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Buscando a Niemeyer

El célebre arquitecto carioca, fallecido en diciembre último, a los 104 años, como inusual guía por las calles de la capital económica brasileña




SAN PABLO.- Esta ciudad es como un barco: quien la aborda por primera vez siente que se empieza a marear. Millones de habitantes, tránsito endiablado, demasiado cemento, asfalto interminable. Entonces la mejor estrategia de supervivencia para el extranjero es, rápido, hacer foco en algún detalle e ir hacia allí, sin desviar la mirada. San Pablo doblega fácilmente al forastero ingenuo que pretende transitarla así nomás, que intenta caminarla de Jardins a Estação da Luz; probar desde la pizzería Castelões hasta el fast food libanés de Jaber y el sushi de Liberdade; recorrer todos sus museos; trasnochar en los bares de la Rua Augusta y Vila Madalena; aprovechar la inabarcable agenda cultural o relajarse en algunos de los mejores hoteles de América del Sur.
En este caso, con apenas 48 horas en la ciudad, el punto fijo antimareo sería un personaje no paulista, pero sí presente en la ciudad, como en todo Brasil: Oscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares. El gran arquitecto carioca, que falleció en diciembre último a los 104 años, es mucho más citado por su megaproyecto en Brasilia. Pero dejó unas cuantas obras también en esta capital económica. Algunas son auténticos emblemas y postales recurrentes; otras, edificios un poco perdidos, casi mimetizados en plena jungla gris. Bien disperso por barrios y rincones, el catálogo paulista de Niemeyer es una buena excusa, además, para cruzar la inabarcable ciudad, explorar paisajes urbanos, cambiar de aire, aunque en ningún lado deje de ser un poco denso.

Circuito céntrico

La primera estación, literalmente, es República. El metro línea amarilla deja salir a cientos de pasajeros mientras recibe otros tantos, en perfecto recambio. En la superficie espera la plaza República, en una de las zonas más rescatadas y no tan alocadas del intenso centro paulista.
Desde allí, al cruzar la avenida Ipiranga, se llega a la peatonal Barão de Itapetininga. En el número 255 se eleva el California, un edificio de 1955, de unos diez pisos. No es un ejemplo de conservación y en la galería de la planta baja, los vecinos más visibles son un sex shop, un videoclub y un bar cervecero. Pero su fachada se apoya sobre tres característicos pilares en forma de V, recurso que Niemeyer pondría de moda por aquellos años. A sólo dos cuadras, frente a la plaza República, aparece otro Niemeyer, el Eiffel (otro tópico primermundista). Más discreto, en mucho mejor estado que el California, el predio residencial recuerda un poco al Kavanagh porteño, pero con una triple fachada que aprovecha al máximo la vista a la plaza República. Junto con el Montreal, el California y el Eiffel son obras relativamente tempranas, más comerciales y alejadas del monumentalismo institucional que identificarían luego al arquitecto. Niemeyer pronto renegaría de estos edificios, hasta el punto de ser como hijos no reconocidos, excluidos de su inventario personal.
Un imponente tributo urbano a Niemeyer por el artista callejero Eduardo Kobra

Un imponente tributo urbano a Niemeyer por el artista callejero Eduardo Kobra - Créditos: José Cordeiro

Hay que caminar apenas dos cuadras desde el Eiffel para alcanzar la criatura más impactante de Niemeyer en San Pablo, el casi mítico Copan. Auténtica postal de la ciudad, este gigante domina y a la vez rompe el paisaje céntrico de líneas rectas con su particular forma serpenteante. Uno puede no tener debilidad por la arquitectura ni sospechar quién fue Niemeyer, pero al toparse con esta mole sabrá que está frente a algo especial.
Parte de un plan integral con más componentes que nunca se realizaron, el edificio fue previsto originalmente para celebrar los 400 años de San Pablo, en 1954. Debido a inconvenientes con el banco que lo financiaría, se terminó recién en 1966 cuando ya hacía mucho que Niemeyer estaba decepcionado por la reducción de la apuesta y se había volcado totalmente al gran desafío de la tercera capital brasileña, Brasilia.
El Copan es la mayor estructura residencial de concreto en Brasil y probablemente también en toda América del Sur. Con 35 pisos, sus 160 departamentos se dividen en seis bloques. La planta baja es una galería comercial de acceso público, gran oportunidad para internarse en algunos conceptos del arquitecto carioca. Los pasillos con locales son igual de ondulantes y el piso mismo está en pendiente. "No es el ángulo recto lo que me atrae ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer", escribió el carioca en sus memorias.
La galería tiene incluso un cine, ocupado hasta no hace mucho por la iglesia Renascer em Cristo, entre tiendas de todo rubro. Y en el medio del paseo brilla una institución paulista, el Café da Floresta, con su barra para tomar de parado uno de los mejores cafés de la ciudad.
El Copan fue inicialmente un símbolo de la San Pablo moderna, pero alrededor de los años setenta se sumió en el declive general del Centro, convertido en una zona particularmente oscura. Es curioso, porque si en su gestación pesó la influencia de una metrópolis casi futurista como Nueva York, su destino coincidió también con el de Manhattan en los setenta. Y hoy, al igual que la Gran Manzana, el Centro logró recuperarse en algún grado y el Copan vuelve a estar de moda. Sus departamentos se revalorizaron y hasta cuenta, desde 2008, con un restaurante cool, con eternas colas en la vereda, el Bar Da Dona Onça, elegido varios años seguidos como bar con mejor cocina por la influyente revista Veja.
El serpenteante edificio residencial Copan

El serpenteante edificio residencial Copan - Créditos: Rodrigo Petterson

El músico neoyorquino Victor Rice es uno de los vecinos de la nueva generación afincada en el Copan. "Cuando decidí radicarme en San Pablo, fui directo al Copan. Gracias a que está tan bien diseñado, la circulación por ascensores y pasillos es tan rápida que nunca notás realmente la enorme cantidad de gente que vive acá; la variedad de tipos de departamento demuestra la intención de unir distintas clases sociales bajo un mismo techo y el uso de rampas en todas partes es un gesto de respeto a los mayores y a los discapacitados", explica Rice, un fan declarado del edificio.
Hoy quizá lo que más claramente (y en sintonía con los sueños de Niemeyer) marca el rejuvenecimiento del Copan es la apertura de la galería de arte Pivô, precisamente durante la Bienal, en septiembre último. Son 3500 metros cuadrados en tres pisos (justo sobre un extremo de la galería comercial) en los que se puede ver instalaciones de arte experimental o escuchar música electrónica de vanguardia notablemente coherente con la esencia del edificio cincuentón. "Somos sobrevivientes de la especulación inmobiliaria. Este es un acto de resistencia", explicó la responsable del centro cultural, Fernanda Brenner, a la revista Time Out. Quien quiera tomarle el pulso a esta ciudad en sólo un par de horas, puede apostar todo al Copan y no va a perder.

Parque Ibirapuera

Pero si se prefiere evitar el centro paulista, algo por lo que a nadie se debería condenar, la alternativa verde es el Ibirapuera, con aún más obras de Niemeyer. En el barrio del mismo nombre, el gran parque abarca 150 hectáreas y contiene tres lagos interconectados. Proyecto mucho más allá de lo recreativo, la obra tampoco llegó a tiempo para celebrar el cuarto centenario de la ciudad, en 1954, apenas por unos meses de atraso, pero de todos modos determinó una novedad importante en la vida paulista.
Además de un vital espacio verde, repleto de gente paseando y practicando deportes, Ibirapuera ofrece una serie de obras de Niemeyer: el Palacio de las Industrias, sede de la fundamental Bienal de San Pablo; el Palacio de las Naciones, ex Prefectura de la ciudad y actual Museo Afro Brasil; el Museo de Arte Contemporáneo. Pero la más llamativa es el Auditorio Ibirapuera.
Medio siglo debió esperar Niemeyer para ver este edificio, incluido en su proyecto original, pero ejecutado recién medio siglo más tarde, en 2005. Además de la arquitectura, el auditorio se destaca por una programación musical afinadísima y por una acústica que es una experiencia en sí misma. De hecho, su particular entrada, con una especie de portón elevado al que se conoce como la llama , parece simbolizar un paso trascendente hacia una especie de universo paralelo musical.

Memorial de América Latina

En el barrio de Barra Funda se encuentra el Memorial de América Latina, la obra paulista de Niemeyer más emparentada con las ideas desarrolladas en Brasilia. Inaugurado en 1989, es un complejo de varios edificios en torno de la plaza cívica, incluyendo pabellones de exposiciones, biblioteca y salones dispuestos en un predio de 85 mil metros cuadrados, para celebrar la integración cultural, política y económica latinoamericana. El ícono más difundido del lugar es la escultura de una mano abierta con el mapa del continente en colorado, en muy probable alusión al libro (y la concepción) de Eduardo Galeano.
Aunque decididamente ambicioso, el Memorial no parece haberse incorporado a la cotidianidad paulista como, con todas sus diferencias, el parque Ibirapuera. Algunas de sus piezas, tan monumentales, lucen un poco desaprovechadas y otras directamente abandonadas. La excusa para visitar esta isla arquitectónica, con su colección de formas libres, es simplemente Niemeyer.
La última pista del arquitecto en San Pablo no es una obra suya, sino una obra sobre él. Hay que buscarla en un extremo de la determinante avenida Paulista (eje financiero de esta potencia económica), donde Eduardo Kobra, uno de los más famosos exponentes del street art paulista, homenajeó al arquietcto, a pocas semanas de su muerte, con un impresionante mural. Casi luminoso y en una locación protagónica, el rostro de Oscar Niemeyer observa desde comienzos de año esta ciudad tan necesitada de creativa sensibilidad.

Datos útiles

  • Cómo llegar

    Buenos Aires-San Pablo. LAN opera dos vuelos diarios (más otros dos código compartido con TAM) en esta ruta. Tarifa Economy, 2762 pesos. Premium Economy, 4509. Ventas y consultas, por el 0810-9999-526. www.lan.com
  • Parque Ibirapuera

    Entradas: tiene una decena de ingresos con distinto horario, desde la apertura a las 5AM hasta el cierre a la medianoche, siempre gratis. El recomendable Museo de Arte Contemporáneo abre de martes a domingo de 10 a 18 (también gratis). Hay alquiler de bicicletas por 5 reales la hora.

Un genio centenario

Oscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares hijo nació el 15 de diciembre de 1907 en Río de Janeiro. Viviría más de un siglo, pero le alcanzaría con menos de la mitad para ser reconocido internacionalmente como uno de los grandes referentes de la arquitectura modernista. Fuertemente influido por Le Corbusier, con quien llegó a colaborar, militante comunista (partido que llegó a presidir en su país), ha sido elogiado y criticado por sus ideas arquitectónicas, su uso de la forma abstracta, su monumentalismo libre. En su extensa y prolífica carrera se destaca el conjunto de edificios públicos de la capital brasileña, Brasilia; la sede de las Naciones Unidas en Nueva York y la del Partido Comunista en París, entre un amplísimo legado distribuido, sobre todo, por buena parte del territorio de su país.
Niemeyer murió en Río, el 5 de diciembre de 2012, a pocos días de cumplir 105 años.

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por Redacción OHLALÁ!

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