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Ahora son los extranjeros los que dicen: Deme tres!




Es fácil identificar a un extranjero en Buenos Aires. Son los que llevan bolsas, bolsas de compras por supuesto. En algunos casos están dentro de valijas con rueditas que facilitan su caminata adquisitiva. Porque el shopping tour se ha convertido en la motivación más fuerte de muchos visitantes, en su mayoría latinoamericanos, aunque también hay europeos. En especial alemanes que rivalizan con los franceses en cuidar el euro.
El proceso se inició con la devaluación del peso. Se invirtió la corriente de los argentinos que iban a Estados Unidos, cuando todos los caminos llevaban a Miami. Aunque en lugar del famoso deme dos , ahora nos dicen deme tres, porque no tenemos rival en el mundo comparando calidad y precio en una enorme gama de artículos, no sólo los de cuero.
Los grandes centros comerciales, en especial Galerías Pacífico y Alto Palermo, que están sobre las concurridas Florida y Santa Fe, atraen de la misma manera que los malls de Florida a nosotros. No debe extrañarnos porque las compras son el deporte preferido de los turistas, no importa el idioma en que hablen, ya que la tarjeta de crédito no necesita traducción.
Los visitantes no compran al barrer como hace un año, porque una cosa es un dólar de casi cuatro pesos y otra a menos de tres. Además los precios están subiendo. Se comportan igual que nosotros. Primero recorren locales, miran, preguntan, revisan, se prueban hasta agotar a las vendedoras, anotan precios y se retiran para pensarlo. Se van a comer un buen bife, que pagan menos que una hamburguesa afuera, y siguen la marcha hacia su propia conveniencia.
En general, igual que cuando vamos al supermercado, tienen su lista preparada, el machete del colegio. Por ejemplo. el precio de cada artículo para cotejarlo con el de aquí. Y no se olvidaron de anotar lo que realmente necesitan ya que "no hay nada más caro que lo que no hace falta por barato que sea"
Buenos Aires es realmente una ciudad muy grande, sólo la Capital Federal tiene dos veces el tamaño de París. Los grandes negocios están en las calles más conocidas, pero la sortija de premio no es tan fácil de encontrar en nuestro laberinto urbano. Las zapatillas, son la Caza del Tesoro. Generalmente encargadas por los hijos, los padres saben que es el peaje emocional que tendrán que pagar al regresar. "No se te ocurra volver sin lo que te pedí..." Hay muchos lugares buenos, pero los precios varían y el bolsillo coquetea. La dirección de un outlet es un dato que vale lo que ahorra porque no se trata de peregrinar por toda la avenida Córdoba o irse al azar hasta la Panamericana o Munro.

El dato preciso

Es imprescindible el boca a boca, el chimento, el tip, al decir de los gringos.
Lo mismo pasa con los jeans, remeras, camisetas de Boca o River, la ropa de gimnasia (joggings de salida), lencería para seducir y de todos los días, sábanas, manteles, y un larguísimo etcétera porque nada es ajeno a una señora de cacería. Incluso toques de distinción en decoración para los regalos de un compromiso en ciernes o simplemente para ella misma: cubiertos, algo de porcelana para llevar con cuidado, y creaciones que son una verdadera maravilla en Palermo Viejo. El único límite es el recargo de peso en el equipaje. ¿Cuánto podría exportar nuestro país al menudeo si los trámites para los envíos fueran simples y seguros?
Y eso que no hablamos de zapatos, camperas, antigüedades, juguetes, discos compactos a la tercera parte que afuera, ofertas en la Feria del Libro, en la Rural, cosmética, sin nombrar las pelucas, que son las más perseguidas porque a la oportunidad la pintan calva.

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por Redacción OHLALÁ!

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