

Un veraneo junto al mar no exige demasiados preparativos ni precauciones: sólo se precisan trajes de baño, quizás una silla cómoda y, definitivamente, un protector solar adecuado y anteojos de sol.
Pero hay otros destinos de vacaciones que proponen más aventuras en la misma medida que piden más previsiones. Los lugares montañosos o con diversos microclimas, por ejemplo, deparan también sorpresas. Mendoza, sin ir más lejos, se encuentra a 700 metros sobre el nivel del mar en la ciudad y alcanza los 7000 en los picos de la cordillera de los Andes. Por eso, en verano, el turista debe tolerar 40°C en la peatonal Sarmiento y cuando una excursión lo lleva hasta un campamento base en la Cordillera debe adaptar el cuerpo y la cabeza a la nieve y las temperaturas bajo cero. El viajero inexperto es mucho más vulnerable si esta transición abrupta lo encuentra sin la ropa adecuada o con escasas condiciones para tolerar la altura, el viento y los cambios de clima.
Básicamente, unas vacaciones activas requieren prestar atención a tres puntos, relacionados entre sí: la deshidratación, la fatiga y los problemas de altura.
Deshidratación: en un clima caluroso y de escasa humedad el cuerpo pierde más líquido y este déficit debe reponerse para no comprometer lasfunciones vitales. Aunque el plan del día sólo incluya una inocente caminata, antes, durante y después del esfuerzo físico hay que tomar líquido, en pequeños sorbos, cada 15 minutos. No sirve vaciar una botella de agua de una vez porque provoca dolor de estómago y en consecuencia el rendimiento físico disminuye.
Aunque no nos demos cuenta, cuando hace frío el cuerpo también se deshidrata. Entonces rige la misma ley, aunque no se sienta sed. El agua puede alternarse con jugos de fruta, té u otros líquidos no alcohólicos, siempre que no estén muy fríos.
Las bebidas alcohólicas se llevan mal con la actividad física: provocan deshidratación y, al dilatar los vasos de la piel, hacen que el cuerpo pierda calor. Cuando al cuerpo le falta un litro y medio de líquido, aparecen mareos, fatiga, calambres y a veces sed. Si ya perdió cuatro litros, se seca la lengua, la piel pierde elasticidad, la persona se desorienta y puede incluso perder noción de lo que pasa a su alrededor.
Fatiga: puede ser no sólo física, sino también psicológica. Para una persona que siente vértigo, sortear por primera vez una travesía en canopy o tirolesa por los bosques de Bariloche puede ser muy estresante. Los hábitos de vida, el calor, el frío y la altura influyen en la resistencia a la fatiga. Obviamente, cuanto más entrenado se está para enfrentar cualquier desafío, mayor es la resistencia física y psicológica.
La altura: en un suelo elevado, la presión atmosférica disminuye junto con la cantidad de oxígeno, por eso cuesta respirar y suelen aparecer una serie de trastornos que se conocen como apunamiento, soroche o mal de altura.
Hasta los 1500 metros sobre el nivel del mar es normal que el turista se fatigue o que aumenten los latidos del corazón, porque el cuerpo se está adaptando a la nueva situación y trabaja más para mantener el nivel de oxígeno en los tejidos. Entre una y seis horas de superada una altura de 3500 metros puede aparecer el mal agudo de montaña (MAM), que suele ser leve (dolor de cabeza, taquicardia) o grave (anorexia, náuseas, insomnio, tos, irritabilidad, secreciones bronquiales e incluso un edema). En ese caso se debe descender lentamente a una altura menor e ir subiendo gradualmente hasta que el cuerpo se acostumbre a la nueva situación (esto a veces tarda una semana).
Antes de un gran desafío, los andinistas realizan repetidos ascensos a alturas progresivas para crear en su organismo la memoria de montaña. La Organización Mundial de la Salud recomienda dividir el viaje permaneciendo dos o tres noches a 2500 o 3000 metros, evitar comidas abundantes, alcohol y exceso de actividad física. Aclara también que los turistas con enfermedades cardíacas, pulmonares o anemia deben consultar a un médico para saber si están en condiciones de emprender una travesía de altura. Si los síntomas no ceden, se debe descender inmediatamente. Los guías y guardaparques suelen contar con medicación apropiada para quienes manifiestan un cuadro crítico.
Mónica Martin
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