

Después de los tips de nuestra lectora nutricionista que sugirió no bajarme un balde de ensalada de fruta, después de correr esta mañana (sí, también hoy, aunque apenas media horita), me bañé rapidísimo y desayuné en un bar un sanísimo yogur con granola casera y charla con Pedro. Ambos me cayeron apenitas pesados pero me hacen bien.
Lo que más me gusta de los desayunos en bares es tomar posesión de una pila de revistas y chusmearlas rápidamente primero sólo mirando las fotos para después volver a una nota que me divirtió.
-Largá las revistas que estás conmigo. Charlame, nena. Además esas revistas están en la agencia cada semana, dale...
Pedro se ofende. Quiere charla. No soy la mejor charladora matinal (a menos que se trata de "charlarle" a las medialunas) y tengo pocas ganas de relatarle todo el cuento de "nos tomamos un tiempo" sin hacerlo sonar tan clásico. Le doy vueltas con algunas explicaciones, doy mis motivos, hablo de respetar lo que quiere cada uno, de no querer cambiar al otro y bla bla...
-Se tomaron un tiempo, bah... Sabemos que eso no funciona, ¿no?
-Lo intuimos, sí. Pero no me quedó otra.
-¿Y cómo estás?
-Maso.
Pedro me estruja rapidísimo el brazo y se levanta a pagar. No es gran fan de los momentos emotivos. Y además, estamos llegando tarde a la agencia.
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