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Azul profundo en el Mar Rojo

El buceo es el principal atractivo de este lujoso destino de la península del Sinaí, donde la mayor parte del día se pasa en los hoteles, pequeñas villas con alma de palacetes




SHARM EL SHEIKH.- Hay que usar el muelle para tirarse al agua. Saberlo es clave para no darse un porrazo con el arrecife de coral que está junto a la costa. Por suerte hay empleados del hotel que vislumbran la intención de los recién llegados y los frenan a tiempo. Conocen el encanto del Mar Rojo. Pero no están allí sólo para eso. Acomodan las reposeras, pasan con bebidas exóticas y renuevan las toallas cuando apenas se arrugan. Incluso, cada quince minutos, uno de ellos se acerca con un spray y propone limpiar los lentes de sol. Porque si alta gama en Egipto es sinónimo de excentricidad, aquí roza la desmesura y supera la imaginación.
También son desmedidas las tortugas. Uno flota en calma enmascarado con su snorkel y de repente, cinco metros abajo, se pasea un ejemplar gigante que hace gala de su caparazón lila. El buceo es el sello de este enclave turístico que forma parte del país africano, aunque se encuentre geográficamente en Asia. En el extremo sur de la península del Sinaí, aquí suelen encontrarse líderes internacionales para solucionar conflictos de Medio Oriente. "Muchachos, para qué nos vamos a pelear si podemos quedarnos bajo estas palmeras", uno imagina que dicen. Aunque sólo lo imagina porque no hay mucho en qué pensar.
En los años 80 era apenas un pueblo de pescadores. Luego fue creciendo en forma vertiginosa, especialmente después del casamiento de Gamal Mubarak, hijo del primer mandatario. La celebración se difundió por todo el mundo árabe, pero también en Rusia, Italia e Inglaterra, desde donde llega la mayoría. Cuentan que desde entonces el turismo chic se puso de moda.
Los hoteles, casi todos cinco estrellas, se expandieron sobre la bahía de Naama, entre el nuevo aeropuerto de Sharm (así se conoce, según lo nombran los habitués) y el pueblo, que se visita casi exclusivamente para hacer compras o ir a bailar. El resto de los viajeros se queda la mayor parte del tiempo en los complejos paradisíacos construidos a baja altura. En este caso, el Four Seasons Resort.
Es como una villa mediterránea, de estilo árabe, con calles empedradas y habitaciones con un sencillo frente símil adobe, pero un interior superequipado. Todas tienen vista al mar, porque están repartidas sobre una colina. El lugar brinda la sensación de estar en un pueblo antiguo, hasta que pasan los carritos eléctricos que llevan a los huéspedes de un lugar a otro. Desde el lobby, incluso, hay un trencito que llega hasta la piscina principal, a unos 50 metros de la playa. Pero no hay medio de transporte que altere la tranquilidad.

Submarinismo

La última vez que llovió fue hace dos años. Apenas 15 minutos; un chaparrón. No es casual entonces que el acceso a la bahía sea a través del desierto, apenas entrecortado por una ruta moderna y repleta de flores, con algunas montañas rocosas a lo lejos. "Los visitantes se quedan por lo general una semana -cuenta el gerente del hotel, un rubio norteamericano que se llama Charlie Parker-. Incluso muchos extranjeros que sueñan con conocer las pirámides de El Cairo, igual se instalan acá y toman un vuelo charter para ir y volver en el día." El vuelo hasta la capital es de apenas 45 minutos.
La mayoría se embarca, al menos algunos días, en busca de delfines, mantarrayas, barracudas y miles de peces. Incluso hay tiburones (pacíficos, aseguran) que se pueden ver haciendo snorkel. Los hoteles ofrecen estos servicios, en general incluidos en la tarifa.
Claro que lo ideal es hacer buceo. Hay paredes de coral de más de 80 metros de profundidad que ameritan cargarse de oxígeno. Es uno de los mejores lugares del mundo para hacerlo, ya que tiene excelente visibilidad y paisajes muy variados, que pueden incluir barcos hundidos.
Las bahías de Naama y Sharm El Maya cuentan con varios centros de buceo. En este caso, salir del hotel puede ser una buena opción para obtener precios más bajos. En Ras Um Sid, al oeste de Naama, hay arrecifes de coral y grandes acantilados.

Interior y alrededores

Sharm El Sheikh es de esos lugares donde la experiencia cambia radicalmente según el hotel, porque allí se pasa gran parte del tiempo. Por eso cuentan con varios restaurantes (cuatro en este caso) y propuestas de recreación o relax, según el gusto y el día.
En el spa, la sala más exclusiva se llama Cleopatra y ofrece un tratamiento a base de leche, rica en proteínas. Junto a ella hay una piscina más silenciosa que la general; su acceso es restringido a los niños.
Pero también hay opciones puertas afuera, que se deben conocer. A unos 30 kilómetros de Sharm está el parque nacional de Ras Mohamed, que tiene 480 km cuadrados repletos de arena, aves y reptiles exóticos. Y más arrecifes, para no perder la costumbre.
En la bahía Naqb, alejada de la zona más turística, hay playas y algunos hoteles más. Shark´s Bay tiene zonas de arena más amplias. Y la excursión por excelencia es al monasterio de Santa Catalina (ver recuadro).
Para quienes salir de compras es una actividad inevitable hay especialmente dos sitios. Después de haber visitado Khan El Khalili, en El Cairo, uno imagina que así son todos los bazares del país, coloridos y repletos de sabores. Pero no. El primer sitio que proponen los conserjes es un paseo de compras al aire libre, con locales caros y bares llenos de turistas. Es lo que llaman el centro de Sharm. El lugar sí cuenta con varias opciones nocturnas, también para extranjeros.
Como la región vive principalmente del turismo, el Old Market tiene, sobre todo, souvenirs. Pero aquí la mezcla es más interesante. Además de encontrar precios más accesibles y objetos valiosos -desde joyas hasta lámparas típicas que rondan los US$ 200-, los bares y puestos de comida están repletos de lugareños.
Como en todo el país, prevalece el regateo, donde uno termina desconfiando siempre del precio final y hasta de haber comprado lo que en verdad quería. Con los taxis también hay que arreglar el precio antes de subirse, porque más de un turista termina en medio de la ruta, después de un intercambio de ideas con el taxista.
Por Martín Wain
Enviado especial

Excursión bíblica al desierto

Es una persona que vive en soledad y se entrega a la vida contemplativa y penitente. Así se define al eremita o ermitaño, palabras cuyo origen etimológico es "desierto". Incluso se cree que el primer ermitaño fue Pablo, justamente un egipcio. Ambos datos confluyen en el desierto del Sinaí.
Allí se encuentra el monasterio de Santa Catalina. Desde el siglo IV d.C., en la zona viven eremitas, porque se estima que fue allí donde Moisés vio la zarza ardiente. Por eso, en el siglo VI el emperador Justiniano I mandó a construir el monasterio, que hoy es uno de los más antiguos que siguen habitados en el mundo. En 2002 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Está entre la montaña de Catarina, con 2642 metros, y el monte de Sinaí, con 2285, donde según la Biblia, Moisés recibió los Diez Mandamientos.
Hay excursiones al monasterio durante el día: es un plan de día completo, porque está a unas tres horas de Sharm. Para los que buscan tener una imagen nocturna hay tours que parten a las 23, para una caminata en ascenso de unas dos horas, para disfrutar de un amanecer único en la altura, junto a la capilla de la Santa Trinidad. Finalmente, a las 9, cuando abre el monasterio, se baja para ingresar al mismo.

Datos útlies

Cómo llegar

  • Air France. La aerolínea francesa vuela hasta El Cairo, vía París. La tarifa desde Buenos Aires hasta la capital egipcia es, en clase económica, de 1838 dólares, con tasas e impuestos incluidos, y de 4958, en clase ejecutiva.
  • Hay compañías de bajo costo que realizan vuelos desde El Cairo a Sharm El Sheikh. Por Egyptair cuesta unos 160 dólares, con imp. incl.

Dónde dormir

  • Four Seasons Sharm El Sheikh. 1 Four Seasons Boulevard, P.O. Box 203, Sharm El Sheikh, South Sinai, Egypt. Tel. 20 (69) 360-3555. Fax. 20 (69) 360-3550. www.fourseasons.com/sharmelsheikh/
  • Tarifa de habitación doble, superior, desde 275 dólares por noche. Es un hotel lujoso cuya Royal Suite cuesta nada menos que ¡12.500 dólares!

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por Redacción OHLALÁ!

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