"Te voy a llevar a un lugar increíble, donde vas a comer bajo los árboles los mejores ravioles de tu vida", me dijo mi amigo Juan Cruz un buen día de 2001. Enfilamos entonces para el Oeste por la ruta 5 camino a Mercedes.
No llegábamos nunca; hacía mucho calor. Hasta que, en el kilómetro 91,5, doblamos por un camino rural y, después de 8 kilómetros más, ingresamos en un pueblito perdido con tres o cuatro restaurantes, mesas efectivamente bajo los árboles y la hospitalidad, tan remanida, pero no por eso menos auténtica, de la gente de provincia.
Nos sentamos en un patio junto a un algarrobo. Entonces el mozo trajo el mejor salame de mi vida, literalmente, con generosa galleta de campo y, luego, una fuente de barro con ravioles gratinados como se gratinaba antes en las casas donde se cocinaba en serio -nada de película de gratén plastificado de microondas-, casi hasta quemar. Raviolones bien grandes y ricos, como el sol que iluminaba el patio de tierra.
Esta experiencia hoy resulta un poco más difícil porque Tomás Jofré se hizo famoso como polo gastronómico. Aunque dicen que los sábados todavía son mejores días que los domingos para disfrutar este pueblo encantado ligado a los salames, las pastas, la comida casera.
La localidad, que en rigor se llama Jorge Born, pero que nadie la conoce como tal y sí como la estación de ferrocarril (en desuso) Tomás Jofré, se convirtió en un centro gastronómico reconocido por sus restaurantes y almacenes de campo que sirven comidas tradicionales: raviolones, asador criollo y el renombrado salame quintero que tiene su fiesta todos los años en la vecina localidad de Mercedes, a sólo 15 kilómetros.
La fama del sitio se justifica largamente: aunque la notoriedad comenzó a extenderse a mediados de los años 80, en este pueblo hay rincones de cocina auténtica que datan de la década del 30. Este caserío sin iglesia ni comisaría, con calles sin nombre y poco más de cien habitantes recibe todos los fines de semana a miles de comensales en sus restaurantes. Entre los locales más antiguos están la Casona de Tomás Jofré (1932), Don Silvano (1963), con el palenque en la puerta para dejar el caballo atado, y el Comedor Frontera.
Silvano nació como almacén de ramos generales: por eso conserva el palenque y el surtidor YPF del tiempo del ñaupa. Según sus dueños, de origen piamontés, ellos hicieron famosa la receta -que jamás revelan- de los raviolones en fuente de barro gratinados al horno. Son una familia completa y numerosa que atiende y sirve tabla de fiambre con galleta de campo, la mencionada pasta con estofado de pollo, fideos al huevo cortados a cuchillo y algún postre casero, para qué más.
En el restaurante Esquina de Campo se suman las empanadas de carne cortada a cuchillo, el pollo al disco y los sorrentinos de ricotta y jamón, entre otros platos. Pero la fama de Tomás Jofré creció ligada a un plato único, los raviolones, así que hay que pedirlos para saber de qué se trata este manjar que hizo historia, la historia de un pueblo que se salvó del olvido gracias a una receta de cocina.
Por Silvina Beccar Varela
Para LA NACION
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Datos útiles
Cómo llegar
- Tomar el Acceso Oeste hasta Luján, luego bajar en la salida a la ruta nacional 5. En el km 91,5 se abre un desvío a la izquierda (en el cartel que indica Jorge Born). Por ese mismo camino hay que hacer 8 km más hasta llegar a Tomás Jofré.
- Por la ruta 5, unos 12 km antes de Mercedes se abre un desvío a la izquierda con destino a Tomás Jofré.
Dónde comer
- Don Silvano, 02324 432035. Tabla de fiambres -destaca el queso de chancho para el que le guste- y raviolones caseros con manteca o estofado de pollo.
- La Casona de Tomás Jofré: 02324 15414545. Vieja Casona de la familia Puricelli que data de 1932. Las nuevas generaciones incorporaron carnes al asador.
- Esquina de Campo: 02324 427304. Empanadas, escabeches, pastas caseras, parrilla.
- Otras opciones: Cua Cua, El Mangrullo de Chichita, El Establo.
Más información
- Dirección de Turismo de la Municipalidad de Mercedes: Av. 29 esquina calle 26; 02324 421080 o 0810 3330997.