
Hago todo lo posible por entrar en comunicación directa con mi pequeño hijo:
-Le pongo música a niveles considerables y empiezo a bailar.
-Al rato pruebo con un atracón de dulces (por algún lado leí que comer algo dulce los estimulaba).
-Después practico sonidos guturales (xq imagino que en el interior se escuchan todavía más fuertes) y finalmente ensayo una serie de golpecitos por donde solía estar mi estómago y otras cosas y ahora está mi hijo. Son golpecitos con amor y cariño, pero también con carácter. Los alterno con masajes pronunciados.
Y todo esto para nada. No hay caso. El bebé se mueve cuando le entra la regalada gana.
Ya no sé cómo hacer para sentir que nos comunicamos. Quiero que de señales cuando yo lo llamo, no en cualquier momento (!)
El hombre de esta casa dice que no hay duda, que es hijo suyo: hace oídos sordos a las pavadas de su madre.
Le digo que estoy embarazada y sensible y que sus chistes no me dan gracia. Ahí entonces se arrepiente, vuelve, me hace un cariñito y le habla a la panza. Y adivinen qué?
El turrito de Benjamín responde!
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
