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Al Sur, una selva entre las nubes

Es ideal para los acampantes, pero cuando las lengas enrojecen queda vacío




EL BOLSON, Río Negro.- Un escrito sobre biología sugiere que en ciertos rincones occidentales de la cordillera de los Andes la concentración de humedad es prácticamente mayor que en las tierras subtropicales del norte del país, al menos 3000 mm de agua anuales. El punto de partida es El Bolsón. Una comprobación de la existencia de ese ecosistema lluvioso, la selva valdiviana, está en el corazón del Parque Nacional Lago Puelo, a escasa distancia de la villa. El camino de acceso deja que asomen los ejemplares del bosque subantártico, vecino oriental de la selva.
Casi sin dar tiempo a que la imaginación dibuje la fisonomía de la reserva, llegamos después de 15 km a un muelle en la orilla del lago Puelo. El altímetro indica algo menos de los 200 metros sobre el nivel del mar, algo inédito a tan corta distancia de la frontera con Chile.
El otoño está adentrándose, pero este año las hojas de las lengas adelantaron su caducidad; ya se aproximan al rojo pleno. El sol comienza a salir y un manto de nubes se mantiene abrazado a las montañas. La noche ha sido fría y el suelo de los lugares abiertos está escarchado, aunque no ha caído nieve aquí abajo.
Luego se toma la senda hacia los hitos del límite argentino-chileno, cuyo destino final es la localidad trasandina de Puelo, situada en el estuario de Reloncaví, brazo estrecho del océano Pacífico.
En los meses de verano, caminantes de ambos lados de los Andes transitan el valle inferior del río Puelo a través de diversos caseríos como Los Gualos y Llanada Grande, en Chile y fuera de áreas protegidas.
Después que asoma el muelle del lago hacia el Oeste, el cruce del río Azul abre la vista a un amplio valle de montaña.
No se ven acampantes; el pase de frontera sólo se permite entre noviembre y marzo. Los naturalistas y mochileros inundan de carpas el parque durante el verano, pero lo dejan vacío hasta bien entrada la primavera, con excepción de los habitantes de El Bolsón que concurren a La Playita los fines de semana de sol.
Se sigue hacia el Oeste y la selva valdiviana va tomando forma, como describe ese manifiesto de biología. Se reconocen varios estratos, arbóreos, con lianas y enredaderas, el sotobosque y un estrato arbustivo muy denso.

Del muelle a la frontera

Por largos tramos, la senda es el único lugar posible por el cual moverse, la única vía para unir el muelle del lago Puelo con el hito fronterizo.
Los cerros dentro del parque tampoco presentan una altura considerable. El cerro Cuevas es el más expuesto de todos y mide 1638 metros. Los picos dominantes de la zona están más al Sur y fuera de la reserva. Son el Tres Picos y el Vanguardia, con imponentes glaciares que atraen a andinistas y trekkers.
La espesura de la selva aumenta con la cercanía de la frontera. El paso bajo permite que penetre más humedad del Pacífico. Junto a los alerces surge un arbolito que tiene una distribución muy restringida en los Andes patagónicos, el ciprés de las Guaytecas, de corteza fina y de color rojizo, que crece en las zonas de las turberas.
Las costumbres de los viejos habitantes de esta selva, los araucanos, descubrieron que los arbustos y los árboles poseían muchas propiedades. Por ejemplo el michay, planta llamativa por sus flores amarillo anaranjadas, cuyas bayas comestibles se usaban en la elaboración de dulces y de chicha.
También está el canelillo, un arbusto achaparrado que constituía la planta sagrada de los mapuches y cuya corteza posee gran cantidad de vitamina C, empleada por antiguos navegantes faltos de esa sustancia orgánica.

Medicina y teñidos

Cuando los viejos habitantes americanos necesitaban teñir sus tejidos de lana con elementos naturales podían usar, entre otras, las flores del notro o ciruelillo, de las que obtenían un color rosado; las cortezas del radal para conseguir un color pardo, o las raíces de las nalcas o pangues -de hojas gigantes- que aportan una tintura de gris oscuro.
Si bien el guardaparque recuerda que en los parques nacionales no se pueden extraer plantas ni nada que la naturaleza haya puesto en el lugar, la curiosidad sobre las propiedades de las plantas continúa. Muchas se destinaban a infusiones y así se hace fuera de las áreas reservadas.
En los rincones más húmedos del oeste patagónico, desde los 41º latitud sur y hasta Tierra del Fuego, se encuentra el huarapo, con cuyas bayas se prepara una bebida llamada té de Malvinas, o el amancay, que con la cocción de sus tubérculos se obtiene un líquido bondadoso para el estómago.
También, en el suelo de los sectores más luminosos crece una hierba conocida como ñonquín o amor seco, que reemplaza al perejil como condimento.
La selva valdiviana es una realidad. En ella se agolpan muchas especies vegetales que forman una cortina que a veces no deja pasar la luz. Comestibles y curativas, con flores ornamentales y frutos, las especies verdes del Parque Nacional Lago Puelo tienen demasiados justificativos naturales para ser protegidas y para estudiar aún más las virtudes que las caracterizan.
Andrés Pérez Moreno

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por Redacción OHLALÁ!

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