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Aprender a amar el spa




Soy un spa consorte igual que muchos buenos maridos. Por eso salí a ponerme en forma en Tandil, Florianópolis o Guarujá, lugares básicos de una lista en aumento. No me atraía pasarme una semana a verdurita, pero suponía que habría alguna pizzería cercana como la que hizo fortuna al lado de Diquecito, en Córdoba. Tampoco me hacía feliz imaginarme enfundado en un jogging de madrugada para marcha forzada premiada con vasitos minúsculos de gelatina.
Confieso que me equivocaba. Las cosas eran más llevaderas y divertidas de lo que suponía. La comida, que es el tema dominante durante el día, resultó apetitosa. Tenía gusto a poco porque con 1500 calorías el único que está contento es el pantalón abandonado que ahora volvemos a usar. Chef y dietista de la moda salud son geniales y volvemos con kilos de menos y recetas de más. Se descubren vegetales desconocidos y combinaciones nuevas, y nos levantamos de la mesa satisfechos.

La unión hace la fuerza

Lo difícil de intentar individualmente o en pareja se logra en grupo. Por ejemplo, salir a correr con la fresca, después de un desayuno más que liviano y elongaciones extenuantes. Al rato nos gusta trotar entre las colinas o las playas porque la belleza de la naturaleza acompaña.
El gran recreo está en los ejercicios en el agua. Tienen piscinas especiales de poca profundidad, para sumergirse hasta el pecho. Al compás de música disco bailamos como cuando salíamos en plan de conquista.
El capítulo de mimos por la tarde es fundamental. Nadie puede suponer que hay tantos tratamientos cuando nos ponemos la robe que es el uniforme del relax. Nos envuelven en frazadas calientes con aromas, en bañeras con espuma, nos embadurnan con sal gruesa que luego nos quitan a manguerazos o nos meten hasta el cuello en piletas de barro, etcétera. Y después, masajes del cuero cabelludo que nos adormecen o los relajantes de los pies a los ojos. Quedamos cero kilómetro, por lo menos por un rato.

Sin abdominales

Hay, por supuesto, última tecnología para estimular los músculos con electrodos o endurecer el abdomen sin abdominales. Y otras técnicas que sólo son para mujeres que tienen que ver con los secretos que las hacen cada vez más lindas a cualquier edad.
El tiempo fluye despacio, aunque estamos siempre ocupados. Nadie corre y hasta nos quedamos viendo el atardecer en paz con el mundo y nosotros, pensando en un buen bife porque uno valora las cosas cuando no las tiene. Con un vaso de leche tibia con canela antes de dormir, igual que en los tiempos de mi abuela. Al terminar la semana sabemos cuánto hemos rebajado. El dato no es realmente importante porque lo que se pierde se recupera rápidamente si no se modifican los hábitos. Por eso, lo agendé para tomarme una semana de reciclado dos o tres veces por año.

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por Redacción OHLALÁ!


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