

Después de cenar en el restaurante Porto, en el hotel, salimos a caminar por la ciudad, que estaba tranquila a mitad de semana (Paraty se llena de gente los fines de semana), y terminamos en un club nocturno llamado Dama da Noite, donde tocaba una excelente banda de samba.
A la mañana siguiente, un manto de neblina envolvía la ciudad y realzaba su belleza. Desayunamos en el comedor al aire libre del hotel y luego decidimos contratar un crucero para recorrer las playas e islas de la zona.
Vimos varias islas hermosas, algunas de ellas privadas, y otras con lugares para desembarcar y darse un chapuzón. También nos detuvimos en unas pocas playas del continente, como Santa Rita y Vermelha.
Además, visitamos algunas de las iglesias célebres de la ciudad. La sencilla, hermosa y triste Igreja de Nossa Señora do Rosário e São Benedito fue construida en 1725 por y para los esclavos africanos del pueblo. En su interior sobrio se destaca el altar principal dorado, y las lámparas de cristal en forma de piñas para la buena suerte.
Los mulatos liberados, descendientes de padres europeos y africanos, habían construido su propia iglesia en 1722: la delicada Igreja de Santa Rita dos Pardos, cerca de la costanera. Con su esbelto campanario y estilo rococó, el edificio icónico alberga hoy el Museo de Arte Sacro.
Los otros dos templos de Paraty, realizados para los colonos blancos, son la Igreja Matriz, un robusto y majestuoso edificio neoclásico construido y reconstruido entre 1789 y 1873, y cerca de nuestro hotel mirando hacia la bahía, la encantadora Capela das Dores (capilla de los Dolores), construida por las mujeres de la sociedad en 1800.
También cruzamos el río y remontamos la cuesta hasta el Forte Defensor Perpétuo, construido en 1703 para defender la ruta del oro de los ataques piratas. Posee cañones antiguos, una pequeña exhibición de artesanías locales y vistas asombrosas de la bahía y el pueblo, debajo.
Pese a que Paraty tiene buenas playas, preferimos retirarnos un poco. Un recorrido en auto de 20 minutos por montañas boscosas nos llevó a la pequeña localidad pesquera de Trindade, con hermosas playas de arena blanca en un cuadro vivo de selva virgen.
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