
Luján. Editorial El Ateneo y Bifronte; textos, Gonzalo Monterroso; fotos, Daniel Massola y otros, 80 páginas.
Fue el atalaya de Buenos Aires, cuando los primeros colonos criollos la fundaron para demarcar una frontera con el mundo indígena. En 1671 fue también el lugar donde una imagen de la Virgen Inmaculada Concepción decidió quedarse, pese a que la traían desde Brasil rumbo a una estancia lejana. Y fue, además, el lugar que la Virgen bendijo con tres resonantes milagros: protegió a la ciudad de la epidemia de 1788, una espesa niebla la salvó de la ferocidad del malón en 1780 y por último, una lluvia bienhechora la salvó de la sequía devastadora. La ciudad que creció en torno del río bautizado por el capitán Pedro de Luján, expedicionario de Pedro de Mendoza, finalmente tuvo un icono eterno cuando en 1930 se inauguró la basílica de Luján, meca de numerosas peregrinaciones anuales.
Este libro cuenta esas historias y muestra que los catamaranes del río, la Recova del centro, la plácida Plaza Colón, el notable Museo del Transporte, el Cabildo y la Casa del Virrey siguen en pie, recordando que Luján fue uno de los primeros centros bonaerenses.
Pasado nacional: varias fotos muestran el acervo del Museo Colonial e Histórico de Luján, con objetos dignos de verse, desde un chaleco negro que perteneció a Manuel Belgrano hasta un poncho de San Martín.
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