
¿Vieron qué fácil es regalarle algo a una mujer y cuanto más difícil es a un varón?
A una mujer lo resolves rápido. Te metés en un bazar y algo vas a encontrar. Un pimentero transparente, por ejemplo, y quedás regia. Pero el abanico es infinito. Con boludeces de la talla de un jabón loco, sahumerios, hornitos, fragancias, accesorios...
Para un hombre, morís en una remera large.
Qué aburrido es ser varón.
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