

En 1992 habíamos empezado con Gasalla y Urdapilleta El palacio de la risa , y como renovamos el contrato para el año siguiente, decidí hacerme un buen viaje. Tenía ganas de buscar un lugar en el traste del mundo, y con Marcos, un amigo, planificamos el recorrido.
Pasaríamos un día en Londres, y de ahí a Bangkok, después unas islas de Tailandia, seguiríamos a Singapur e Indonesia. Son muchos vuelos, pero si hay que morir, se muere en cualquier lado. No sé si en el momento justo de la caída voy a gritar o no, pero hasta ahí trato de pasarla bien. Intento disfrutar hasta de las tragedias.
Me acuerdo que la salida de Ezeiza fue complicada porque se postergó 14 horas el vuelo. Al llegar a Londres, el cielo estaba gris y llovía. Sin embargo, al día siguiente -curioso en Inglaterra- salió el sol. Los pubs eran rarísimos, y los ingleses chupaban como locos. Al mediodía estaban uno al lado del otro como en un colectivo, tomando cerveza sin hablarse ni mirarse antes de ir a la oficina.
Partimos a Bangkok, donde pedimos que nos fueran a recibir. Al llegar nos esperaba un cartelito que decía Mrs. Tortonese. ¡Pensaban que llegaba un matrimonio! La calle era bastante heavy, y cuando intentabas salir solo, era una historia; te llevaban a cualquier lado, y después te agarraban ocho mozos para comer una langosta, y al final te venían a cobrar los ocho. Y no podías decir nada, por más que te cobraran 10 mil dólares.
Una noche entramos a ver un show erótico. Pagabas una entrada de 7 dólares. Estaban todos pintados con dragones, con colores fluorescentes, unas pinturas únicas. El show era cada vez mejor, y mejor, y terminaban revolcándose al lado tuyo con espuma. Increíble.
Ahí estuvimos cinco días, y salimos para la isla Ko Phi Phi. Es el lugar donde filmaron las películas de James Bond. Después viajamos a Singapur, donde todo es bastante prolijo y si llegás a tirar un pucho al piso te cobran 500 dólares. Finalmente llegamos a Indonesia, el paraíso total. Estuve en Bali, un lugar que vale la pena visitar, para conocer, para vivir, para todo...
De la vuelta recuerdo las porquerías que compré. Pero todo pasa y queda en el recuerdo, los objetos se van desgastando o te los comen los perros.
El autor es actor
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