

Los paisajes y las ciudades son bienes inmuebles. No se mueven salvo sus imágenes a través del cine, la televisión, los videos, las fotografías, Internet. Por eso conocemos Andalucía, aun sin haberla recorrido. Con la s final de El Andalus, o con su ortografía castellana con c y acento, o la zeta en la pronunciación de sus ocho millones de habitantes.
Basta entrecerrar los ojos para vernos en Sierra Morena o Sierra Nevada, al borde del Guadalquivir, El Tajo de Ronda o frente al Mediterráneo. Ni qué decir del paseo virtual por Córdoba y su mezquita; Granada con la Alhambra; Sevilla con la Giralda; Cádiz, considerada la ciudad más antigua de Occidente, o Málaga y Marbella con su inigualable Costa del Sol.
Este breviario geográfico esencial es incompleto. Aunque por sí solo justifica que sea uno de los 20 destinos más cotizados del mundo, con 30 millones de visitantes al año.
Son 87.000 kilómetros cuadrados de maravilla, en una superficie comparable con la provincia argentina de Corrientes y el doble de Bélgica u Holanda, en Europa. Al evocarla lo primero que nos conmueve es la poesía, el retrato que nos dejó Antonio Machado: "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero..."
Porque la naturaleza sin el hombre (y la mujer) es tierra baldía. Le hace falta la raíz que le dio letra con Góngora, Gustavo Adolfo Becquer, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Federico García Lorca, colegas de entretelas de quien fijó para siempre el camino sobre estelas en la mar. Para ilustraciones podemos sumar los pintores Murillo, Velázquez y Picasso, nacido en Málaga, igual que Miguel de Molina.
Y todo, por supuesto, sin olvidarnos de los primos hermanos de la cultura esencial que son la comida y la música. Comprender esta dupla complementaria del paisaje físico y el humano fue uno de los mayores hallazgos de la comitiva de la Junta de Andalucía con su presidente Manuel Chávez González a la cabeza, al visitarnos junto con una nutrida delegación para brindarnos un contacto más íntimo con sus atractivos.
Como decía mi abuela española, el apetito se abre comiendo. En este caso con el talento de Dani García, que dejó por una semana su restaurante Calima, en Marbella, para cocinar en el Hotel Alvear. Fueron Más que tapas... tomando el título del libro en el que los protagonistas son el aceite de oliva, los vinos, el cerdo ibérico, los quesos, las frutas y hortalizas, los pescados y mariscos (con caviar y el esturión incluidos), y las mieles y el arroz ecológico de las marismas. Con el maridaje de creatividad gastronómica de 30 de los más grandes chefs (desde Ferrán Adriá y Pierre Gagnaire hasta los compatriotas Michelle Bernstein, Fernando Trocca, junto con varios miembros de la constelación de estrellas Michelin). En una visita donde todo se integró la presentación se hizo en el Zanjón de Granados, un lugar de ensueño reciclado por donde corría el riacho Tercero del Sur cuando llegó el noble andaluz Pedro de Mendoza para fundarnos en 1536.
El fin de fiesta se dio en el teatro Avenida, el Colón de la música española, con Viaje al Sur , del Ballet Flamenco de Cristina Hoyos. Sevillana y suma sacerdotisa de un arte que cultivó Antonia Mercé, La Argentina, nacida en Buenos Aires de padres andaluces, para quien no se bailaba con los pies, sino con el alma y el corazón. Así lo entendió Cristina al interpretar El a mor brujo, de Manuel de Falla, nacido en Cádiz que murió en el exilio en nuestra Córdoba de la Nueva Andalucía, fundada por Jerónimo Luis de Cabrera. El título de su obra póstuma, Atlántida , es un símbolo del encuentro que los viajes y el turismo facilitan en carne y espíritu.
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