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 • HISTORICO

Cartagena en tiempo pasado

La vida de los esclavos aún late fuerte en esta ciudad como la música que invade cada uno de sus rincones




CARTAGENA DE INDIAS.- " ¡Desde el Castillo de La Media Luna, ordeno: Todo el mundo a farrear, a desordenarse; a libar! ¡ Festejar sin descanso en este cabildo, so pena de ser castigado en público!". Así mandaba, desde su palco, la Reina Negra Descalza, señora de la fiesta, que hacía honor a su raza y parodiaba la de sus amos con el gesto aquel de portar corona y bailar sin zapatos.
Ella, los convocaba a todos a presentarse ante su corte morena vestidos con las ropas de sus patrones para burlar, por un día, las costumbres de los blancos. Y lo que la reina ordenaba se cumplía... bailando. Así, en los barrios rurales se armaba el fandango y el congo o cabildo de negros en las urbes.
Llegaban los esclavos desde Getsemaní, barrio que no en vano lleva el nombre del monte del Huerto de los Olivos, donde -conforme cuentan las Sagradas Escrituras- Jesús lloró como llora un hombre, como también habrán llorado aquellos esclavos. Pero en tiempo de carnaval hasta el dolor tenía una tregua. Entonces, ellos llegaban organizados en Cabildos, danzando a fuerza de tambores y de cantos hasta la Puerta de La Media Luna, al pie de la Colina de San Lázaro, acceso principal de la ciudad. Era el siglo XVII y eran días de Carnaval. Era el tiempo de desatar el cuerpo y bailar hasta sangrar el cansancio, hasta decantar a ritmo de gaitas y tamboras la bravura de ser esclavos.

Hombres del mar

Habían nacido con el color de la mañana sin luz y con ecos de música y baile alborotándoles la sangre. Habían llegado a bordo de los tumbeiros desde Angola, desde el Congo y desde Guinea hasta aquel puerto Caribe.
Por unas monedas, el marqués de Valdehoyos los había vendido en la plaza pública, para trabajar la tierra y para levantar la muralla de 11 kilómetros que, desde España, el rey Felipe II había mandado construir, a fin de proteger la ciudad de ultrajes y saqueos de piratas ingleses y franceses.
Cartagena era el centro neurálgico donde convergían las rutas de la esmeralda: las que bajaban desde las minas hasta la costa y las que zarpaban desde tierra de Indias hasta el antiguo continente.
Ellos cargaron las piedras. Hurgaron dentro de las minas. Sembraron, araron y bailaron descalzos hasta el tiempo en que la fruta estuvo madura. Lista para cosechar.
Ellas llenaron los canastos con papayas, guanábanos, lulos, zapotes, mangos, piñas y tamarindos. Se los encastraron en la cabeza y bajaron desde la selva de Palenque hasta la ciudad de Cartagena, para venderlas a fuerza de canto y de pregón.
Aún hoy se las ve en esas playas. Van vestidas como entonces, algunas acceden con gusto a posar para una foto, otras no, pero todas repiten con voz dulce y acento suave: jugosa fruta, ¿desea probar? Son las palenqueras, mujeres negras que invitan a saborear las frutas de la tierra Caribe.

Duelo de palmas y tambor

Entre Cabildos de negros y de blancos se fundió una cultura con la otra, se mezcló lo pagano y lo sagrado, la danza de los negros tomó algunos aires blancos y nació la cumbia, madre del folklore de Colombia: danza de coqueteo en la que el hombre le ofrece una candela a la mujer y ésta la rechaza hasta que por fin accede y la acepta.
Este baile lleva la carga de toda la cultura caribe, por contar con elementos de cada una de las razas que poblaron esas costas: lleva el vestuario típico español, los tambores de los negros y la gaita de millo, un instrumento de madera que usaban los indios kalamari, habitantes de estas playas, antes de la colonia.
A fuerza de mixturas también nacieron otros ritmos en la costa del mar de los piratas, que tantas veces saquearon Cartagena. El porros, la gaita, ritmo y danza del laboreo, evocación del trabajo del esclavo con la tierra y la cosecha; el mapalé, típico ritmo negro, y el bullerengue, la danza que sólo bailaban las mujeres embarazadas. Cadencias suaves y ligadas, a tempo más lento que la cumbia.
De esta danza deviene la danza de los tambores y la danza de las palmas, típicamente negras: un duelo entre saltos, cantos, palmas y parches. Del Valle Dupar surgió el vallenato, que guarda, entre sus acordes tan abiertos como el aire, la dulzura de la leyenda de Francisco, el hombre que encontró un acordeón en un barco que venía de Alemania y la incorporó a ese ritmo para trovar por el valle la historia de su gente. En Antioquia, surgió el seressesé, una danza que evoca el ritual de encender las antorchas antes de entrar los túneles de las minas.

Esmeraldas negras

La música de Colombia late fuerte en Cartagena. Cada noche, el arpegio blando y ligado del vallenato se escapa de entre el río y la montaña para colarse, puertas adentro, en los pubs, sobre la calle El Arsenal. Pero las noches de música y baile más largas de la bahía son las de febrero, cuando se celebra el festival de música Caribe y las de noviembre, cuando las calles de la ciudad se vuelven eco de aquellos carnavales. En conmemoración del 11 de noviembre de 1811, independencia de Cartagena de Indias, primer Estado soberano de los territorios de la Nueva Granada, comparsas de todas las regiones llegan hasta la ciudad y recrean los ritmos típicos del país.
Y como en tiempos de cabildos, se elige a la niña más bonita, aquella que por un año llevará el título de Reina Negra Descalza y los convocará a todos, una vez más, a bailar y a farrear sin descanso... como era entonces, cuando aquella reina con corona y sin zapatos ponía en jaque a la tristeza, a fuerza de baile y de tambor.

Datos útiles

Cómo llegar: el aéreo Bs.As. - Cartagena de Indias con tasas e impuesto incluidos cuesta 656 dólares.
  • El pasaje desde Buenos Aires hasta Cartagena de Indias, con escala en Bogotá y San Andrés, cuesta 260 dólares.
  • La tarjeta de turista para ingresar en San Andrés cuesta 15 dólares.
Alojamientos: la habitación doble en un hotel cinco estrellas en Cartagena cuesta alrededor de 200 dólares.
  • En uno cuatro estrellas, aproximadamente 130 dólares.
  • La habitación doble en un hotel cinco estrellas en San Andrés cuesta alrededor de 170 dólares.
  • En uno cuatro estrellas con sistema todo incluido, entre 120 y 140 dólares.
En Cartagena: un city tour cuesta 12 dólares
  • Un tour a las islas del Rosario cuesta 30 dólares.
En San Andrés: alquilar un Jeep por todo el día cuesta 90 dólares.
Más información: embajada de Colombia, 4325-1106.
Soledad Pita Romero

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