pero sin mojarse, el visitante tiene ubicación privilegiada en el centro de un espacio octogonal de 11 metros de diámetro. Esquivando la vegetación subacuática de los más variados colores, abren cancha dos tiburones de más de dos metros, los siguen varios cazones y otras 20 especies marinas. El hombre rodea al río, el océano lo rodea a él. Sólo nos resta tomar conciencia del lugar central que dejamos vacante en la naturaleza.
Acuario Municipal de Mendoza
En la costanera, a la altura del parque O´Higgins, un espacio de formas claras y paredes de piedra, rodeado del aire fresco de los bosques cuyanos, alberga el Acuario Municipal de Mendoza, desde hace 58 años. Se trata de dos pisos que abarcan 300 metros cuadrados destinados a la exhibición de varias formas y colores del mundo marino. Está dividido en dos sectores. En uno se encuentran las peceras marinas tropicales y frías y también un museo que exhibe caracoles, corales, animales modificados y fósiles. El otro sector está destinado a las peceras de agua dulce y recrea una fauna autóctona. Entre peces, reptiles y anfibios el acuario cobija a 105 especies acuáticas. No faltan aligators, caimanes y tortugas acuáticas de agua dulce. La legendaria estrella del museo es el tortugo Jorge, un quelonio bahiano que llegó al acuario en 1948 cuando alguien lo encontró herido en las costas de esa ciudad bonaerense.
Aquí se recibe a los turistas con inigualable hospitalidad mendocina, folletería y buen ánimo para responder todas las preguntas y también para asesorar sobre el correcto tratamiento del agua en un acuario casero. También reparten guías de trabajo docente. "Nosotros queremos instruir y además entretener a los chicos y a los adultos, acercarles este mundo muchas veces desconocido. Sobre todo teniendo en cuenta que la ciudad de Mendoza está enclavada en un lugar desértico y dentro del continente, por lo cual para muchos mendocinos el fondo del mar o de un río puede ser inaccesible", explica su directora, Fernanda Lourenzo.
Mundo Marino
Diez delfines, ocho lobos y trece leones marinos son en este momento los actores protagónicos del conocido oceanario de San Clemente, Mundo Marino. Sin duda alguna, Shamenk, una orca descomunal que procede de la bahía de Samborombón, es la estrella del lugar.
El plato fuerte del oceanario son dos espectáculos coprotagonizados por entrenadores y animales: Ciudad del Mar, que muestra las destrezas y la sensibilidad de varios lobos, leones y elefantes marinos, y Estadio del Mar, donde varios delfines y Shamenk muestran, cada uno a su turno, todo lo que han aprendido junto a los hombres.
Mientras el fervor del público crece al comprobar la disciplina y la gracia de estos animales, un relator describe sus hábitos marinos, explica su modo de comunicarse y pide silencio para darles la palabra: sus sonidos conmueven a todo el anfiteatro. Para el final del show, el gran salto de Shamenk empapa a la mitad de la tribuna, pero ya no importa.
Los chicos se van exultantes, los adultos contentos y los animales con la panza llena: cada una las piruetas se premia con alguno de sus bocados marinos favoritos. La temática de los shows cambia cada dos o tres años y la mayoría de las veces son ficciones con un notable despliegue escénico.
En el lago Paraíso hay avutardas, flamencos, distintas especies de patos y una colonia de numerosos pingüinos magallánicos y saltarines de rocas. Mundo Marino se enorgullece de que, en 1992, hayan nacido en esa misma reserva algunos bebes de pingüinos que fueron hallados empetrolados y condenados a morir. "Gran parte de los animales han sido rescatados de las playas, enfermos o lastimados, y acá fueron rehabilitados", -aseguran los voceros del lugar-.
Dada la gran cantidad de ejemplares que ingresaron en estas condiciones, en 1987 se creó la Fundación Mundo Marino que, a partir de 1993, también asumió una tarea formativa al desarrollar programas educativos que responden a los objetivos curriculares de los distintos niveles de la enseñanza escolar.
Por Mónica Martin
Para LA NACION
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Datos útiles
Temaikén
Ruta provincial 25, km 0,700, Escobar, Buenos Aires. Horarios: en invierno funciona de martes a domingo, de 10 a 18, y también los lunes, feriados y los días de vacaciones.
Entradas: mayores $ 10, días de semana y $ 15, los fines de semana; los jubilados pagan $ 5 y $ 10, respectivamente, y los menores, $ 5.
No se permite el ingreso de ningún tipo de comidas y bebidas.
Posee cuatro restaurantes, una heladería y varios puestos de comidas al paso.
Informes por el (03488) 43-6900.
Mundo Marino
Av. Décima N° 157, San Celemente del Tuyú, Buenos Aires; (02252) 430-300. En junio y septiembre funciona los viernes, sábados y domingos.
En octubre y noviembre se suman los jueves y, en diciembre, abre todos los días excepto los lunes.
Durante las vacaciones de invierno permanecerá abierto todos los días.
Entradas: $ 19, mayores, $ 14, menores de 3 a 10 años.
Se recomienda llevar gorro y anteojos de sol porque la mayoría de las tribunas están al aire libre y sin techo.
Ecocentro
Julio Verne 3784, Puerto Madryn, Chubut. (2965) 45 7470/73. Hay merchandising, bar, literatura y exhibiciones plásticas.
El 1° del mes próximo reabre luego de concluir las reformas en curso. Horarios: de martes a domingo, de 10 a 18.
Para más información sobre los precios comunicarse por e-mail a mar@ecocentro.org.ar .
Acuario de Mendoza
Se encuentra en el Parque O´Higgins, Ituzaingó 1430, en la ciudad de Mendoza.
En invierno funciona de 9 a 19., mientras que durante el verano abre de 9 a 20. Tel. 425 3824. Entrada: $ 1,5 los adultos y $1, niños hasta 12 años
En Internet
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