Beijing, Pekín o por qué los nombres diferentes
19 de abril de 2015
La nota de tapa de este suplemento está dedicada a Shanghai, pero la pregunta es igualmente válida: ¿Pekín o Beijing? El nombre de la capital china todavía descoloca a más de uno. Incluso, algunos despistados creen que son dos ciudades completamente distintas.
Mientras que casi todo el mundo anglohablante le dice Beijing, la ciudad es Pekín para los latinos, alemanes, rusos..., y Pecchino para los italianos. El código de las miles de valijas que llegan cada día al Aeropuerto Internacional de Beijing reza PEK, las autoridades chinas insisten en que la capital debe llamarse Beijing y al pato laqueado se le dice pekinés, no beijinés (lo mismo va para el perrito de cara aplastada).
En realidad no hay dos nombres, sino dos maneras de pronunciar el mismo nombre. El chino tiene una escritura basada en ideogramas, representación gráfica de una idea o concepto. Así, el ideograma chino de Beijing significa capital del norte y su pronunciación suena precisamente a Beijing.
Pekín sería la adaptación latina oficial de Peking, la forma antigua, y la Real Academia Española se refiere a pekinés como "natural de Pekín". Es decir, el que quiera hablar correcto español que diga Pekín, el que quiera respetar a los chinos, Beijing.
Claro que la cosa se pone más engorrosa porque si vamos a ser puristas, el nombre de China en chino es Zhongguo o Zhonghua, que vendría a significar reino del centro. En rigor, China ha cambiado de nombre tanto como de dinastías o de la libre interpretación de antiguos exploradores. Sin ir más lejos, la aerolínea oficial es Cathay Pacific: la nación más poblada del mundo fue bautizada por Marco Polo como Cathay.
Pero los chinos no son los únicos que han venido a ser agraviados en diversas traducciones y convenciones. Desde Finlandia (cuyo nombre en finlandés es Suomi) hasta Corea (que se dice Choson en Corea del Norte y Hanguk en Corea del Sur) o Hungría (Magyarország en su lengua nativa), la lista de topónimos que difieren de los nombres originales es extensísima: ocupa más de veinte páginas en un apéndice especial colocado al final de la ortografía de -y sólo de- la lengua española.
Alemania, por ejemplo, suena completamente diferente en al menos 10 idiomas. En alemán, por empezar, es Deutschland; en finlandés, Saksa; en danés, Tyskland; en polaco, Niemcy; en inglés, Germany; en francés, Allemagne, y si vamos a seguir con los chinos, en chino es Déguó.
Holanda es un caso confuso. El país se llama Nederland en su idioma original y, más o menos parecido, Netherlands en inglés. De hecho, Nether es bajo y lands, tierras, por lo cual en español también se lo conoce como Países Bajos. Lo que pasa es que tanto en inglés como en español decimos incorrectamente Holanda (Holland), la cual es sólo una de las 12 provincias del país (otras son Drente, Limburgo, Utrecht o Zelanda, esta última conocida por servir de inspiración para el nombre de Nueva Zelanda).
Además, el idioma no es holandés, sino neerlandés, y para mayor confusión, el gentilicio en inglés es Dutch.
¿Y qué hay de Inglaterra? Cuando lo buscamos en algún índice, nunca se sabe si mirar bajo Gran Bretaña (Great Britain, la isla que Inglaterra comparte con Escocia y Gales) o Reino Unido (United Kingdom, que comprende Gran Bretaña e Irlanda del Norte). Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte no son países independientes, pero el Reino Unido sí lo es, y también la República de Irlanda (a secas). Pero como cada uno tiene su dialecto, entonces Inglaterra en gaélico-irlandés es Sasana; en escocés, Sasainn; en bretón, Bro-Saoz; en galés, Lloeg...
Al final no se me ocurre ninguna ciudad ni país que se pronuncien de la misma manera. A diferencia de algunas marcas que, justamente, fueron ideadas para sonar igual en cualquier rincón del mundo (como Kodak o Exxon), a los exploradores el tema del branding los tenía sin cuidado.