

BELEN.- La visita a Belén en estas fechas no es cosa sencilla: en sí es una pequeña población de Israel, pero habitada y controlada actualmente por población palestina.
Belén es una cándida aldea, escalonada sobre la ladera de una rocosa colina salpicada de olivos y cipreses. Betlehem, dicen, es casa del pan , en hebreo. Ya en el centro de la ciudad, el turista observa sus calles sucias, abandonadas y una mayoría de desocupados que mira con desconfianza a los recién llegados.
Al salir a caminar por las calles empinadas se cruzan autos viejos con pastores llevando su rebaño, casi con el mismo estilo que hace dos mil años. Se llega con ansiedad hasta la plaza del Portal (Manger Square), donde los árabes se acercan para hablar. Tienen ganas de contar su historia: se quejan del gobierno israelí por exagerar los controles, dejando a Belén prácticamente aislada y considerándola fuente de intranquilidad, sobre todo en estos días.
El primero
Alrededor de la plaza se agrupan pequeños locales que venden estampitas, artesanías y souvenirs propios de la Navidad. En el centro se destaca un gran árbol decorado con guirnaldas y luces. También hay montado un escenario donde año tras año coros de distintas partes del mundo vienen a cantar los tradicionales villancicos.
Entre austera y misteriosa, Belén tiene una singular característica: pureza y simplicidad.
Aquí se encuentra el templo bizantino más antiguo del mundo -la iglesia de la Natividad-, construida en el siglo IV. Según la tradición, en un lugar dentro de la iglesia nació Jesucristo hace más de dos mil años.
Se entra en la basílica pasando a través de la pequeñísima Puerta de la Humildad (1,20 de altura), que permite ingresar agachándose, casi como si se tratara de una auténtica gruta.
En su nivel a tierra, la basílica posee imágenes desdibujadas de reyes y cruzados que se vislumbran a través de los rayos de luz entrantes por las ventanas colocadas a unos cuatro metros del piso. Son cinco naves, separadas por cuatro filas de once columnas corintias de piedra calcárea roja.
Se puede bajar sigilosamente a una capilla subterránea, alumbrada por velas. Allí se escucha el susurro de unos villancicos. Sus paredes tienen una pintura desgastada y por partes cubierta de un tizne que no permite ver los dibujos.
Una estrella en el piso
Si se mira hacia la izquierda se ve un nicho de menos de un metro de altura. En él hay una estrella plateada de 14 puntas, que simboliza el lugar del nacimiento de Cristo.
Una sensación indescriptible conmueve profundamente al visitante. ¿Sería aquí exactamente el lugar ?
Enfrentado a ella, otro nicho recuerda el primer lugar donde la virgen María depositó el Niño, llamado ahora el Altar del Pesebre. A metros de allí, se encuentra el Altar de los Reyes Magos, donde los sabios orientales dejaron sus ofrendas de oro, incienso y mirra al niño recién nacido.
Una serie de recovecos unen la gruta con la iglesia de Santa Catalina, importante porque justamente allí se celebra anualmente la tradicional Misa de Nochebuena. En su altar hay un pequeño Niño Dios con las manos entrelazadas.
Normalmente, la Basílica está repleta en Nochebuena: palestinos de la zona y turistas que se emocionan por estar allí en esa noche santa.
A lo lejos se ven las luces de las casas sobre la ladera del monte y un coro de chicos canta una versión vernácula de Noche de Paz .
Curiosidades históricas
Hay discrepancias sobre la fecha exacta del nacimiento de Jesús: la Iglesia Católica festejan el acontecimiento en la noche del 24 de diciembre del año 5 (o 4); los ortodoxos griegos lo celebran el 6 de enero; y los armenios, el 18 del mismo mes.
El lugar del nacimiento de Cristo no ha sido determinado con exactitud, sin embargo el sitio que se señala hoy (en la gruta de la iglesia de la Natividad, uno de los lugares imperdibles de la ciudad) ha sido punto de peregrinación desde los primeros años de la civilización cristiana.
Lugares para visitar
Iglesia de Santa Catalina (el patriarca de Israel reza la tradicional Misa de Nochebuena) y la iglesia de la Leche (donde la Virgen María se detuvo a amamantar al recién nacido).
Jorge Mackey
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