Atacama
Montañas, valles, salares, lagunas, pueblos mínimos y ruinas arqueológicas en el destino estrella del norte chileno
15 de mayo de 2011
SAN PEDRO DE ATACAMA.- El paisaje puede cambiar en apenas unos kilómetros. Lo que antes era árido e inhóspito se transforma en verde y fértil. De un terreno yermo a un bosque hay un paso. Bienvenidos al desierto de Atacama.
De Buenos Aires a Santiago, Chile; de Santiago al aeropuerto de Calama y, después, una hora en auto para llegar a destino: San Pedro de Atacama. Una comuna de 6000 habitantes fundada como tal en 1450, aunque la región estuviera habitada miles de años antes por los atacameños o, como prefieren llamarse los lugareños, los licanantay.
En los últimos diez años en esta área se produjo un boom turístico, en parte gracias al primer hotel cinco estrellas que se inauguró y comenzó a atraer visitantes, sobre todo europeos y ya no sólo los clásicos mochileros. Hoy es común ver en las callecitas del pueblo cientos de turistas disfrutando de un plato típicamente atacameño o comprando alguna artesanía.
San Pedro de Atacama, considerada la capital arqueológica de Chile por todos los hallazgos que se hicieron en la región, es un pueblo de casas bajas, de adobe, que crece al ritmo en que más turistas se enteran de su belleza. Su potencial y crecimiento económico no tardaron en quintuplicar la oferta de hoteles cinco estrellas y en diversificar el abanico de propuestas para conocer este oasis en medio del desierto.
Entre las opciones más nuevas está el Alto Atacama, un lodge y spa que nació en 2008 y está orientado no sólo a recibir a visitantes, sino que además busca entrar en comunión con la gente del lugar y perturbar lo menos posible el medio ambiente. Todo está cuidado, desde su arquitectura y comodidades hasta sus propuestas gastronómicas y turísticas. Está a tres kilómetros de San Pedro, rodeado por la cordillera de la Sal, en el valle de Quitor.
En el primer encuentro, nuestra joven guía atacameña, Carolina, da un pantallazo de la travesía que nos espera los próximos cuatro días. A esta zona se la puede conocer de diferentes maneras: en auto, escalando montañas y volcanes, haciendo recorridos en bicicletas o simplemente poniéndose un calzado cómodo y saliendo a caminar. Eso sí, no sin antes tener en mano una botella de agua y anteojos de sol, ya que la radiación es muy fuerte. Incluso algunas excursiones requieren aclimatarse para no apunarse durante el recorrido.
Hay tanto para ver -valles, volcanes, montañas, salares, lagunas altiplánicas, géiseres y pueblos típicos- que es mejor elegir con tiempo. Además es un gran plus estar acompañado por un buen guía que no sólo conozca la geografía del lugar, sino también su cultura y ese saber milenario que se transmite de boca en boca. Un ejemplo de ello es cuando Carolina nos cuenta lo sagrado que son los volcanes en este lugar, especialmente el Licancabur (que significa en el idioma de los licanantay -el cunza- montaña del pueblo) y que varias de las ceremonias que aún se realizan acá se hacen mirando hacia donde está él ubicado en la cordillera de los Andes.
En la cordillera de la Sal
A cuatro kilómetros de San Pedro está el Pukará de Quitor (que significa en el idioma de los licanantay fuerte en lo alto), que era utilizado para la defensa. Se estima que data del siglo XII. Desde la cima de este fuerte se tiene una vista panorámica de la zona y se pueden apreciar tres cordilleras: Domeyko, los Andes y la de la Sal, que es la más joven con aproximadamente... 23 millones de años. En tanto, a 12 kilómetros de San Pedro, por la ruta CH-23, se llega hasta las ruinas de la aldea de Tulor, que se estima datan de 2800 años antes de Cristo.
Otro rápido recorrido en auto, de apenas 15 kilómetros, nos deja en el Valle de la Luna, en plena cordillera de la Sal. Sin vegetación o animales a la vista, el silencio se hace protagonista de la escena junto con la inmensidad de sus formaciones geológicas de diferentes minerales entre dunas de arena.
Nuestro mapa de excursiones señalaba que era hora de conocer las lagunas altiplánicas Miscanti y Miñiques, a más de 4000 metros. Una cita para la que hubo que aclimatarse antes. Se encuentran a 120 kilómetros de San Pedro y llevan el mismo nombre que el volcán detrás de ellas, respectivamente. Además cobijan en sus aguas a un ave en peligro de extinción: la tagua cornuda.
Otro punto imperdible de la región es el salar de Atacama, con 3000 kilómetros cuadrados, el tercero más importante a nivel mundial. Nos dirigimos directo a su corazón: la laguna Chaxa, donde se pueden avistar flamencos.
Antes de adentrarnos en este nuevo paisaje árido, nuestra guía se lamenta porque cada vez se ven menos flamencos en la zona. La mirada se pierde por la amplia superficie rugosa, llena de costras salinas que dejan las aguas al evaporarse. Pero se cumple la promesa y allá a los lejos se empiezan a dejar ver bellas aves rosadas. La laguna Chaxa está en la zona más baja del salar, 2300 metros de altura, donde se concentran la mayor cantidad de minerales.
El salar de Atacama está considerado una de las reservas mundiales de litio o, como lo llaman algunos, el oro del futuro, por su uso en baterías para autos y dispositivos electrónicos.
Tras la presión de los pueblos originarios se logró que varios de los puntos en nuestro recorrido por el desierto de Atacama hoy estén protegidos y formen parte de la reserva nacional Los Flamencos -incluso bajo su administración directa-, pero aún hay zonas que no gozan de este cuidado. La explotación turística e incluso minera de zonas desprotegidas causa gran preocupación entre los atacameños.
Camino a estos destinos se pueden visitar también poblados como Toconao, Socaire o Machuca, donde las poblaciones varían de cuatro a siete personas durante el año. Casitas de piedra de ceniza volcánica con una pequeña cruz en el techo, cubierta de lanas de diferentes colores, para contra los malos espíritus.
Los jóvenes de las pequeñas comunas ven el boom turístico como una buena señal, ya que les permite proyectar un futuro en las tierras de sus padres. Pero esta visión no es tan compartida otras generaciones que se sienten invadidas por los turistas y sus cámaras de fotos. Como aquel anciano de Río Grande que, mientras carga dos baldes de agua, nos indica: "Fotos, no. Fotos, a la plaza".
LOS GÉISERES DEL TATIO Y UN CHAPUZÓN PARA VALIENTES
Los dormilones tal vez se espanten si su guía les pide despertarse a las 5 para salir hacia los géiseres del Tatio (a 90 kilómetros de San Pedro), pero el esfuerzo vale la pena.
Es un paisaje único que adquiere su mayor esplendor antes de la salida del sol. Una de las principales atracciones del desierto de Atacama, los géiseres están en un campo geotérmico a más de 4300 metros. Son fisuras en la superficie terrestre desde donde puede salir vapor de las aguas que hierven a 85°C bajo nuestros pies o directamente chorros de agua de hasta tres metros. Un espectáculo natural repetido en muy pocos lugares del mundo.
El día previo a esta excursión seguramente el guía aconsejará una buena dotación de ropa (suele haber temperaturas bajo cero) y, para los más valientes, también traje de baño, ya que hay una pileta artificial donde los turistas están invitados –si se atreven– a sumergirse en aguas de 30 a 35°C. En nuestro caso, el termómetro indicaba -9°C, así que la posibilidad de un chapuzón quedó descartada salvo para un grupo de jóvenes suizas que no se amedrentó ni por el clima ni por el hecho de que después deberían sacarse el biquini mojado y volver a vestirse a la intemperie.
El broche de oro en esta excursión es desayunar al calor de las fumarolas de los géiseres, esperando la salida del sol.
DATOS ÚTILES
Cómo llegar
De Buenos Aires a Santiago, Chile, y de ahí a Calama (hay ocho vuelos diarios de lunes a viernes y cinco los fines de semana), donde los hoteles de primera categoría suelen ir a buscar a los pasajeros y trasladarlos hasta San Pedro. Si no hay transfers que ofrecen el servicio de traslado al pueblo.
Dónde dormir
El Alto Atacama está a 3 kilómetros de San Pedro y a 500 metros del Pukará de Quitor. Paquete de tres noches con comidas, excursiones, uso de piscinas y spa, y traslados al aeropuerto, 1330 dólares por persona. También hay posadas y hostales con precios más económicos en el centro del pueblo. www.altoatacama.com
Dónde comer
En la calle principal de San Pedro, Caracoles, está la mayoría de los restaurantes y bares. Se puede comer -con postre incluido- por 60 pesos.
Excursiones
En la calle principal del pueblo distintas agencias ofrecen excursiones, desde hacer sandboard en el Valle de la Muerte, escalar una montaña hasta optar por el tour arqueológico. Los precios varían. Por ejemplo, ir a conocer el Valle de la Luna puede costar 60 pesos.
Qué llevar
Tener en cuenta la oscilación de la temperatura en esta zona, puede hacer calor durante el día y a la noche bajar drásticamente. Llevar ropa cómoda para las excursiones, desde remeras finas pero de mangas largas (para proteger el cuerpo del sol) hasta mucho abrigo si se decide hacer la excursión de los géiseres. No hay que olvidarse los anteojos de sol y un buen protector solar; la radiación en la zona es muy alta.