

Hojas y pastos se dispersan, la tierra se escapa bajo nuestros pies y aparece la curiosa sensación de estar sobre un colchón de aire.
De pronto el helicóptero inclina su nariz como para torear el viento y con un gran envión toma velocidad hacia el Este, hacia Buenos Aires, hacia la aventura. El vuelo es desde el aeropuerto de Don Torcuato tomando el río Luján y luego el Río de la Plata hacia el centro, hasta aterrizar en el Edificio Centinela, en Retiro.
Es bueno saber que nuestra piloto, Adrienne Torregrosa, se formó en la marina francesa y, con grado militar equivalente a un teniente 1º, prestó servicios embarcada en el portahelicópteros más importante de la fuerza. Ahora trabaja en Hangar 1 como instructora y piloto para todo tipo de vuelos.
Llegando a la desembocadura del río Luján, el Río de la Plata se abre inmenso sobre el horizonte. Debajo los veleros son pequeños y parecen papeles a la buena del viento. Cerca de la orilla, un grupo de jóvenes hace skiwind con coloridos paracaídas que se desordenan con una brisa que cambia a cada rato.
Estamos a unos 150 metros, volando a una velocidad de casi 200 kilómetros por hora, que de ningún modo se nota porque todo abajo transcurre lentamente. El ruido es inevitable y también parte de la aventura; nos comunicamos a través de unos micrófonos ovales, bien pegados a la boca que están integrados a los auriculares.
Después de volar sobre el Club de Pescadores empiezan a aparecer los contenedores del puerto, los edificios y las vías del ferrocarril. Estamos en Retiro y es el momento para dar el giro y enfilar hacia nuestro destino. La maniobra es emocionante, el helicóptero se inclina sobre su derecha y en la gran bóveda frontal de la nave aparece una ciudad cinematográfica, con su interminable cuadrícula de edificios, la avenida 9 de Julio con el Obelisco al fondo y, más hacia el Este, las nuevas torres brillantes que apuntan hacia los diques de Puerto Madero.
Estamos en el pequeño helipuerto sobre la terraza del Edificio Centinela de la Gendarmería Nacional.
Nuevamente las astas del helicóptero se ponen en marcha. Ahora el recorrido es hacia Palermo, casi sobre la Avenida del Libertador. Se ve claramente la Recoleta que parece chiquita, la iglesia del Pilar, plaza Francia, los edificios de estilo europeo y un gran movimiento de autos en todos los sentidos. Avanzamos hacia el Norte y se distingue claramente el Lawn Tennis, el Golf, los lagos de Palermo; llegamos a River, luego la General Paz, la Panamericana y de pronto, un ajedrez impecable de casitas bajas con sus piletas casi idénticas. Todas se destacan por el azul del agua y la cerámica beige junto al verde del pequeño jardín.
Es inevitable no sentirse un espía, un testigo omnipotente que mira sin ser visto. Alguien menciona el Google Earth, programa de computación que permite ver cada detalle de la Tierra; esto es lo mismo, pero en vivo y en directo.
Según Guillermo Tufró, presidente de Hangar 1, los vuelos turísticos se incrementaron un 300% en los últimos seis meses. Muchos eligen el recorrido de media hora que incluye el Delta, la zona norte, el río, Puerto Madero y La Boca; otros prefieren volar hacia la zona de Pilar y General Rodríguez para observar las grandes casonas con sus canchas de polo, en medio de los sembrados, o ir hacia el Tigre.
Es tan veloz el traslado y tanto lo que uno puede ver en poco tiempo que vale la pena intentarlo.
El servicio de vuelos de helicóptero para turistas se puso en marcha en forma organizada hace cuatro años y en los últimos dos tuvo un incremento notable. La existencia de helicorredores dispuestos por la Fuerza Aérea Argentina permite ahora realizar vuelos sobre determinadas zonas de la periferia cuyas vistas resultan muy atractivas, especialmente para los turistas extranjeros.
Se calcula que mensualmente miran la ciudad desde el aire entre 150 y 170 pasajeros, de los cuales el 99% son extranjeros.
Queda el recuerdo de la ciudad desde el aire como una postal inolvidable que no tiene nada que ver con lo que uno divisa desde un avión.
Datos útiles
Tarifas
Vuelo turístico: entre 95 y 130 dólares por persona, según los circuitos (entre 17 y 45 minutos de duración).
Contactos
Javier Martínez Zuviría
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