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 • HISTORICO

Caral: la ciudad más antigua de América

Está a 182 kilómetros de Lima y fue contemporánea de las culturas de Egipto, India y China; sus pobladores sobrevivieron en función del intercambio con otros pueblos




CARAL.- Hay un nombre en el universo arqueológico peruano que brilla como el sol: Ruth Shady Solís. Y hay una ciudad tan antigua como algunas de China, India, Egipto o Mesopotamia, que constituye la perla de cualquier investigación en este país: Caral.
Se trata de una ciudad sagrada, construida alrededor del 2600 a. de Cristo -sus restos arqueológicos son los más antiguos de toda América- en el valle del río Supe, a 26 kilómetros del mar y a 350 metros de altura.
Tiene 66 hectáreas descubiertas y hay que ver el espectáculo de su ubicación: está sobre una meseta de color arcilla, casi desierta, excepto por las pirámides, sin rastros de vegetación y con un sol que cae como un hachazo durante todo el año. El visitante se siente como si entrara en el desierto del Sahara: la sensación, el paisaje y el calor son similares.
Pero a pocos metros de los ojos, más abajo de la mirada, se descubre el valle del río Supe, con cientos de árboles, plantíos bien regados, pájaros bonitos y una leve brisa que llega del mar y que alimenta la torridez de la zona. ¿Como el valle del Nilo? Sí, bien podría ser.
Ruth Shady Solís es una arqueóloga peruana que se empecinó en estudiar a Caral y en Caral hasta descubrir todo lo posible, con alguna ayuda del Estado y la colaboración de varios colegas jóvenes, como Jorge Aching, de 27 años, que fue el guía de LA NACION por los recovecos de esta ciudad mágica y sacra. Un hombre apasionado, Aching. Ama Caral.
La ficha técnica que aporta el profesional dice que esta ciudad fue reconstruida varias veces. Que fue descubierta en 1905, sin ninguna gloria: por aventureros empecinados en encontrar oro y guardárselo, oro que no existía en esta ciudad, que pasó inmediata e irremediablemente al olvido. Que es una obra humana "en el contexto de la obra divina y ése fue el propósito que guió su construcción y planificación", según escribió Solís. Que la superficie que ocupa está "distribuida -aporta Aching- en una zona nuclear, con estructuras monumentales, dos plazas circulares hundidas, residencias de la elite, de los funcionarios y servidores, talleres, espacios de congregación pública masiva y una zona periférica con unidades domésticas".

No a la guerra

Caral se encuentra 182 kilómetros al norte de Lima y para llegar hay que recorrer un trabajoso tramo de tierra que complica el trayecto. Es uno de esos paseos arqueológicos preincaicos que se puede hacer en el día, pero saliendo temprano y volviendo tarde. Y cansado.
Según el arqueólogo guía, el pueblo de Caral no era violento, no intervino en ninguna guerra y más bien se integró con los pueblos de la sierra, el mar y la selva, con los que trocó alimentos y utensilios.
"Tuvieron una organización social estratificada y un gobierno centralizado. Fueron excelentes constructores", dice Aching, y señala la pared de una de las pirámides construida con shicra, especie de bolsa llena de piedras pegadas con un barro especialmente amasado, que hizo inmune los edificios a los terremotos frecuentes de la zona y los cambios climáticos. Con estas bolsas están construidas todas las obras.
¿Había escritura? ¿Momias? ¿Registros estelares? No a la primera pregunta, aunque en una de los cientos de rocas encontradas en el yacimiento arqueológico se halló un dibujo en forma de espiral que aún no se sabe qué significa, pero que fue tallado. De eso no hay duda.
No, tampoco hay momias en Caral, pero se encontraron los huesos de tres personas, que no medían más de un metro cincuenta de estatura y se supone que se trató de muertes accidentales y no de enterramientos rituales.
Sólo un dato desorientó a los arqueólogos: debajo de los cimientos de una de las casas de la elite urbana se encontraron los restos de un niño recién nacido. ¿Sepultado a propósito? ¿Ritual o construcción sobre construcción? No se sabe. Habría que romper los pisos de varias residencias para averiguarlo y no hay decisión tomada. Pero a nadie se le pierde de vista que en los países andinos se entierra un ser vivo como tributo a la Pachamama antes de levantar una obra. ¿Datará de entonces la tradición? Para saldar todas las dudas posibles, el equipo de la arqueóloga Solís prefiere, según cuenta Aching, tratar de encontrar el cementerio de la ciudad sagrada, lo que arrojaría muchos más conocimientos de los que tienen hasta el momento.
Aching sueña con ese momento, divaga frente a su público explicando la importancia de descubrir el lugar de enterramiento de cualquier civilización, la cantidad de datos arqueológicos que aportaría y, mientras habla, su semblante cambia: es un apasionado Aching, un hombre que apuesta su vida a la muerte antigua.
En cuanto a la tercera pregunta, sí, sabían de las estrellas, tenían un calendario, poseían por lo tanto conocimientos matemáticos y geométricos, y hay variaciones en las pirámides construidas que podrían ser cálculos que responden al estado del universo hace 5000 años.
Pueblo dedicado al intercambio comercial, Caral floreció gracias a su división social y la profunda religiosidad de su gente. Allí no conocieron los metales ni la cerámica. Sí, en cambio, desarrollaron la música y sus instrumentos.
Uno de los hallazgos más importantes es un conjunto de 37 cornetas hechas con huesos de camélidos (seguramente llamas) y venados; y otras 32 flautas traversas elaboradas con huesos de pelícanos y cóndores. "Estaban en una de las gradas del anfiteatro -cuenta Aching- y fue una enorme sorpresa encontrarlas tan bien conservadas. Es un orgullo."
Y sigue con el relato de las sorpresas: "Sabemos que manufacturaban la fibra de algodón y eran expertos en el procesamiento de la anchoveta (anchoa) y las sardinas con fines de intercambio. Lo sabemos por la basura que encontramos".
Tejían ropa y redes los habitantes de esta comarca (¿será caraleses el gentilicio?). Eran expertos en hierbas medicinales y supieron cómo llevar el agua hasta la meseta para tener comida para subsistir y cantidad para intercambiar.
¿Hay más? Sí, mitos, leyendas, historias. Y una ciudad fantástica que pocos conocen porque, se sabe, para el turismo Perú es sinónimo de Machu Picchu y Nazca.

Hacer cerámica no es sólo un pasatiempo

CARAL.- ¿Cómo se determina fácticamente la antigüedad de una ciudad? ¿Por qué es tan importante saber de cuándo data una civilización?
Una de las maneras de determinar la antigüedad de una ciudad es a través de sus desarrollos y adelantos, como escritura, lenguaje, cerámica, arquitectura, formación social, uso de los metales, etcétera. Caral, por ejemplo, fue un gran enigma porque, como apunta la arqueóloga Shady Solís, no había registros de cerámicas en las primeras excavaciones que se hicieron en 1905, cuando fue descubierta.
"No hay en América otro sitio que tenga similares características, sino hasta 1000 o 1500 años después. Esta es, de lejos, la ciudad más antigua de América y rompe la concepción que se tenía hasta hoy de los más antiguos centros urbanos en el mundo", afirma la arqueóloga.
Para determinar la edad de Caral fue necesaria la prueba hecha por el radio carbono (carbono 14) en algunos restos de fibra, pero en Estados Unidos, dado que en Perú no existía la técnica.
"Esos resultados nos permiten afirmar que Caral fue construida por una sociedad con una organización sociopolítica de nivel ya estatal, que controlaba la productividad de un área mucho mayor que la del valle del río Supe y que tenía asentamientos urbanos", finaliza la arqueóloga, que tiene una página Web ( www.adonde.com y www.caralperu.gob.pe ).

La cerámica

Aching intenta, mientras recorre la ciudad sagrada, explicar lo que para el vulgo puede no ser importante. "Caral rompe todos los esquemas que tenían los arqueólogos respecto de las civilizaciones que sólo pueden florecer en un período en el que existe la cerámica, que es una de las expresiones del progreso. A diferencia de otros sitios del período arcaico, lo importante de esta ciudad es que es monumental y nadie se esperaba que su fundación correspondiera a un período precerámico", finalizó.

Datos útiles

Cómo llegar

Desde Lima, hay empresas de turismo que se dedican a llevar a los turistas hacia Caral, al norte del país.
En los hoteles más importantes de la ciudad, además, se puede preguntar por excursiones y pedir que hagan reservas, como en el JW Marriott.
El precio por persona va desde los 40 a los 70 dólares por día, e incluye un pequeño almuerzo. Se recomienda llevar pantalla solar y un gorro.

Visitas guiadas

El yacimiento arqueológico es, a la vez, el lugar donde viven los profesionales que por estos días se dedican a desenterrar Caral.
Una visita a la ciudad sagrada lleva, como mínimo, una hora y media, tiempo que se puede extender a dos o dos y media si se recorre todo el predio.
El precio se pacta con los guías, que fueron entrenados por arqueólogos. Incluso algunos son estudiantes de esa carrera en Lima.

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