

¿Compró equipos de nieve, contrató una semana en un centro de esquí para sacar chispas a su paso por las pistas? Pocos sentimientos son tan inapelables como la decepción. Sobre todo, si está soñando con unas vacaciones de invierno en la montaña y finalmente no cae un mísero copo de nieve en los centros cordilleranos. ¿Habrá suficiente nieve este invierno?
Expertos del Servicio Meteorológico Nacional no dejan de mirar el cielo, los mares y el humor de los astros para elaborar pronósticos acertados y vaticinar cómo será la temporada en los centros de esquí argentinos. Sus conclusiones son alentadoras.
"Para el trimestre junio-julio-agosto (invierno, desde el punto de vista climatológico) se espera que las nevadas sean casi normales en la Cordillera Central y Sur, con algunos excesos en los segmentos correspondientes a las provincias de Mendoza y Neuquén", asegura Silvia E. Núñez, jefa del Departamento de Climatología del Servicio Meteorológico Nacional, que depende de la Fuerza Aérea Argentina. Entonces, los interesados en este deporte ya pueden sentir que el alma les vuelve al cuerpo.
¿Cuánto margen de acierto tienen estos vaticinios oficiales? Bastante. La temperatura, las lluvias y los terremotos tienen un sistema métrico capaz de cuantificarlos, pero la nieve de alta montaña está más sola que los cóndores de la extensa cordillera de los Andes y es muy difícil establecer parámetros. Aunque por ahora no exista manera de medirla, las imágenes satelitales permiten en cambio saber cuándo está nevando en alguna parte del país y con qué magnitud. Así, el Servicio Meteorológico Nacional puede prever una tendencia cualitativa, que expresa en los siguientes términos: baja, media o alta. "Para esta previsión en particular, la confiabilidad asignada es media", confirma la especialista.
-¿Esta temporada será, entonces, más favorable que otras para la práctica de deportes invernales?
-El hecho de no prever falta de nieve en ningún tramo de la Cordillera hace pensar que su práctica debería desarrollarse normalmente.
-¿Por qué, algunos años, hubo tan poca nieve?
-Eso requiere un análisis puntual, porque no se puede hacer una generalización de las condiciones del tiempo que explique todas las situaciones de nevadas inferiores a las normales en todos los tramos de la Cordillera. Cuando la atmósfera y el océano comienzan a mirarse con recelo, el mundo puede convertirse en una especie de caos climático. Si la superficie del océano Pacífico, por ejemplo, se enfría más de la cuenta en el centro y el oeste de la zona ecuatorial, aparece una serie de fenómenos llamados El Niño o La Niña. Ambos son dos chicos terribles que provocan un pandemonio climatológico en varias partes del mundo: muchos peces en la costa peruana, ciclones en el Caribe, tormentas en Indonesia, inundaciones en el noroeste argentino y sequías en otras regiones, por mencionar algunas de las características del cuadro. Según amplía Núñez, en 1999 La Niña alteró la trayectoria de los sistemas ciclónicos (que generan precipitaciones), que se dirigió hacia el extremo sur de la Patagonia.
Este año, El Niño está haciendo buena letra en el Hemisferio Sur y se encuentra en una etapa neutral. Este dato permite inferir que las nevadas no llegarán a ser inferiores a las habituales en la zona cordillerana.
La observación de las imágenes de nieve tomadas con el satélite de órbita polar NOAA 16, denuncian incluso que en la zona central hubo nieve en exceso.
Mucha, poca, ni tanto ni tan poco...
Por más explicaciones que den los expertos en climatología, los turistas no pueden dejar de sentir que el comportamiento de la nieve argentina es tan azaroso como desconcertante. En 1984 hubo un invierno muy frío y con mucha nieve. Al año siguiente, la nieve fue tan escasa que los resorts cordilleranos tuvieron que hacer malabares. En 2000 cayó tanta nieve, que las ovejas esquiladas se morían literalmente de frío en pleno septiembre. Siguiendo esa lógica, 2001 debería haber tenido pocas nevadas, pero fue todo lo contrario, igual que 2002, cuando nevó mucho más que lo normal, excepto en Tierra del Fuego. En 2003, la nieve se concentró sobre toda en el tramo austral de la Cordillera y, por supuesto, en Tierra del Fuego.
Según las estadísticas, podría decirse que Bariloche, la capital argentina de los deportes invernales, protagoniza la paradoja de tener cada vez menos nieve. En 2000, nevó durante 29 días y en 2003, sólo 13. Lo mismo sucedió en Malargüe (13 días en 2000 y 4 el año pasado), y Chapelco (5 y 1 respectivamente). Pero la medalla se la lleva Ushuaia, por haber desafiado al agujero en la capa de ozono: en 2000 nevó 28 jornadas y en 2003, durante 34.
Mónica Martin
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