

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Es el final ideal para una jornada de esquí: comida patagónica y buen ambiente en un reducto perdido en la montaña. Cuando la noche cae y el cerro queda apenas iluminado por las luces de las máquinas pisanieve, la Cabaña 1600, junto a la estación superior de la telesilla séxtuple, ofrece una cita para elegidos. Un grupo reducido de comensales se queda luego de la jornada de esquí junto a sus instructores para disfrutar de un encuentro distinto.
Una copa de champagne y una tabla de ahumados –que incluye quesos, ciervo, trucha, jabalí y salmón– dan la bienvenida. Luego hay brochettes y una sopa crema de tomates para ir entrando en calor. El plato principal es cordero patagónico con echalotes y tomates aromatizados.
Afuera, el paisaje panorámico del Catedral ofrece una puesta de sol de película. La cabaña tiene una ambientación cálida. Está iluminada con velas y una estufa a leña.
Luego del postre –parfait de frutos secos–, la batucada convoca al baile. Agotados, pero satisfechos, el final reserva una sorpresa: los instructores toman una antorcha en sus manos y comienzan un descenso iluminado.
D. LL.
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