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Canadá: excursión al territorio de los inuit

Iqaluit, capital de Nunavut, para viajeros con ánimo explorador




OTTAWA (The New York Times).-- Desde esta ciudad son sólo tres horas y media de vuelo hasta Iqaluit en Nunavut, el territorio más joven de Canadá.
En un tiempo parte de los Territorios del Noroeste, Nunavut, cuya población ronda los 27.000 habitantes, fue creada por el Parlamento canadiense en 1999, con el fin de darle voz política y autonomía local al pueblo inuit, que vive en esta región inhóspita desde hace más de un milenio.
Iqaluit, antiguamente Frobisher Bay, es la ciudad capital de este vasto territorio. Alrededor de la mitad de sus aproximadamente 6000 residentes son empleados públicos temporarios procedentes del sur de Canadá, como dicen aquí; el resto es inuit.
Es posible salir a caminar desde el centro de la ciudad, con su imponente edificio moderno de la Legislatura (los asientos de los legisladores están tapizados en piel de caribú) y las oficinas gubernamentales, y encontrarse en la tundra solitaria en prácticamente 20 minutos.
No hay rutas que partan de Iqaluit a ningún lugar. (Una de las calles principales de la ciudad está identificada en los planos locales como The Road to Nowhere (La Ruta a Ninguna Parte). Nunavut está comunicada con el resto de Canadá sólo por avión o barco.

Tierra de pescadores

El nombre Iqaluit significa lugar de mucho pescado en inuit y, por cierto, se ven cientos de truchas del Artico, abiertas por la mitad para exponer su carne rojiza, colgadas para secarse, de estantes, marcos de ventanas y vigas por toda la ciudad.
Al cabo de un día de estar en Iqaluit, había acuñado mi propio nombre para la capital más pequeña de Canadá: Lugar de Pocos Turistas.
En realidad, encontré sólo un par. Los dos eran de Nueva York. Lisa, abogada, tomaba Iqaluit como punto de partida para hacer caminatas y sacar fotografías de las regiones más escarpadas del norte de la isla de Baffin. Kent eligió Iqaluit, según dijo, porque prefería viajar a zonas con climas frescos y le gustaba pasar sus vacaciones metiéndose en la vida de pequeñas ciudades.
Es fácil sentirse como si se estuviera en una ciudad del Lejano Oeste en 1870. El hotel tenía un hall de entrada moderno, pero las habitaciones, en cambio, eran cuartos prefabricados, cuadrados, sin adornos y ventanas diminutas.
Un tour rápido por Iqaluit incluye una parada en el edificio de la Hudson´s Bay Company de la década del 20, a orillas de la bahía de Iqaluit, en un pueblo satélite llamado Apex.
Iqaluit comenzó como un puesto de intercambio comercial, luego evolucionó hasta convertirse en una ubicación militar estratégica durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue una base norteamericana.
Su importancia militar aumentó durante la Guerra Fría, cuando Iqaluit era un sitio de avanzada importante para el sistema de Alarma Temprana.
Hoy, Iqaluit es también un centro de control de vuelo, de vez en cuando la quietud de la tundra se ve interrumpida por el rugir de los jets procedentes de California con destino a Europa, que pasan por allí.
En verano, cuando el termómetro suele marcar entre 5° y 20°C grados (en invierno la temperatura ronda -25°C), los residentes inuit de la ciudad se dirigen a la tundra, arman carpas y pasan todo el tiempo que pueden a la intemperie, cazando, pescando y socializando.

Con la foca en la cocina

Las costumbres de los habitantes de este territorio no dejan de sorprender al visitante. Cuando un hombre en Nunavut lleva a la casa de su novia una foca que ha cazado y la coloca en el piso de la cocina, significa que está tomando en serio la relación.
La falta de actividades organizadas de Iqaluit resultaba frustrante en un principio para el turista acostumbrado a lugares con al menos algo de infraestructura.
Detrás de la apariencia de modernidad, Iqaluit aún conserva sus costumbres tradicionales. Las mujeres pasean por la calle principal vestidas con largas parkas confeccionadas con piel de foca, con sus bebes metidos dentro de las enormes capuchas que les cuelgan sobre la espalda.
Las cabezas desechadas de caribúes yacen junto a las bolsas de basura frente a las casas, esperado que las recojan.
Los jóvenes inuit suelen detenerse a conversar con el viajero, nos preguntaban de dónde éramos, y nos comentaban en qué estaban: yendo a trabajar, de pesca o preparándose para cocinar.
No es extraño que algún inuit amigable lo invite a comer carne cruda de ballena a su casa, aunque también sorprenden con platos imperdibles como langostinos fritos con arroz y otros pescados frescos de nombre desconocido, pero deliciosos.
Por la noche se puede visitar el Storehouse, el único bar de Iqaluit. La bebida constituye un problema en este territorio, y el consumo de alcohol está estrictamente controlado. Los tragos cuestan entre 4 y 6 dólares.
Muchos escultores inuit venden sus mercancías en la calle y en los restaurantes, donde esculpen a pedido del viajero desde un águila hasta la propia cara del interesado.
En Iqaluit, las calles no tienen carteles indicadores ni dirección. Las casas están numeradas en el orden en que se construyeron, y los hoteles, supermercados y restaurantes son puntos de referencia que se encuentran mejor preguntando en la calle, o tomando un plano turístico en el aeropuerto.

Datos útiles

Cómo llegar

En avión US$ 1050

Hasta Ottawa, de ida y vuelta. Desde Ottawa hasta Iqaluit sólo un tramo en First Aire cuesta US$ 500. Los precios incluyen tasas y impuestos.

Alojamiento

De categoría US$ 200

Moderado US$ 145

Bed & Breakfast US$ 90

La comida

La comida es cara en la remota Iqaluit. Una cena cuesta alrededor de 22 dólares y el almuerzo, alrededor de 13.

Internet

ww.relocatecanada.com/nunavut

Daisann McLane (Traducción de Andrea Arko)

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por Redacción OHLALÁ!

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