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Al volante de mi vida

7 de septiembre de 2009 • 11:37

Salir con un divorciado con una hija tiene una ventaja cuando se trata de esta tendencia mía a acelerar el pegoteo; las mismas circunstancias te ponen un freno. Entonces, el fin de semana nos vimos el viernes un rato pero el sábado tempranísimo MLD pasaba a buscar a Sofía (si, rarísimo acostumbrarse a tu nombre en otra persona) y se iban a la quinta de su hermano todo el fin de semana. Me llamó el sábado desde el auto y anoche hablamos un rato largo pero no nos volvimos a ver. Todo bien, todo medido, todo tranquilo.

Yo, mientras tanto me divertí con las chicas el fin de semana y aproveché a ocuparme de mi casa y el orden. Clasifiqué, tiré, separé, regalé y juré mantener el placard ordenado esta temporada. Veremos cuánto me dura… El domingo al mediodía había tenido la mala idea de meterme en el Alto Palermo (¿Quién me manda?) y después de casi morir aplastada por las masas, casi morí infartada por los precios de TODO. Definitivamente vamos a tener que ser muy vivas en las compras. Veremos qué dice Luli.

Anoche mi amiga Luz partió de viaje mitad laboral/mitad placer a Miami y la llevé a Ezeiza en su auto (que me dejó en préstamo hasta su regreso). Mientras esperábamos tomando un cafecito (carísimo) en el aeropuerto nos metimos en algunas páginas de ropa y viendo los precios del sale de Forever XXI y Gap me atreví a hacerle algunos pedidos de remeritas, tops y un jean básico para el verano. ¡Díganme si no valen la pena!

Cuando la veía subir por la escalera mecánica la envidié un poco. Qué ganas de viajar. En 10 días vuelvo a buscarla. Mientras tanto, ando motorizada.

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