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Brooklyn, entre lo clásico y lo moderno

El famoso barrio neoyorquino combina sus antiguas zonas remodeladas con paseos turísticos; hay mucho para ver




NUEVA YORK.- Detrás del puente más famoso del mundo, dicen en Manhattan, está pasando de todo. Se construyen hoteles, se multiplican los bares y teatros, resurgen sitios de culto, se crean museos y fueron habilitadas sofisticadas boutiques.
Tanto se habla de lo que hay más allá de las aguas del Houston, que incluso comenzaron a imitarse los desopilantes precios inmobiliarios de la gran isla.
A cada paso pueden advertirse los días de gloria que vive este viejo distrito adosado contra su voluntad a Nueva York en 1898, que se sumó a la ciudad con el récord en multiculturalismo de los Estados Unidos, aquel aterrador caudal de crímenes y esa pronunciación tan flexible impregnada en sus calles.
Sucede que Brooklyn comenzó hace rato a ofrecer mucho más que las emotivas vistas de las siluetas edilicias de mayor celebridad. De hecho, la tendencia inaugurada principalmente por estudiantes y bohemios de instalarse en sus sectores cercanos al río, es seguida hoy por muchos empresarios del vecino Financial District, cuyo lugar de residencia fue históricamente Manhattan.
Este lugar en el que viven dos millones y medio de personas de 93 grupos étnicos, recibió últimamente una nueva ola migratoria, pero esta vez de neoyorquinos que cambian a la zona más cara y densamente poblada del país por alguno de sus 15 barrios históricos.

A probar suerte

Aunque también es sitio de jóvenes originarios de distintos Estados que acceden a las universidades neoyorquinas y de otros que llegan a probar suerte al interesante mercado laboral de La Gran Manzana.
En lo que atañe al turismo, seguramente fue 1998 el año en que Brooklyn dejó de ser un paseo por el día. Una prueba de eso la dio la apertura de un nuevo hotel de 374 habitaciones de la cadena Marriott. Hacía 64 años que no inauguraba un alojamiento de este tipo.
Desde ese momento, especialmente en el elegante barrio de Stuyvesant Heights, se levantaron paulatinamente varios hoteles, restaurantes y negocios que se fueron extendiendo hacia el Sur. Cobró fama el Akwaaba Hotel, una inmensa mansión de estilo italiano construida en 1860; también el rito urbano del cóctel al atardecer en el patio del River Cafe, el sitio elegido históricamente por los miles de pintores que inmortalizaron la figura del puente.
Cerca de allí, asoma el Peter Luger Steak House, considerado desde 1887 el mejor sitio para comer carne, y el Gage & Tollner´s, que continúa iluminado a fuerza de los mismos faroles de gasolina que lo hicieron en su apertura de 1879.
De todas maneras, el renacimiento del municipio no se debió simplemente al -como les gusta decir a los locales- make up (mejoramiento, maquillaje) del antiguo Brooklyn. Hacia el Sur, Smith Street, también llamada The Restaurant Row (la hilera de restaurantes), se pobló rápidamente de opciones gastronómicas, bares y trendy boutiques de moda. Los sábados a la noche, aunque con turnos dados con anticipación, se llenan las veredas del Saul Restaurant, de Grocery (comida americana) y de Banania (platos franceses).
Aun hoy los vecinos no terminan de habituarse al escenario de esta calle que muestra el ir y venir de limusinas en medio de la música que se escapa de los bares y el ritmo de los DJ (disc jockeys) que surge, por ejemplo, de la disco Halcyon. A la hora que ilumina el sol, pueden aquí encontrarse los negocios de anticuarios más importantes de la ciudad.
En materia de espectáculos artísticos, amarrado junto al puente, asoma el Barge Music , y no muy lejos de allí, el Museo de Brooklyn, con una de las colecciones de arte egipcio más grandes del país.

A la vuelta de la esquina

Cualquier día soleado vale la pena recorrer algunos kilómetros en dirección norte hasta el barrio de Williamsburg, conocido como el nuevo Soho. Dada la cercanía con la isla y lo económico de sus rentas, gran cantidad de artistas y universitarios se fue instalando en medio de las 30 mil personas de ascendencia judía establecidas allí desde la década del 30. Hay galerías de arte y locales con bandas de jazz en vivo.
Los domingos a la mañana son para pasear por el Sunset Park, un bullicioso barrio chino en el que abundan los mercados y las ofertas gastronómicas, mientras que en el extremo oeste, Brighton Beach tiene como lengua ineludible el ruso dada la gran cantidad de inmigrantes.
Cercano a Brooklyn Heights, el barrio de Carroll Gardens ostenta el corazón de la importante comunidad italiana, y es frecuentado por infinidad de neoyorquinos que aseguran que en esta zona se comen las mejores pizzas de los Estados Unidos.

Datos útiles

Cómo llegar: el pasaje aéreo ida y vuelta, directo a Nueva York, cuesta entre 800 y 1100 pesos, con tasas e impuestos.
Alojamiento: la habitación doble, en los mejores hotelescercanos al puente, cuestan entre 150 y 230 dólares.
Recomendaciones: un taxi desde el centro hasta Brooklyn cuesta, aproximadamente, 15 dólares. Los subtes comunican ambos destinos hasta las 3. Hay pases a precios convenientes si se utiliza este medio a diario.
Jorge Benedetti

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por Redacción OHLALÁ!


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