
Cariló volvió a llamar.
Me dijo que le soné como que cuando volviera a Buenos Aires no iba a responder, así que se quería asegurar de que eso no pasara.
Me hizo reir. Le conté un poco la verdad, y le dije que sí, que arregláramos para salir la semana que viene.
Lo veo el jueves (che, ¡me di cuenta de que voy a estar en lo de mi madre! por un lado, ¡Qué placer!!!! ¡Ella se queda feliz con los chicos! ¡Voy a poder salir un poco más!). Me dijo de comer en un lugar en Acassuso. Me pasa a buscar por lo de mi madre (¡me desconozco, acepté que me fuera a buscar!).
Pensé en el cine, pero la verdad, prefiero charlar, prefiero conocerlo mínimamente. No sé, al cine voy sola, si quiero, total es lo mismo. No me gusta para primera cita.
Aprovecho para contarles, que como bien dijo un comentador en el post de ayer, el video que les dejé es el del final de Zatoichi, y no, no es una muestra clara de la película, pero sí de su director, que en una peli de Samurai, pone un baile (espectacular) de tap.
Hoy les recomiendo otra, para ver con sus hijos, o solos: El Castillo Vagabundo (Howl's Castle), de Hayao Miyasaki. IMPERDIBLE. Me la sé de memoria.
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