BOGOTA ( El Tiempo /GDA).- Pocas costumbres representan mejor las tradiciones de un pueblo como las procesiones de Popayán, que este año cumplen 452 años y convierten a la llamada Ciudad Blanca en el principal destino religioso de Colombia durante Semana Santa.
Por esos días, en las calles casi no quedan espacios libres para caminar; los miles de visitantes no quieren perderse ni un instante de estos desfiles nocturnos de tres horas y media en los que hombres vestidos con túnicas azules cargan con imágenes religiosas. El fervor de la sociedad payanesa se refleja intensamente en los cargueros , hombres de todas las edades que soportan en sus hombros las plataformas de madera sobre las que reposan la Virgen, Jesucristo y otros santos. Son las mismas que pueden llegar, con el paso de los años, a formar cerca del cuello unas callosidades gruesas parecidas a los músculos de un recio boxeador.
La fe y la tradición palpitan especialmente en el rostro de Oscar Velasco, un carguero decano, de 75 años, que durante 51 semanas santas fue uno de estos robles humanos que, en grupos de ocho hombres, no tienen problema en echarse encima hasta 560 kilos. Su padre había muerto en una procesión mientras cargaba el paso del prendimiento, que representa el momento en el que Jesús es apresado en el Monte de los Olivos para ser juzgado. Luego de heredar el barrote (así se llama el puesto que ocupa un carguero), Velasco, un payanés macizo y canoso, de casi 1,80, fue en dicho paso el responsable de la esquina delantera derecha entre 1946 y 1997, año en el que la Junta Pro Semana Santa decidió darles vía a las nuevas generaciones.
Hoy, este carguero decano es el síndico (organizador) del mismo paso en el que murió su padre y que él mismo sostuvo por más de medio siglo. "Lo más duro de ser carguero es conseguir el barrote, es muy disputado. Yo meto a los hijos y a los nietos. Esto es para la familia y los amigos, y nadie vende el barrote", explica para resaltar el tradicionalismo que envuelve a la Semana Santa en Popayán.
Puede que su cuerpo ya no sea capaz de aguantar el peso de una de las procesiones de 18 cuadras; una persona puede participar en un máximo de dos durante la semana.
Reina gastronómica
Popayán es la primera y única ciudad en América latina declarada Ciudad de la Gastronomía de la Unesco, gracias a la oferta de su cocina local. Aquí se puede probar delicias como los tamales y las empanadas de pipián, y la carantanta, una especie de chicharrón que se forma del pegado que deja en la paila el proceso de elaboración de la masa con la que se hacen las tortillas. En esta ciudad, que en septiembre será sede del VI Congreso Gastronómico, no se pueden olvidar los aplanchados dulces de doña Chepa, una señora de 88 años que los prepara desde hace 72 en el centro histórico, y el salpicón de guanábana, lulo y mora que refresca a los payaneses con la misma receta que inventó una tía de la legendaria matrona Baudilia Alvarado, hace cerca de 250 años.
Además de las procesiones en las que participan los adultos, no se pierda el Festival de Música Religiosa, otra tradición de esta ciudad.