

EREVAN.- Pausadamente, Rossana Torosián hunde el cucharón en la gigantesca olla y reparte su contenido entre los siete integrantes de la familia. En una templada mañana, ella sola había preparado los 130 kilos de carne que les darían a su marido y sus seis hijos las energías necesarias para pasar el crudo invierno que ya se avecinaba.
En medio de la campiña, la imagen de Rossana y su familia constituye una postal bucólica ajena a las dramáticas experiencias y las enormes transformaciones que ha atravesado la milenaria Armenia en la última década: un terremoto, una guerra, el colapso de la Unión Soviética, la restauración de la independencia, la democracia.
Tiempos turbulentos que trajeron el gozo de la libertad y también la necesidad de adaptarse a nuevos desafíos. Pero más allá de esas circunstancias, subsiste una Armenia atemporal que se abre generosa para mostrar sus bellezas, sus misterios, encerrados en los pliegues de sus montañas, en la bulliciosa alegría de sus aldeas campesinas, en la serena contemplación de sus templos.
La puerta de entrada para ese mundo oculto es Ereván, la capital, una ciudad tan antigua como Babilonia o Roma y que se erigió en torno de la fortaleza de Erebuni, en el 789 a.C., por el rey Argistis I de Urartu.
La ciudad se halla emplazada en las riberas del río Razdan, en el valle Ararat, y está salpicada por decenas de construcciones hechas en duf , una piedra volcánica de diversas tonalidades y una gran profusión de Jashnkars , cruces cuyas filigranas resisten el paso del tiempo y que constituyen la manifestación artística de la profunda devoción religiosa que anida en el pueblo armenio, el primero en adoptar el cristianismo, en el año 301.
Punto de partida ineludible es la Plaza de la República, el corazón de la capital, y la avenida Mashdots (antes llamada Lenin) que lleva, más adelante, hacia el Madenataran, un tesoro único en forma de museo que alberga 17.000 manuscritos antiguos. Los más viejos, en pergamino, corresponden a los siglos VII y VIII, y en papel, a una colección de estudios científicos, históricos y fílosóficos del año 981.
El museo se mantiene como un organismo vivo, ya que en él se restauran siete u ocho manuscritos por año (5000 hojas, aproximadamente). Margik Grigoryan dirige allí a las seis personas encargadas de esa tarea, que ganan sólo el equivalente a 12 dólares por mes. "Las polillas, los hongos y la cera de las velas con la que se iluminaban los escribas han dejado sus huellas y son nuestros peores enemigos", dice Margik, que recuerda con asombro que una vez encontró granos de maíz entre las hojas de un manuscrito, "seguramente el aliemento del que realizó la obra o de algún lector".
En los alrededores de Ereván hay mucho por ver. A 35 kilómetros de la capital puede observarse el gigantesco memorial llamado Sardarapat, construido al cumplirse el 50 aniversario de la victoria armenia sobre los turcos en 1918. Muy cerca, el Museo Etnográfico, con una muestra de más de 2000 trabajos de arte local, que incluyen instrumentos musicales, tapices y cerámicas.
También merece una visita la colina de Dzidzernagapert, monumento al millón y medio de armenios masacrados por los turcos en 1915, que consiste en una estructura circular que encierra una llama votiva que fue apagada, por única vez, en 1991, como consecuencia del racionamiento de energía impuesto a causa de la guerra en Nagorno Karabagh. El lugar, donde reina el silencio, invita a la oración y el recogimiento.
Saliendo de Ereván, un buen paseo de día completo puede comenzar con una recorrida por el fuerte de Garni, construido en el siglo III a. C. y el templo pagano del sol, erigido por orden del rey Tiríades I y que constituye la única reliquia de estilo helénico en todo el territorio de lo que fue la UniónSoviética. Se encuentran sobre una montaña desde la cual se puede contemplar el cañón del río Azat. El recorrido por el lugar, que fue residencia de verano de los monarcas armenios, permite observar las ruinas de lo que fueron los baños, la bodega y una piscina, y tener una idea bastante cercana de cómo se vivía en aquella época.
En las inmediaciones de Garni, como en la de todos los sitios de atracción turística, el visitante se encontrará con grupos de mujeres que ofrecen soudjouj , un dulce con nuez riquísimo y una de las comidas tradicionales armenias, junto con el garsi jorouadz , una especie de brochette de cerdo. Probarlos es de rigor.
La segunda parada del día puede realizarse en el monasterio de Kecharis, dañado por el terremoto de 1988 y que será reabierto el próximo año para celebrar los 1700 años del cristianismo en Armenia. Su reconstrucción bien puede simbolizar el resurgimiento de esa nación oculta y religiosa que las botas soviéticas no lograron hacer desaparecer.
A fines de la década del 30, las iglesias eran utilizadas como establo o cines, y muchos sacerdotes fueron fusilados, encarcelados o enviados a Siberia. La propaganda atea hizo que las misas se oficiaran en forma sigilosa, y así la religión fue desapareciendo de la vida pública. El deshielo comenzó con Khrushchev, y ahora es posible ver a la gente yendo a misa los domingos y hablar de religión sin tapujos.
"La fe siempre está, como la sangre en las venas. Nos quisieron hacer olvidar nuestras creencias, y hemos sufrido en silencio. Pero la persona que sufre se purifica", comenta Elianora Vardanían, una anciana que había rezado largamente en la oscuridad del interior de Kecharis. Al norte de este templo se yergue el monasterio de Ghegard, cuyo párroco, Ter Petros Malián, acaba de cumplir con la rutina del madagh , la bendición con sal, de una gallina destinada a ser el plato principal de un almuerzo familiar.
Ghegard está construido en una cueva: tanto la catedral principal como las celdas de los monjes fueron hechas en las rocas. Columnas, arcos, bóvedas y relieves han sido tallados de manera asombrosa.
Petros Malián recuerda que durante el régimen comunista era casi imposible, en las repúblicas soviéticas, que la gente se acercara a los sacerdotes. "Aquí fue distinto, porque siempre hubo una gran resistencia. Pero todo debía realizarse en forma subterránea. Si bien no se destruyeron los templos, toda la actividad religiosa era secreta, hasta los bautismos y las bodas", explica.
Para reponer fuerzas, conviene dirigirse luego a algunos de los simpáticos restaurantes a la orilla del inmenso lago Sevan, de 75 kilómetros de longitud y 56 de ancho, y a casi 2000 metros sobre el nivel del mar. En verano, sus orillas se convierten en uno de los lugares preferidos por los armenios, y en invierno su superficie helada congrega a decenas de patinadores.
Una visita casi obligada en el itinerario armenio es la catedral de Echmiadzin, el centro de la Iglesia Apostólica Armenia, sede del Catolicós, el papa de esa rama del cristianismo.
Echmiadzin fue una de las primeras iglesias cristianas del mundo, construida en el año 303, sobre los restos de un antiguo templo pagano del fuego. La catedral es escenario del rito de Myrrh" (bendición de los Santos Oleos) que se realiza cada siete años, el Festival de Pascuas (en abril), Navidad (6 de enero), la bendición de las uvas (en septiembre) y la ordenación de los patriarcas, ceremonias que convocan a miles de asistentes.
Al sur de Echmiadzin, otro punto insoslayable en el itinerario religioso armenio es el monasterio de Khor Virap, sitio de peregrinaje muy próximo a la frontera con Turquía, erigido frente mismo al bíblico monte Ararat, donde se posó el Arca de Noé luego del diluvio universal.
A fines del siglo III, el monarca Trdat de Armenia envió allí en calidad de prisionero a Gregorio el Iluminador, acusado de haber tratado de difundir el cristianismo en el reino. El predicador fue protagonista de un milagro, ya que sobrevivió en una celda subterránea durante 13 años, sólo con el alimento de un pedazo de pan que le arrojaba una mano anónima por una rendija. Luego el rey cambió de parecer, Armenia se volcó al cristianismo y Gregorio fue ungido como el primer patriarca.
En la zona fronteriza se encuentra el pueblo de Pokrik Vedi, y más allá de un alambrado divisorio, dos zonas intermedias antes de que comience el territorio turco, donde se encuentran poblaciones de esa nacionalidad y asentamientos de kurdos a quienes les han prometido la tenencia de la tierra.
Bien puede considerarse, entonces, que la contemplación del monte Ararat, de más de 5000 metros y que tanta significación guarda para la nación armenia, constituye un lógico punto final a un destino inusual y sorprendente.
Por Patricio Bernabé
De la Redacción de La Nación
De la Redacción de La Nación
Datos útiles
Cómo llegar: el precio del pasaje desde Buenos Aires hasta Ereván, ida y vuelta, por British Airways es 2900 dólares, aproximadamente.
Alojamiento: el precio de una habitación doble oscila entre 60 y 90 dólares para hoteles 3 estrellas con desayuno y 124 en un hotel 4 estrellas con desayuno. Gastronomía: comer en un restaurante cuesta alrededor de 10 dólares; en un hotel, cerca de 20.
Paquetes: existen paquetes que incluyen pasaje aéreo a Ereván, traslados al hotel, 8 noches de alojamiento y excursiones por 1520
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
