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Al paso por las rutas de San Martín

Los que en la montaña se sienten como en casa pueden optar por el desafío de seguir los mismos senderos trazados por el prócer en la cordillera; San Juan y Mendoza son los puntos de partida para estas cabalgatas de aventura




MENDOZA.- EL cerro Tupungato custodia, desde sus 6800 metros, el Valle de Uco, tierra milenaria de los indios huarpes, y una de las zonas más verdes y fértiles de la imponente geografía mendocina. El nombre del cerro significaaltura que llega al cielo o mirador de las estrellas.
Patria de caciques y ruta de conquistadores, la región es un imán para los amantes de las cabalgatas de montaña, seres siempre dispuestos a recorrer senderos a los que solamente se puede llegar a lomo de mula, o a caballo, y que raramente son transitados por otros mortales.
Allí arriba, en la inmensa y estremecedora soledad cordillerana, entre valles cruzados por ríos cristalinos y cerros que viran del violeta al rosa y el azul, según las horas del día, la experiencia es única.
Raúl El Cumpa Labat, una mano experta en quien confiar si la decisión es aventurarse nomás por estos paisajes -ya que organiza las travesías con todas las seguridades y detalles sofisticados-, cuenta que allá arriba ha visto gente llorar, "cuando se encuentran a sí mismos, perdidos en la belleza de su humilde y verdadera dimensión".
Tierra de enormes extensiones y de planicies interminables, la Argentina se hizo a caballo, quién lo podría negar, con el gaucho como personaje prototípico de nuestra pampa húmeda.
Pero El Cumpa Labat es de los que creen que un argentino que no cruzó la cordillera a caballo no es un argentino entero. Y suena convincente cuando dice que, afortunadamente, cada vez hay más opciones para no serlo a medias.
Todas son interesantes y más o menos posibles porque, convengamos, éste no es un programa para espíritus poco acostumbrados a alejarse del asfalto, lo que no significa, de ninguna manera, que exija una destreza especial arriba del caballo, aunque es muy recomendable un buen estado físico.
Las rutas sanmartinianas -por 6 pasos avanzó hacia Chile el Ejército de los Andes- se convirtieron en uno de los desafíos más codiciados por esta nueva raza de cabalgantes.
De todas las opciones, el cruce que organiza Labat es el descripto por los iniciados como el más impactante: los jinetes ponen rumbo primero al Paso del Portillo (4500 m), para luego descender al Valle del Tunuyán y llegar al Portillo de Los Piuquenes (4021 m), en el límite con Chile.

Zambullida termal

El esfuerzo será premiado en el Valle del Yeso, donde unas increíbles piletas de aguas termales listas para una zambullida esperan al viajero.
Se trata de un rumbo señalado por la historia: por allí pasaron los primeros españoles que llegaron a Cuyo, por allí pasó la columna del Ejército de los Andes que comandaba el capitán Lemos con la misión de despistar a los realistas, y por allí pasó San Martín de vuelta del Perú, de regreso de la gloria.
Esta excursión se realiza anualmente, de noviembre a abril, en grupos de 6 a 12 personas.
La travesía dura cinco días y se parte desde la localidad de de Los Arboles (1200 m), refugio cuyano de la tradición, según afirman sus orgullosos moradores.

El primer puesto chileno

Se trata de una colosal franja de tierra que se extiende 70 km hacia el Oeste, hasta la misma cordillera, con nogales, álamos, sauces, chañares y cerezos que crecen en una inmensidad, donde la rosa mosqueta es plaga y conviven cóndores, pumas, zorros grises, martinetas, perdices y liebres.
Desde el hito fronterizo hasta el primer puesto chileno hay sólo dos horas a caballo, por lo que casi toda la travesía se realiza dentro del territorio argentino, con las cuatro comidas y festín de centollas y champagne incluido para esperar la puesta de sol, así como caballos de recambio, mulas cargueras, servicios de baquianos y arrieros, y un peón por persona.

El interior del valle

Desde el puesto chileno se emprende el regreso a caballo, o se sigue en vehículos hasta la ya cercana Santiago Chile (160 km por el Cajón del Maipo), donde los viajeros quedan en libertad de acción. Una posibilidad menos ambiciosa, pero igualmente atractiva es realizar el paseo siempre dentro del territorio argentino, recorriendo el interior del valle y sus pintorescos lugares, como el glaciar del Mesón San Juan, el cerro Castillo, o la senda paralela al curso del río Palomares.
Y si no se sale desde Los Arboles, otro punto posible de partida es el Manzano Histórico (a 110 km de la ciudad de Mendoza), a donde se llega luego de recorrer un camino provincial -la ruta 94- bordeado de viñedos y frutales.
Allí se alza un monumento a San Martín -obra del escultor Luis Perlotti- en el que el Libertador luce de civil, montado en mula y de poncho, en compañía de uno de sus fieles, el coronel Olazábal. También está el retoño del árbol a cuya sombra descansó el general.

Otras rutas

Pero hay otros caminos para cruzar la cordillera, que también llevaron y trajeron a los heroicos hombres en la gesta emancipadora, y que hoy tienen sus seguidores.
Uno es el paso de Los Patos, también conocido como la ruta de San Martín , que arranca desde la localidad sanjuanina de Barreal, con ascención al Cordón del Espinacito (4500 m) para ingresar luego al Valle de los Patos, donde se puede acampar a orillas del río del mismo nombre, antes de ingresar en territorio chileno, custodiados siempre por los imponentes cerros Aconcagua ( 6959 m) y Mercedario (6770 m).
Esta excursión es de 9 días, se realiza solamente en de enero y febrero, y se considera de cierta dificultad, por lo que puede ser poco recomendable para quienes no estén en muy buenas condiciones físicas. Claro que el cruce no es la única posibilidad, ya que hay paseos más cortos que, partiendo desde el valle del Barreal, bordean el río Calingasta o la impresionante Pampa del Leoncito.

Aguas minerales

Lo mismo ocurre con quienes prefieran explorar a caballo el valle de Uspallata: en la capital mendocina hay varias agencias especializadas en turismo de aventura que organizan paseos por el día o con pernocte en alta montaña. Si se sale de la ciudad de Mendoza con rumbo al Norte, la señalización lleva hacia Villavicencio, lugar que se destaca por sus famosas aguas minerales y termales, con propiedades curativas.
Antes se pasa por el monumento a Canota, histórico sitio desde donde el Ejército de Los Andes dividió sus columnas para el cruce a Chile. El ascenso sinuoso alcanza el punto más alto en la llamada Cruz de Paramillo, a 3000 m, a partir de la cual se desciende hasta ingresar en el pintoresco valle de Uspallata, donde se destacan las Bóvedas, curiosas construcciones de adobe con techos en forma de cúpula que datan de fines del siglo XVIII.
Aquí, un atractivo natural es subir por el camino que lleva al Aconcagua, atravesando el valle del río Horcones, aunque esta posibilidad está reservada para unos pocos elegidos, que cuenten con guías y conocedores del terreno, y que puedan enfrentar un desafío de gran exigencia física.
Carmen María Ramos

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por Redacción OHLALÁ!


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