
Publicado por Silvio
El fin de semana largo fue, como seguramente para varios de ustedes, todo descansar y comer. Un poquito de salir, también. Algo de jardinería polar. Y resistirme a hacer algunas cosas del hogar que Silvia viene pidiendo hace rato.
Pero el lunes a la mañana, con la valentía de los grandes patriotas que liberaron a nuestro país, intenté lograr mi propia independencia del yugo silvístico. Tomé mi humilde cajita de herramientas y me dispuse a (intentar) arreglar todo lo pendiente: instalé finalmente el toallero en el baño, rompí del todo la cadena del baño intentando arreglarla, instalé el perchero que nos regalaron cuando nos mudamos, instalé 2 lamparitas que no tenían ni el aplique y también rompí un cuadrito que Silvia trajo de su casa anterior. Nada mal: 3 a 2. Pero de local, me mata el gol de visitante. Me tengo que recuperar en el partido de vuelta.
Encima, me la di de campeón de los arreglos caseros y le quise enseñar a Silvia cómo se usa el taladro y para qué sirve cada herramienta.
Normalmente, no me va tan mal. Tuve mala suerte. Pero creo que Silvia está contenta con que al menos haya cedido actitudinalmente y espera que sólo recupere lo roto. Volveré y seré tarugos.
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