

RECANATI.- ara todos los italianos, Le Marche es, desde el punto de vista literario, la comarca de Giacomo Leopardi, el gran escritor romántico que nació en Recanati en 1798 y que murió en Nápoles en 1837.
Los chicos italianos, al menos una vez en la vida, se llegan a Recanati para conocer el palacio donde pasó su juventud el poeta jorobado. Leopardi pertenecía a una noble familia de Le Marche (todavía hay descendientes que viven en el mismo edificio y que se dedican a la administración de campos). El padre de Giacomo, el conde Monaldo, era un erudito y tenía una vasta biblioteca que su hijo devoró. Como buen niño prodigio, Giacomo aprendió el latín y el griego en la niñez, además de otras lenguas.
Pueblo poeta
Hoy, las poesías de Giacomo son recitadas de memoria por los bimbi italianos y sus versos, grabados en mármol, se pueden leer en distintas paredes de su ciudad natal.
Paradójicamente Leopardi detestaba el pueblo donde había nacido. Se sentía diferente, por su nacimiento, su fragilidad física, su sensibilidad exacerbada. Se dice que se enamoró de una chica del pueblo, la Silvia de sus poemas, que jamás se enteró de la pasión que había despertado en el adolescente.
A pesar de que Giacomo en sus poesías se refiere agriamente a Recanati, hoy los habitantes de la ciudad provinciana se enorgullecen del hijo glorioso, como rezan los mármoles que honran su memoria en las callejuelas de Recanati.
La casa natal del poeta puede visitarse. Es muy agradable recorrer el parque que el municipio le consagró al poeta y llegarse hasta lo que toda Italia conoce como il colle del´infinito -la colina del infinito- que le inspiró el poema homónimo.
Otro de los sitios literarios más prestigiosos de Le Marche es el castillo de Gradara, en el que vivieron su amor Paolo Malatesta y Francesca de Rimini, los grandes amantes de la Divina comedia , de Dante Alighieri. Si bien se discute si allí fue donde, de verdad, Gianciotto Malatesta, esposo de Francesca, mató a su mujer y a su hermano Paolo, los guías de turismo y los mismos turistas se sienten persuadidos de que todo debe de haber ocurrido en ese lugar, ya que se trata de una ciudadela de aspecto tan romántico como dramático.
La fortaleza de San Leo, en el norte de Le Marche, no muy lejos de Gradara, es una imponente construcción en lo alto de una roca. Es un lugar muy pintoresco que merece una visita, pero no sólo por la belleza del panorama que se ve desde lo alto, sino también por razones históricas y literarias. Allí estuvo encerrado y allí murió un personaje cuya vida estuvo como teñida por la leyenda: nada menos que José Balsamo, más conocido como el conde Cagliostro, el célebre hipnotizador que estuvo ligado a numerosos escándalos en toda Europa.
Como la literatura, a través de los versos y de los dramas escénicos, muy a menudo está vinculada con la música, quienes estén interesados en un itinerario literario también pueden armonizarlo con el recorrido de las ciudades musicales de Le Marche. Además de Pesaro, con su Festival Rossini en el Teatro Rossini, los amantes de la ópera tienen en Macerata uno de los teatros al aire libre más hermosos de Italia, el famoso Sferisterio.
Originariamente era un espacio concebido para jugar al bracciale, deporte en el que se enfrentan dos equipos cuyos jugadores se lanzan una pelota, impulsándola con las muñecas envueltas en un brazalete con clavas. Después se aprovechó el campo de juego como escenario y se transformó el estadio en una arena, en un teatro al aire libre. En la actualidad, la temporada estival de ópera de Macerata es una de las más destacadas de Italia y empieza a competir en importancia con la célebre arena de Verona.
Sabores sutiles
Dulce y salado: un plato imperdible es el fritto misto ascolano , que mezcla costillas de cerdo, corazones de alcauciles, aceitunas rellenas y crema pastelera.
La cocina de Le Marche, como la de toda Italia, se basa en la nobleza de los ingredientes. Hay algunas preparaciones y platos muy característicos como las aceitunas fritas y rellenas hechas con las llamadas tenere ascolane , típicas de Ascoli. Se corta la pulpa de las aceitunas en espiral, se las rellena con carne picada de distinta clase (vacuna, porcina, de ave), se las pasa por harina y huevo, y se las fríe hasta que cobren un pálido color dorado.
En la ciudad de Osimo, se puede comer la pasta más exquisita de Italia. En la zona de Osimo, de Treia, de Filottrano, a unos 30 o 40 kilómetros de Ancona, se amasa la pasta con una mezcla de harinas provenientes de distintos molinos. En algunos restaurantes muy tradicionales se hierven los spaghetti en el agua de los torrentes que bajan de las montañas, y se los condimenta con aceite de oliva artesanal y con diez o doce variedades de setas recogidas por los miembros del Club de Recolectores de Hongos.
En cuanto a los quesos, el pecorino (de oveja) es una especialidad de Le Marche. Algunos acostumbran rallarlo con otras clases de quesos para echar la combinación sobre il primo piatto , es decir, sobre las infaltables pastas.
Si en algún restaurante el turista lee en la cartagran fritto misto ascolano, no debe perdérselo. Le servirán una fuente con costillas de cordero, aceitunas rellenas y fritas, corazones de alcauciles, sutilísimas rodajas de zapallito y crema pastelera (frita, sí, frita).
El contraste entre los sabores salados y el dulce de la crema, entre la cobertura crocante de la fritura y la espuma ligera de la pastelera, es una estupenda sorpresa para el paladar.
Un fiambre exquisito es el ciaùscolo, especie de salame hecho de las partes más preciadas del cerdo, el lomo, el jamón y la panceta, más un buen porcentaje de grasa, todo picado muy finamente hasta lograr una especie de pasta, de paté, que se condimenta con vino cocido, pimienta y ajo. Una vez que se embutió ese relleno, se lo ahuma ligeramente y se estaciona durante unos meses.
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