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Asientos de solteros, spa a bordo y otras ideas para volar feliz




Orson Wells solía decir que hay dos emociones posibles en un avión: aburrimiento y terror.
Claro que también está el fastidio, que es directamente proporcional a la cantidad de horas que transcurren en el aire, e inversamente proporcional al espacio en el que uno está confinado junto a personas que jamás vio en su vida.
Al parecer, lo que más irrita a los pasajeros de un vuelo, cualquier vuelo, son –y en esto parece haber concenso total– los chicos que patean la parte trasera del asiento de avión. Es lo que se desprende de las encuestas que año tras año hacen distintas publicaciones de turismo, desde la guía de viajes Lonely Planet hasta el sitio web TripAdvisor.
Peleando el segundo y tercer puesto, aunque no necesariamente en ese orden, están los vecinos que se apropian de los apoyabrazos, o aquellos otros que reclinan su asiento –justo cuando se sirve la comida, o bien apenas despega el avión– sin considerar a la persona que queda apretujada detrás. Le siguen los ronquidos, la música ensordecedora que escucha el vecino de asiento (y que sí, se oye aún a través de los auriculares), los pasajeros que se levantan antes de que se apague la señal del cinturón de seguridad, los que no paran de toser y aquellos otros que se quitan los zapatos, totalmente indiferentes a las narices que se fruncen con indisimulada repugnancia.
Por eso, el sitio CNN elaboró su propia lista, esta vez de cosas que podrían hacer más placentero un viaje de avión. Las que siguen son algunas de las sugerencias que acercaron los lectores –algunas un poco fantásticas, hay que admitir, otras más factibles:
–Servicios de masajes, pedicuría, manicuría y spa a bordo. ¿Cómo? Habilitando un pequeño espacio con luz tenue, incienso, música relajante y gente linda que nos pregunte si la presión en la espalda es la correcta.
–Una cabina especial para chicos. Tendría paredes con aislantes acústicos y, en su interior, un pelotero, pequeños toboganes y asientos diseñados para recibir patadas.
–Asientos para solteros. ¿Quién no fantaseó con conocer a la chica/chico de sus sueños en un avión? Para aquellos que aún mantienen viva la esperanza –no importa cuántos chascos se hayan llevado a bordo– , por qué no habilitarles la opción de sentarse junto a otros solteros...
–Wi-Fi gratis. Si Singapore Airlines introdujo Internet gratuita en su flota, ¿por qué no pueden hacerlo también las demás aerolíneas?
–La posibilidad de poder terminar de ver una película. Cualquiera que comience a ver Sexto sentido una hora antes del aterrizaje, razonan los encuestados, pensará que trata de una historia tontona sobre un chico que ve fantasmas. Si entre el descenso y el efectivo desembarque restan más de 30 minutos, ¿por qué no proyectar la película hasta el final?
–Sector transparente. Las vistas más asombrosas del mundo que jamás puedan imaginarse son aéreas. ¿Por qué no habilitar una sección de grandes ventanales en el avión para aprovechar la oportunidad al máximo?
–Baños separados para hombres y mujeres (sugerido por una mujer).
– Máquinas de café (en lo posible de Starbucks, y gratis).
–Separadores individuales entre asientos para no tener que hablar con el vecino.
Publicado por Teresa Bausili
8 de enero de 2012 | 2.31 A.M.

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