
Mi marido está transitando una adolescencia tardía.
Ayer a la noche, cuando los niños ya dormían y reinaba la paz en el hogar, nos hicimos un café de Colombia que una pacientita mía me había traído hace como dos semanas.
Había bocaditos Marroc (2 para cada uno, si no es una miseria espantosa) y estábamos los dos de buen humor.
Cuando todo estuvo dispuesto y yo casi daba el primer sorbo, me suelta alegremente: ME QUIERO COMPRAR UNA MOTO.
Eh?
un escuter?
NO NO, UNA SEÑORA MOTO ME QUIERO COMPRAR. DE HECHO YA LA TENGO VISTO. DE HECHO LA TENGO RESERVADA, PERO NECESITO TU APROBACIÓN. ES UN GASTO GRANDE.
Ok Ok, calma - pensé.
No es Oh qué tremendo, Catalina, easy.
"A ver" empecé, así muy pausadamente, "aprobación tenés. trabajás duro, ambos lo hacemos, podés gastar lo que cueste la moto. No hay drama (ya me lo cobraré en algo de igual a mayor valor, ja! No, mentira, no salten, no salten que era un chiste), pero UNA MOTO, Nicolás?"
SÍ SÍ, NO SÉ, SIEMPRE QUISE, LO SABÉS (eeeeh, no no, no tenía la menor idea pero bueh).
"Mirá, hacé lo que quieras, no sé qué decirte"
Discutimos como media hora. Se enojó, me enojé. Me gritó, le grité.
Me reprochó cosas del pasado. Hice lo mismo.
Terminamos pésimo.
Le dije que prefería hablarlo a la mañana, pero que todo bien, que se compre la moto si tanto la quiere y me fui a dormir.
De mal humor y angustiada o algo.
Creo que me di cuenta, luego, de que lo que me jode, no es ni el "miedo a los accidentes" que esgrimí en la conversación, sino que es una compra que implica programas que no incluyen a su familia.
Creo que soy insoportable.
Creo que ese es el problema.
La insoportabilidad tiene arreglo?
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