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Apersonado




Me acaban de llamar a recepción. La chica de la entrada me avisa al interno.

-Sofi, te buscan en recepción- y después despacito, sólo para que yo escuche-¿será el de las flores?

Nati de recepción sabe todo de todos, es como Pentágono de la agencia. Fue la que recibió las flores y el sobre con las entradas para el recital de Madonna. Nati de recepción recibe, procesa y distribuye cartas, sobres, llamados y chismes. La adoro.


Me asomo y lo veo. Unos 35, 37 años (pueden ser más o menos, es morocho y desde lejos no le veo ninguna cana), traje azul y camisa blanca sin corbata, alto. Me acerco.

-Hola.

No sé si estirar la mano o poner el cachete. El decide saludarme con un beso.

-¿Sofía? Bueno, finalmente nos presentamos. Mariano.


Recién ahí cuando lo miré más de cerca noté algunas canas a los costados, admití que era bastante lindo y me di cuenta que ubicaba su cara perfectamente. Almuerza en el mismo lugar que comemos con Pedro y alguna vez lo cruzamos en el ascensor de nuestro edificio. Sí, me acuerdo haberlo mirado pero así como mirás a tantos tipos que se suben a un ascensor.


-Bueno, asumo que te llegaron las entradas.

-¿Fuiste vos? Ay, sí, sí, claro. Bueno, mil gracias eh.

-Escuchame, Sofía, tengo que rajar a una reunión acá en el séptimo. ¿Podés almorzar?


Créanme que la propuesta era tentadora. El tipo es lindo y todo eso pero me agarraron unos nervios tremendos y me puse toda colorada y dije algo de una presentación con clientes al mediodía y Nati miraba incrédula y preparaba el chisme internamente y me taré, me taré y me taré.


-Bueno, otro día entonces. Hablamos.

Y se metió en el ascensor y desapareció. No tengo la menor idea de dónde sacó mi nombre, el piso, nada. Nati me mira con cara de "yo no fui y no tengo nada que ver (esta vez)" y atiende un llamado.


Pedro dice:

-Simple. Preguntó en el restaurant, nena. Vivimos firmando la cuenta corriente de la agencia y pidiendo reservas. Y almorzamos ahí el día de tu cumpleaños ¿te acordás? Nos tiene de ahí. Rompecorazones, je.


Yo estoy como esa vez que me intoxiqué con los langostinos del Chau Fan mixto. Ahora, cada vez que los veo me muero de ganas de probarlos pero me dan pánico y digo "nunca más". Dios, acabo de comparar a este tipo a un langostino. Pero bueno, ¿se entiende la metáfora?

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por Redacción OHLALÁ!

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