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Bombinhas: Playas tranquilas, al sur de Brasil

En el estado de Santa Catarina, esta vecina de Camboriú es menos ruidosa y tiene buenas olas




BOMBINHAS (El Mercurio, de Santiago).- Esta playa está en un municipio de 12 mil habitantes, también llamado Bombinhas, en el estado de Santa Catarina, sur de Brasil, en una curiosa península salpicada de playas excelentes que cada año atrae unos cien mil turistas.
La de Bombinhas es una historia clásica de Brasil: la del poblado de pescadores redescubierto por viajeros que escapaban del bullicio de la cercana y mucho más conocida Camboriú, a media hora de distancia. El resto se puede adivinar. En una década, el pequeño caserío cuadruplicó sus habitantes y sólo en los últimos años se abrieron unos cincuenta nuevos hospedajes, más o menos grandes, más o menos lujosos, con jacuzzi junto al mar o encantadoramente rústicos. Y así, casi sin darse cuenta, los veranos de Bombinhas se convirtieron en un imán para miles de forasteros armados de bronceador.
Que quede claro: lo que ofrece la pequeña Bombinhas por estos días es mucha tranquilidad, playas subutilizadas, buenos hoteles que se toman en serio eso de tarifas baja temporada, restaurantes relajados, bares sin bullicio y, de vez en cuando, algún show con música en vivo. O un luau, relajadas fiestas playeras cuya hora y lugar corren de boca en boca.Un día normal en Bombinhas es esencialmente un día de playa.
La cercanía de las playas tiene que ver con la curiosa forma de la península donde se encuentra esta localidad, con sus estrechas puntas que se internan en el mar. Eso significa que si se instala por ejemplo en Bombinhas o en la vecina Bombas, y se aburre o encuentra que hay mucho viento, o que las olas son demasiado grandes, basta cruzar el estrecho poblado para encontrar la magnífica Quatro Ilhas, una de las mejores playas de Bombinhas.
Un poco más lejos, en otro de los brazos de la península, están las extensas playas de Mariscal y Canto Grande, separadas apenas por una franja de casas de tres o cuatro cuadras de ancho. Una geografía privilegiada que se puede apreciar a plenitud desde el imperdible Mirante do Macaco, en el camino a otra de las mejores playas de la zona, la aislada, pequeña y muy tranquila Tainha.
"Hay algo en este lugar...", comenta Flavio Machado, un periodista de viajes y guía en este lugar. Vino por primera vez casi adolescente y no dejó de volver para pasear o trabajar, solo o con novia, para bucear y ahora porque está construyendo su casa aquí. "Siempre vuelvo. Me encanta. Hay algo en el aire, en la gente. Conozco muchos lugares, pero no tienen esto... Un bom astral." ¿Qué es eso? ¿Como buena onda? "Sí, buena onda."
Durante la temporada hay fiesta cuando cae el sol. Mucho mejor si hay luna llena. Además, el mar está tibio, la arena suave, la cerveza fría, hay una más que correcta banda en vivo, grandes pedazos de sandía y otras frutas sobre una mesa, caipirinhas dulces a 6 reales, chicas hermosas, chicos relajados y conversación fácil. ¿Qué más se puede pedir?

Cambio de vida en un lugar especial

Karina es una hermosa argentina que disfruta de la fiesta playera del luao, este sábado por la noche. Se mudó a Bombinhas hace un tiempo. "Ahora voy a ver a mi familia a Buenos Aires, pero ya pronto me quiero volver. No resisto mucho en la ciudad", dice la chica, luego de esquivar distraídamente al tercer pretendiente de la noche.
Lleva unos seis años en Bombinhas, donde encontró justamente lo que buscaba: una buena oportunidad. Invirtió sus ahorros en departamentos para alquilar y está preparando una posada que espera estrenar pronto. "No habría podido hacerlo en otro lugar, porque las propiedades son muy caras."
-¿Eso te atrapó en Bombinhas, el negocio?
"Sí, pero el negocio no va solo. Al menos para mí. Tengo que ir a algún puesto fronterizo cada tres meses para renovar la visa, porque todavía no tengo residencia, pero no me quiero ir. Siento que éste es mi lugar. Y ésta es la mejor época porque hay menos turistas y se siente mejor la atmósfera. Hay algo más aquí...", explica Karina, sin duda, enamorada del lugar.

Datos útiles

Cómo llegar

El aeropuerto más cercano a Bombinhas es el de Florianópolis (60 kilómetros). El pasaje de ida y vuelta en avión a Florianópolis cuesta desde US$ 316, con tasas e impuestos incluidos.

Más información

Embajada de Brasil, Cerrito 1350; 4515-2400. Horario: lunes a viernes, de 9.30 a 12.30.

Internet

www.bombinhasinfotur.com. br

www.guiabombinhas.com.br

Visibilidad submarina, diez puntos

BOMBINHAS.- Parte de la fama de este balneario tiene que ver con la Reserva Biológica Marinha do Arvoredo, creada a comienzos de los años 90 y, según nos cuentan, una de las dos reservas naturales submarinas de Brasil.
Este parque explica tanta oferta de buceo y las dos lanchas y el barco, llenos de tubos de aire comprimido, trajes de goma y aficionados, que zarpan esta mañana desde Lagoinhas, otra playa local al lado de Bombinhas.
Dicen que en verano, la visibilidad submarina llega a los 25 y más metros, y hoy, que está nublado y el mar se ve algo revuelto por la tibia lluvia de anoche, se supone que uno puede ver fácilmente hasta unos 8 o 10 metros. Dicen también que es difícil encontrar -al menos en Brasil- otro lugar mejor para sumergirse. Especialmente si se es primerizo.
El destino de todas las embarcaciones esta mañana es el mismo: la isla de Galé, a 30 o 45 minutos de navegación en una lancha rápida.
La alternativa para los primerizos es un bautismo submarino, estreno que ofrecen todas las agencias de buceo del mundo, pero que aquí se hace como se debe: el guía -en este caso, una especie de Guga Kuerten con traje de hule- baja con un novato cada vez. Eso tiene varias ventajas. De partida, uno sólo tiene que preocuparse de respirar normalmente y mirar. Nada más. Guga se encarga del resto. En especial de guiarlo entre los roqueríos, sin soltarlo ni un segundo. Así sólo queda relajarse y disfrutar con la infinidad de peces de todo tamaño y color, y tortugas que dejan bien en claro que bajo el agua el lerdo es uno.
Antes de sumergirse, los guías son cuidadosos con las instrucciones. En especial con las que tienen que ver con el ambiente: no dejar ni extraer nada, evitar el contacto y, por mucho que uno se entusiasme, no intentar seguir a las tortugas. Después de todo estamos en la autoproclamada capital del buceo ecológico de Brasil. Por lo mismo casi no hay expediciones a las otras islas de la reserva marina, y en Galé los guías se concentran en una pequeña zona excluida del área protegida.
Mauricio Alarcón C.

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por Redacción OHLALÁ!

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