Qué raíd, no se dan una idea. Tenía que ir sí o sí a trabajar, así que Nicolás me pasó a buscar por ahí y nos fuimos al pediatra. No fue de mucha ayuda, salvo que nos recomendó un par de profesionales y nos dijo que el conoce varios casos de chicos con Déficit de Atención y varios otros con algo que se parece un poco pero que no es nada.
De ahí nos fuimos a la admisión, o primer entrevista con el equipo de psicólogos de la pre paga a la que pertenecemos.
Y esa sí estuvo "buena".
Nos atendió una mujer que la verdad, fue un "placer" escuchar (sepan entender las comillas, nada de todo lo que cuento es bueno, o placentero). Esta primera cita era sin Luján, como para que le describiéramos el tema.
Lo hicimos, nos hizo preguntas (algunas iguales al otro psicólogo) y nos explicó, al ver mi enormísima angustia, cosas como:
Es casi imposible detectar el trastorno es chicos menores de 4 años. Que desde que el pre-escolar se transformó en una especie de primer grado, es más sencillo, pero que antes no se detectaba antes de la primaria (no saben lo aliviada que me sentí con eso, me saqué un poquito de culpa, de sentirme una negligente que no podía leer las señales obvias que me hija me enviaba desde el día en que nació).
Que hay distintos tratamientos y que no todos incluyen mediación. Que su equipo trabaja con una terapia cognitiva-conductista que consiste, en gran parte y si alcanza, en premiar al niño cuando logra lo que se le pide. "Modular la conducta" lo llamó ella.
Los pasos a seguir son: llevar a Luján a una nueva entrevista. Y en casa, empezar con una rutina exigente de horarios y actividades. Exigente, remarcó.
Cuando volvíamos, diseñamos esa rutina y decidimos comunicarla "oficialmente" al llegar.
Todo bien, son chiquitos y tienen bastantes horarios marcados.
Comimos y se fueron a la cama. Y yo me quedé tomando un café en la cocina. Y pensando en mi chiquita, y que qué dolor que le pase algo. Que sufra. Que no pueda decir "me duele acá".
Sentí que debe ser claustrofóbico no poder decir qué te pasa, tener que mandar señales y rezar porque los de afuera las decodifiquen y te den una mano.
La miraba dormir, tan linda. Es tan divina que no se imaginan.